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Tirar desde un balcón, en una nevada madrugada londinense, a la modelo del momento es una de esas cosas que le encanta hacer a J.K. Rowling. Y no porque la británica sea una asesina, ni mucho menos, sino porque los escollos que deja un suicidio con visos de asesinato embarcarán al lector en una aventura con pulso propio, que no tiene que envidiar nada al argumento de la saga Harry Potter y su insondable éxito comercial.

La muerte de Lula Landry, una negra apabullante ante los lentes de las cámaras fotográficas, desata los más bajos instintos de la selecta élite británica, al tiempo que hace aflorar la nobleza de Cormoran Strike, el detective que acepta medírsele a la investigación del supuesto asesinato.

Publicada bajo el seudónimo de Robert Galbraith, El canto del cuco es el atrevimiento de la aclamada autora de medirse a sí misma y a sus líneas, sin la rúbrica que tantos dividendos le ha significado, la misma que hace magia de la mano de Potter y una varita mágica invisible, que convierte en oro lo que toca.

Rowling lo logra, al crear, meticulosamente, una obra que se sustenta por derecho propio entre las suntuosas calles del Mayfair, la vida frenética del Soho londinense y los pubs del East End; un relato al que no le sobran ni le faltan personajes, y que, para no perder el encanto de una fantasía veraz, se arropan en perfiles oscuros que los hacen llorar, temblar, dudar, caerse enredados entre los cordones de sus propios zapatos.

Pero el ingenio de Rowling se desdobla al delinear una figura femenina que es imposible no asociar con la diligente Hermione Granger, la inseparable amiga de Potter. Robin Ellacott tiene algo de Hermione, algo de la misma Rowling, que la convierten en un alma luminosa y necesaria en medio del desorden de Strike, un detective que raya en lo burdo, cuyo atractivo radica en su misma rudeza.

Secreto a voces. En julio del año anterior, el mundo editorial se revolucionó luego de conocer que el libro policíaco del momento en el Reino Unido no era producto del ingenio de un tal Robert Galbraith, sino de la mismísima J.K. Un secreto incómodamente revelado para su autora.

'Hubiese querido mantener este secreto por más tiempo, ya que ser Robert Galbraith ha sido una experiencia sumamente liberadora. Fue maravilloso haber publicado un libro sin la expectativa o el bombo publicitario, y solo por el puro placer de recibir comentarios bajo un nombre diferente', subrayó Rowling luego de saberse el verdadero origen de la obra.

El canto del cuco, editado para Latinoamérica por Planeta, llega este mes a las librerías de Colombia luego de Una vacante imprevista, el último libro de la británica firmado con su nombre. Ahora, desde el género de la novela negra, demuestra que su fama es más que el producto de un accidente o un golpe de suerte avalado por un mundo de magia y hechicería. Rowling, Galbraith, o cualquier otro apellido del que se valga para escribir, demuestra que sabe hacerlo, o que, al menos, eso dice la crítica.