Carla Celia, es desde hace 5 años la directora de la organización que se encarga de gestionar y organizar, en sus palabras, 'la fiesta más importante de Colombia'. Ayer recibió a este medio en su residenciara para contarnos su balance de las carnestolendas, lo que considera debe mejorar y los grandes retos que enfrenta su gestión en los próximos años.
P En frío, ya pasado el carnaval, ¿cuál es su balance, primero como persona carnavalera y segundo como directora de Carnaval de Barranquilla S.A.?
R. Como carnavalera pienso que se ha ganado muchísimo con el hecho de que el Carnaval está en varias partes de la ciudad, que era algo que nosotros añorábamos. Como la ciudad es tan grande hay que ponerles vallas a los eventos, antes era rico ese contacto del público con los grupos. Como directora creo que hay que resaltar el efecto que han surtido las campañas de cultura, primero con el público para que respeten con el tema de la espuma y el licor, segundo con los grupos folclóricos por el tema de los baches y la publicidad, tercero con las empresas que patrocinan para que tengan un respeto con la publicidad.
P En cuánto a la gestión de los recursos, ¿que dificultades hubo?
R Tuvimos como misión tratar de organizar, gestionar y conseguir los recursos porque no tenemos aportes públicos, solamente lo que se vende en boletería y lo que nos aportan los patrocinadores, todo eso para poder hacer los más de 66 eventos que mostramos este año.
P ¿Qué fue lo positivo de esta celebración, qué mejoró con respecto a los años anteriores?
R Me gustó el rescate de los viernes de Maqui. Me gustó que hemos movido de sitios eventos como el Festival de Letanías, las Danzas de Relación y Carnaval su Música y sus Raíces. Sentí que hemos logrado que el sentido de pertenencia se acentúe en los barranquilleros y sientan que el Carnaval también es de ellos. Destacó el papel de la policía porque si bien hubo eventos aislados, ninguno se realizó durante los eventos, que fueron muy pacíficos. Eso nos permitió replicar varios espectáculos en diferentes barrios.
P Ahora la contraparte, ¿qué aspectos negativos encuentra y qué hay que ajustar?
R. Algo que hay por mejorar son los baches en los desfiles y el tema de la espuma. Ese en particular es un tema de educación y cultura, que este año se minimizó pero siguen con eso a pesar de estar prohibida. También el problema de los palcos piratas, que son goles que le meten a la Alcaldía con los permisos y forman desórdenes.
P ¿Qué opinión le merece el papel de la reina?
R. Yo rescato mucho el papel de la reina, me parece que fue una soberana que trató de estar en todas partes, eso ayudó a que la gente sintiera que el Carnaval estaba en su barrio. Desde el mes de octubre empezó con los asaltos carnavaleros que fueron una sorpresa. Eso fue lindo.
P ¿Cuáles considera que son los grandes retos que debe superar la organización y cómo ve el futuro del carnaval?
R. Hay varios retos grandes. El primero es hacer que el Carnaval no le quede grande a la ciudad. El Carnaval creció pero Barranquilla se quedó en infraestructura para una fiesta que es la más grande de Colombia y que genera tanto empleo. El segundo sería presentar una celebración sin o con poca publicidad, destacando la esencia del Carnaval y darle espacio a lo nuevo. El tercero sería engrandecer aún más la fundación para poder hacer mayor labor social y también para poder replicar un modelo de Carnaval durante todo el año. Estamos en mora de convertirlo en una industria cultural.
P ¿Cómo sería su carnaval ideal?
R. Mi carnaval ideal es uno donde tuviera pocos patrocinadores, muchísimo aporte del distrito en recursos, para no tener que recurrir tanto a la empresa privada y así tener menos publicidad en los desfiles. Eso nos vuelve vulnerables porque el día en que un patrocinador falle se nos cae el esquema.
P ¿Cómo ve el tema de los escenarios?
R Hay que tener voluntad política para ese tema. La gente se queda por fuera porque ya no caben en los lugares. En la Vía 40 hay que cerrar la industria y el comercio para poder hacer una Batalla de Flores porque no hay donde más hacerlo. No tenemos un coliseo grande con una capacidad de 20 mil o 30 mil personas, como el de Valledupar, donde podamos hacer una coronación gratuita.
P La idea de llevar el carnaval a la calle fue quizás lo que caló más hondo en los barranquilleros, reforzada con eventos gratuitos que se realizaron en gran parte de la ciudad, ¿esta estrategia se mantendrá y se llevarán más eventos gratuitos a los barrios?
R Es una estrategia que vamos a seguir implementando. Este año se recuperaron los Viernes de reina. Los eventos gratuitos se multiplicaron en los distritos para que la gente sienta el Carnaval cerca.
P Como parte de esta estrategia, ¿seguirá haciéndose la Lectura del Bando en la Plaza de la Paz?
R. Yo no podría decir que es el lugar idóneo porque cabe poca gente, pero a falta de otro sitio mejor pienso que se hizo una buena lectura del Bando ahí porque es un sitio más abierto, y el Bando es eso, es inclusión, es pregonar que empieza el Carnaval. Mientras no tengamos un lugar más adecuado pienso que se puede seguir realizando allí.
P ¿Cuál es su balance del experimento de usar la transmisión de los eventos vía ‘streaming’ y la aplicación para los ‘smartphones’?
R. Con el streaming la gente en todo el mundo podía acceder al Carnaval con un solo clic, y aparte de eso sacamos la aplicación del Carnaval que muchas personas usaban para programarse con la agenda. Creo que fueron exitosas ambas tecnologías y eso ayuda a la difusión de la fiesta por las redes sociales.
P En agosto se cumplen 5 años de estar al frente de Carnaval de Barranquilla S.A., ¿cuáles considera que han sido sus aportes más importantes durante su gestión?
R. Yo creo que lo primero ha sido crear la bolsa de estímulos, de donde surgieron concursos como el de Crónica Ernesto McCausland, como el del almanaque y se editó un libro con la historia del Carnaval. Pasamos de 380 a 1000 millones en este tiempo. También el programa Carnaval Hecho a Mano, que es la tienda del Carnaval con los talleres de capacitación, donde hemos capacitado a más de 200 personas y se han vuelto microempresarios con la venta, en la tienda de la casa del Carnaval, de los objetos que crean, lo que permite su subsistencia.