Desde que la Señorita Sucre, Ariadna Gutiérrez Arévalo, llegó a Cartagena, se ha perfilado como una de las favoritas para ser la sucesora de Paulina Vega Dieppa.
Sin embargo, cuando fue nombrada como Reina de la Policía, empezó a escucharse con fuerza el mito de que la candidata que se hace con ese título, no alcanza la corona de Señorita Colombia.
Luego, cuando también alcanzó el premio Rostro Jolie de Vogue como la aspirante con las facciones más armoniosas del certamen, los comentarios no se hicieron esperar: 'la que gana todo, no queda'.
Y para complementar su mamá, Shirley Álvarez Arévalo, ganó el jueves el título de Reina Madre.
Esta creencia, arraigada entre el pueblo cartagenero y los seguidores del Concurso Nacional de Belleza a nivel nacional, se debe a casos en donde la candidata 'más opcionada' del concurso, que arrasa en las competencias previas, se queda sin el premio mayor en la noche de elección y coronación.
Opinan las reinas. Catalina Robayo, Señorita Colombia en 2010, cree que esto es un mito y nada más. 'Últimamente sí ha sido así: las niñas que se han llevado casi todos los premios, por uno u otro motivo al final no se llevan el título de Señorita Colombia. Pero, pues es un mito, todos los años es distinto, también ha habido las niñas que se han llevado todos los premios y también la corona. Pero otras aunque hayan ganado la gran mayoría ni siquiera han llegado a entrar a las cinco finalistas. Cada evento tiene un furado distinto al de la velada de coronación', opina la beldad.
Ella, como lo ha hecho la Señorita Sucre, cita el caso de Taliana Vargas, quien en el 2007 fue elegida como Señorita Elegancia Prima-tela, Reina de la Policía, Rostro Jolie, y el mejor cuerpo del concurso, para luego obtener el título de Señorita Colombia.
Para ella, eso se debe a que hay 'cosas que no se pueden medir' a simple vista, como la forma de ser y el intelecto de las aspirantes.
'Sí, estamos hablando de un reinado de belleza, pero para ser embajadora de este título en Colombia prima la labor social por encima cualquier cosa, y tenemos que tener un discurso fluido para hablar con todo tipo de personas.
Entramos en contacto con el Presidente de la República hasta con las personas que no saben leer ni escribir', sostiene la hoy presentadora.
'Tenemos que tener un bagaje en la parte intelectual y un desenvolvimiento, que eso lo mide el jurado. Por eso a veces decimos ‘¿Y esta qué, de dónde salió, por qué ganó?’. Porque era la que tenía esas cualidades', finalizó.
Catherine Daza Manchola, quien obtuvo el título de la mujer más bella de Colombia en 2003, dice estar 'totalmente en contra de ese mito'.
'Cuando yo concursé me gané casi todos los premios y quedé elegida Señorita Colombia. Ese no es un parámetro para medir si va a quedar o no. De pronto sí ayuda a sumar puntos, a subir y bajar las barras entre las reinas, pero no es algo definitivo', apuntó la caleña.
Para Vanessa Mendoza, la primera Señorita Colombia de raza negra, el asunto es relativo. 'De ese mito mucho se ha escrito, mucho se ha dicho y mucha tinta ha rodado, pero en realidad no pasa de ahí, de ser solo mito. Se ha roto en muchas oportunidades. Que da para calentar los ánimos y formar debate para esta época, sí', sostuvo.
Ella nombra el caso de la actual Señorita Colombia, Paulina Vega Dieppa, quien ganó mejor traje artesanal y mejor cuerpo.
Hablan los conocedores. A diferencia de las exreinas, el periodista Sergio Barbosa dice creer completamente en el mito, pues dice, le ha tocado de cerca 'todo ese asunto de la favorita que no queda, que se queda aplaudiendo'.
'El año pasado no pasó, pero antes sí. El año de Natalia Valenzuela (2010, representante de Huila), que estábamos absolutamente seguros de que iba a ganar. Toda la prensa y los invitados especiales decían que no había una mujer más bella, y nada', cuenta Barbosa, refiriéndose a que ese año, luego de recibir los títulos de Reina de la Policía, Figura Bodytech y Belleza Natural, Valenzuela resultó primera princesa, mientras que la corona se la llevó Catalina Robayo.
Graciela Torres, la Negra Candela, difiere con el periodista, pues dice que los medios solo se encargan de hacer su trabajo y 'el que elige es el jurado calificador'.
Wilson Ortiz, quien lleva 23 años cubriendo el Concurso Nacional de Belleza, no le da crédito al mito. Más bien, dice que todo se remite a los casos en donde el público 'pone a sonar a una candidata' y esta, al enfrentarse al jurado, es descartada.