Para los barranquilleros de la década de finales del setenta y parte de los ochenta, el nombre de Chick Corea no les resulta extraño. Así se llamó un bar de jazz ubicado en el segundo piso de una edificio de la carrera 53 con la 72 cuando la noche barranquillera –es decir la rumba- campeaba por esos lados. El nombre colocado por su propietario, el arquitecto Hermes Romero, era un evidente homenaje al pianista que había logrado introducirse, con su modernidad y estilo, en el alma de los avanzados musicales de aquellos tiempos.
Algo que quizás pudo lograrse por los ancestros latinos de Corea, señalados por este con sumo cuidado: 'Yo me crié en la cultura latina y siempre he tenido una fuerte conexión con ella. En 1972 conocí a Paco de Lucía y gracias a él me introduje en el flamenco. Por otra parte, mi primer estilo fue la música de origen cubano, de los que vivían en New York'.
Todo ello es muy posible para que Corea tuviese tanta supervivencia sonora, pero lo puede ser también el hecho que Chick Corea se amalgamó a un sonido 'eléctrico', rockero, que le permitió el acercamiento con muchos militantes de esa corriente musical.
Es un legado que comparte con el trompeta Miles Davis, con quien integró una histórica banda y del que aprendió el valor de arriesgarse sobre una idea estética musical. Al respecto dijo: 'La lección más importante que recibí de Miles fue su convicción como artista.
El fue criticado de muchas maneras, como sucede con la mayoría de los artistas cuando intentan hacer algo, pero nunca desistió de seguir haciendo la música que realmente quería hacer. Y eso me inspiró profundamente, su condición espiritual de valentía y franqueza'.
Tiempos terribles con la Electrik Band. Con sus proyectos experimentales que implicaban un azuzarse al máximo la mente en pos de una veta ignota de nuevos sonidos, casi como una obsesión buscando formatos y lenguajes en donde sintonizarse con el público, algo que por demás Corea siempre ha tenido absoluta y legítima claridad.
Enfatiza su credo al respecto: 'Soy feliz cuando siento que le he proporcionado algún tipo de placer al público. En el grado que sea: desde una sensación agradable a una inspiración o un cambio en su forma de ver las cosas. Mi objetivo ha sido siempre producir ese placer. ¿Quién no querría hacer feliz a otra persona?
Hay muchos prejuicios en el arte alrededor de este asunto, pero lo importante es que la vida tiene que ver con uno mismo y con los demás, que estamos juntos. Para mí los mejores artistas son los que crean cosas maravillosas con su imaginación y son capaces de transmitirlas para que los demás las disfruten'.
De acuerdo, Chick. Primero el público y su imaginario que es la misma consecuencia, a la larga, de los procesos culturales que evolucionan e involucionan. El quid de la cuestión consiste entonces en saber hacia qué lado exactamente vas. Hacia adelante o hacia atrás dentro de una comunidad musical determinada.
Chick Corea tocando en vivo con el vibrafonista Gary Burton. Juntos han grabado varios álbumes.
Para ello Corea expresa una verdad rotunda: 'la comunidad musical es una cultura. Y una cultura es un organismo vivo que aprende de sí mismo y evoluciona. Crece, disminuye, luego vuelve a crecer... Y los miembros de esa cultura tienen muchas opciones, no hay normas. Es algo orgánico y es muy difícil describirlo con más detalle'.
El asunto clave de la música, según Corea, es no dejarse llevar por ideas preconcebidas sobre los cambios en las percepciones de las estéticas musicales: 'Creo –sostiene- que pasa algo con los artistas e incluso con el público, que tienen una baja estimación de su propia capacidad de entendimiento; piensan que el público no va a entender cosas que lucen complicadas, y eso no es cierto, porque si la música tiene el sentimiento y es emocional, y tiene un ritmo que pueda agarrar a la gente, el público puede entender cualquier cosa'.
La pianística de Corea sigue con plena vigencia –y eso hay que repetirlo para poder digerirlo en forma debida- merced a la particular filosofía con que Corea enfila sus trabajos. No solo partiendo desde la Cienciología, una religión laica proyectada por el escritor de ciencia ficción Roy Hubbard, sino por los particulares retos vitales de no repetirse, de ser un eterno explorador de sonidos.
Por ello afirma: 'Siempre será un reto hacer música nueva, porque si haces algo con un sonido diferente, puede que no le resulte familiar al público, pero, para mí, ese es uno de los aspectos de hacer música, crear algo nuevo y continúo intentando siempre eso'.
Una incesante lámpara explorando sonidos con el piano. Un filósofo del sonido que busca entrar en empatía con el gusto de un público que le es fiel tras el paso de los tiempos y los estilos y que siempre se encuentra presto a verlo en los escenarios del mundo, a sus 73 años, dictando cátedra, pero también aprendiéndola. Y revela su secreto: 'Yo soy y seré un eterno estudiante. Si no tienes esta intriga por conocer más, para mí la música pierde su sentido'.
Un bar lleno de jazz.
Chick Corea Bar fue construido por un amante del jazz en Barranquilla. El arquitecto Hermes Romero quiso rendir un homenaje a uno de sus grandes ídolos musicales, con la apertura de este centro nocturno al inicio de la década de los 80.
Por nueve años seguidos estuvo abierto y se caracterizó por su calidad musical, ya que el conocido profesional de la arquitectura siempre estuvo atento y fue cuidadoso de que cada nota que allí se escuchara estuviera relacionada con las melodías del género que aún es de su gusto. MAO