Nadie sabe cuándo ni de dónde vinieron la serie de cañones que todavía sobreviven en diversos lugares de la ciudad.
Existe muy poca información documentada sobre el tema y todavía hay dudas sobre si estas piezas de artillería hicieron parte del cruento sitio que vivió Barranquilla el 25 de abril de 1815, en el ataque de las fuerzas españolas bajo el mando del capitán Capmaní en su campaña para recuperar a Cartagena.
De aquellos días solo ha quedado el parte de victoria de Capmaní que reposa en el Archivo Histórico Nacional, en el que escribió que en Barranquilla 'contestaron con bala y metralla de día y de noche'.
El documento describe que había buques de guerra que combatían en el río con cañones de varios calibres, una batería con tres cañones con balas de 12 libras y en la Casa Tenería (hoy el mercado de granos) estaban dispuestos cuatro cañones para balas de 12 y 18 libras.
Sobre los muertos, Capmaní escribió 'son pocos' y entre las bajas, los heridos y contusos contó solo a seis, pero hay que recordar que esta es la versión del bando enemigo que no documenta la sangre patriota que se derramó en aquellos días.
La ciudad respondió a los tres parlamentos de rendición de Capmaní mediante una carta en la que se leía 'que no se iba a rendir y que cuentan con la fuerza necesaria para responder los ataques', dijo el historiador Jorge Villalón añadiendo que 'el documento dice Barranquilla de Colombia y es el primera cita histórica en el país donde se nombra a Colombia con el nombre que le correspondió después'.
Los restauradores Andrea Strauch y Alberto Restrepo de la Universidad Externado de Colombia conocen a fondo el tema, porque ellos fueron los encargados de desenterrar y restaurar los cañones que están emplazados en el Paseo Bolívar y de otro cañón más pequeño, que se exhibirá en la remodelada Intendencia Fluvial.
Uno de ellos es el cañón verde y el otro fue denominado el cañón de El Boliche, que fueron desenterrados para su protección y restauración en 2007. 'Los cañones han tenido cuatro épocas en la historia y gracias a eso pudimos identificar por morfología que los cañones son ingleses no españoles', señaló Andrea.
La restauradora Andrea Strauch trabajando en el cañón encontrado en el barrio Rebolo.
A raíz de un artículo publicado por este medio en 2007, Ligia Castillo, en el barrio Rebolo, da aviso a los restauradores que en el patio de su casa tiene un cañón más pequeño y el proyecto se amplía a la recuperación de tres cañones.
'Identificamos que el pequeño que se recogió en Rebolo corresponde a una pieza de artillería llamada culebrina. Y el cañón verde y el del Boliche son cañones de sitio o de plaza con tres toneladas de peso y corresponden a un cañón de 24, porque la bala pesaba 24 libras. Fueron muy poderosos y destructivos en su época', describió la restauradora.
'Las armas se reutilizaban, quizás por eso es normal que encontremos armamento de un país y de otro', explicó José Manuel Espinoza, doctor en Historia de la Universidad de Sevilla, quien argumentó que 'no se sabe cuándo llegaron los cañones, pero imagino que las armas había que comprarlas en algún sitio y muchas de ellas de pronto eran inglesas por el papel que jugaron en la época de independencia'.
Según la investigación de los restauradores, los españoles trabajaron más el bronce que el hierro.
Los cañones españoles iban decorados con el escudo de La Corona en la parte de arriba, tenían ciertos adornos a lo largo y estaban fechados, en cambio los ingleses eran lisos y más compactos. 'Los ingleses llegaron con el ataque de Edward Vernon a Cartagena y en la independencia los ingleses tuvieron un rol muy importante en las colonias apoyando la causa independentista', sostuvo Restrepo.
Strauch y Restrepo encontraron en el trabajo de restauración del cañón verde que el objeto había sido víctima de una práctica militar denominada 'matar los cañones' porque el cañón tenía 'el ojo por donde se pone la mecha tapado o fundido y por eso se dice que está que está ciego' indicó Strauch explicando que cuándo el enemigo se tomaba una ciudad 'los alzados en armas no podían salir corriendo con cañones de tres toneladas y tenían que inutilizarlos para que el enemigo no los usara en contra de ellos'.
El primer registro gráfico del cañón verde data de 1875 y es una acuarela de José Martín Tatis.
A través de fuentes orales que recogió Ángel M. Ruíz y que consignó en un artículo de 1945 escribió que el cañón verde fue enterrado el día de la muerte de Simón Bolívar como un homenaje y que esta 'arma poderosa' había estado en el combate 1815, pero aún los historiadores se debaten en ratificar tal afirmación.
Pedro María Revollo, también se dedicó a inventariar los cañones y en sus memorias llegó a contar 13 en la ciudad.
Muchos fueron fundidos por el metal y otros sirvieron como atracadero para las barcas cuándo una ciénaga inundaba lo que hoy conocemos como El Boliche, según las pruebas encontradas por los restadores 'en el cañón encontrado en El Boliche tenía adosados en el suelo unos escalones que la gente usaba para subir a tierra firme o bajar a las barcas', contó Andrea.
También los enterraban en las esquinas a manera de bolardos para que los carruajes no pasaran cerca de las casas. En el castillo de San Felipe en Cartagena se cuentan 51 cañones, pero la mayoría de ellos son réplicas hechas en concreto.
Según los restauradores desde 2007 los cañones del Paseo Bolívar no han recibido mantenimiento y por ello temen a que 'el hierro no dure porque en estos lugares geográficos cerca al mar por la corrosión y el clima se inician procesos serios de deterioro que terminan desde adentro a disgregarse partiéndose en pedazos' advirtió Strauch.
Para tener un mejor conocimiento del cañón, esta infografía lo ilustrará más.