Iniciando como un pequeño caserío establecido a principios del siglo pasado, el hoy corregimiento de Buenaventura de Leña está ubicado en el municipio de Candelaria (al sur del Atlántico) y cuenta con más de 2.000 habitantes que se dedican, en su gran mayoría, a labores campesinas en fincas cercanas.
Una de las más representativas del corregimiento es la finca San José, establecida en 1938 por Miguel Rodríguez, quien es recordado por los habitantes por haber cedido parte de sus tierras para la construcción de una iglesia, una plaza, un parque y un jagüey para que las familias pudiesen abastecerse de agua. Estas fueron las primeras muestras de progreso en Buenaventura de Leña.
Sus acciones fueron replicadas por su hijo, Urbano Rodríguez, quien donó otros terrenos para establecer el primer colegio, una cancha de futbol y crear uno de los pocos barrios pavimentados del corregimiento.
Medicamentos son suministrados a una madre en una de las brigadas de salud.
Inspirados por estos ejemplos, Luis Rodríguez (hijo de Urbano Rodríguez) y su esposa, Andrea Viñas, decidieron seguir con este legado de servicio. 'Venimos de la tradición de ver cómo el abuelo y el bisabuelo aportaron algo al pueblo y queríamos, no entregarles algo, sino enseñarles algo', manifiesta Andrea.
Es por eso que desde hace dos años, esta pareja de esposos decidió aportar al corregimiento con la creación de ‘Arando Corazones’, un proyecto cultural y social que busca impactar en las mujeres y niñas del corregimiento.
Formación a la mujer
Aunque esta pareja vive en Barranquilla, cada 15 días se dirige hacia el corregimiento para llevar brigadas de salud y actividades útiles a las mujeres. Estas son lideradas por amigos y familiares, quienes son profesionales en cada tema, e incluyen clases de bordado, tejido, estética y belleza, incluso charlas sobre autoestima, maltrato intrafamiliar, proyecto de vida y crecimiento personal.
Una joven recibe atenta las instrucciones en taller sobre tejidos y bordados.
'Creo que las mujeres son las que manejan el hogar y si la mujer tiene proyectos y planes sus hijos también los tendrán', expone Andrea para dar a entender su motivación para trabajar con mujeres y en especial con adolescentes, a quienes también les ofrece charlas sobre métodos anticonceptivos y la importancia de la educación.
Laura Contreras tiene 17 años, hace poco terminó el bachillerato y es una de las 180 mujeres que reciben estas clases y talleres. 'En esta comunidad es un poco difícil que los jóvenes estudien por falta de oportunidades y ellos han logrado que las jóvenes sigamos adelante', manifiesta ella, quien afirma querer estudiar para ser azafata de aviación o contabilidad pública.
Muchas de las actividades del proyecto se realizan en las instalaciones de la finca San José, propiedad de los Rodríguez, con lo que el terreno se mantiene como sede de las acciones solidarias de esta familia. 'Estamos vinculados de sangre y a través del tiempo a este pueblo, es una tradición de ayuda', manifiesta Luis Rodríguez, quien próximamente coordinará una serie de clases que serán impartidas a los hombres del pueblo, para aportar a su formación personal.
Las mujeres, durante un taller de artesanías con palma de iraca.
'Arar es preparar algo para sembrar. Aquí estamos arando corazones para sembrar esperanza, para sembrar fe, para inculcar valores', explica Rodríguez, quien junto a su esposa, hijos, demás familiares y amigos continuarán con esta labor desinteresada para llevar transformaciones sociales a Buenaventura de Leña, tal como sus antepasados lo hicieron en décadas anteriores.