A las 10:50 p.m. de ayer lunes de Carnaval, Barranquilla empezó a vivir, en medio del Festival de Orquestas, uno de los mejores conciertos que Rubén Blades le ha brindado a sus seguidores salseros. No solo cantó los éxitos que los amantes de este género musical esperaban, sino que acompañó su voz con reflexiones políticas tan reales como coherentes con las letras que ha interpretado en más de 45 años de vida artística.
Con su discurso musical en el estadio Romelio Martínez demostró que ya no solo suenan las campanas sino que está trabajando por la Presidencia de Panamá, un propósito que lo acercó al Palacio de las Garzas en el año 1994 y que diez años después le permitió ser ministro de Turismo.
'Este es el comienzo de nuestra despedida de este género musical', le dijo a Barranquilla en medio de ovaciones, y confirmó que tiene plazo hasta diciembre de 2016 para seguir cantando salsa, como lo hizo al lado de la reina Cristina Felfle Fernández De Castro, quien le entregó al cantante la medalla del Carnaval de Barranquilla.
El artista bailó con la reina del Carnaval, Cristina Felfle, quien le entregó la medalla del Carnaval de Barranquilla.
Mensaje para los jóvenes
Pero no solo de sus aspiraciones políticas conversó el cantante hijo de padre colombiano y madre cubana, una condición que lo hace sentirse privilegiado. Movió a miles de espectadores, casi 10 mil asistentes según cifras de Carnaval de Barranquilla S.A., con reflexiones sobre la responsabilidad que tienen en sus manos los jóvenes. No fue fortuito que comenzara su presentación cantándole a esas 'chicas que cuando se agitan sudan Chanel No. 3' y a los 'chicos que prefieren no comer por las apariencias que hay que tener'.
'Tienen el futuro de Barranquilla y de Colombia en sus manos. Atrévanse a pensar distinto y a moverse hacia adelante por su país y por todos nosotros. Es lo que estoy tratando de hacer yo', dijo el 'poeta de la salsa' mirando a un grupo de adolescentes equipado con celulares. El músico los instó a visitar sus redes sociales y su página web www.rubenblades.com, donde pronto activará un espacio de ideas para el cambio. 'Sé que tienen muy buenas ideas, y Colombia y Panamá son lo mismo'.
Los guiños con el Caribe colombiano
El salsero Héctor Lavoe fue homenajeado durante el concierto.
El de Blades también fue un concierto nostálgico, atravesado por las sorpresas que da la vida, pues 34 años después, justo el día de su presentación en La Arenosa, recibió la dedicatoria que le pidió en otro momento al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez antes de fallecer.
Y como no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla, el músico panameño pudo desencadenar un deseo del pasado. 'A Rubén Blades, el compositor de canciones: Gabriel García Márquez', leyó por fin. Luego le cantó a esos ojos que 'buscan de mente en mente la realidad, que esperan ver la verdad' y que adaptó del libro de cuentos cortos Ojos de perro azul.
Otro de los momentos cumbre del recuerdo llegó cuando Blades le dedicó sus mejores pregones a Héctor Lavoe con El Cantante, una canción de su autoría, pero que el músico puertorriqueño hizo suya con un estilo único que diversas generaciones siguen agradeciendo, cantando y bailando. Con esa misma potencia e inspiración de Lavoe le mostró al público una fotografía en la que está acompañado por 'el cantante de cantantes' y que, para sorpresa de muchos, fue tomada años atrás en Barranquilla.
Para los curramberos tampoco pasó inadvertido ese capítulo de la vida de Rubén Blades donde no supo si reír o llorar: la primera vez que escuchó una canción suya en una emisora se encontraba solo en una playa panameña. 'No me iban a creer', narró, y soltó un detalle que fortalece el cordón umbilical que tiene con Colombia: 'La escuché en una emisora colombiana de onda corta'. Una sorpresa más.
Cotidianidad hecha música
Blades le cantó a los pueblos latinoamericanos que prohibieron el futuro nacional, a los barrios donde la vida y la muerte bailan con la cerveza en la mano, a la gente que ha sepultado a familiares sin llorar, a los hijos de mujeres valientes que luchan contra un cáncer que no se puede curar y a los mártires de la verdad como el padre salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado a tiros en el altar de su catedral por defender la vida del pueblo centroamericano.
Fue vehemente en cantarle a la 'maravillosa aparición de la decencia en medio de la corrupción más grande, de la brutalidad más grande, de la violencia más grande', como escribió en su sitio web tras el anunció de beatificación de Monseñor Romero por parte del papa Francisco.
El cantante que mejor ha acercado las realidades latinoamericanas a su música espera 'ver una sociedad donde algún día a la gente se le juzgue por sus aportes y no por el color de su piel, sexo, apellido o condición social'. En un escenario acompañado de imágenes que evocaron las calles de ciudades como La Habana o Cartagena, confesó que creyó que no viviría para ver un presidente negro. 'Tengo esperanzas todavía'.
Tuvo hasta tiempo de burlarse de sus 'fracasos' musicales, pero como lo que a unos disgusta a otros enloquece, el pueblo barranquillero le respondió bailando a todo taco Descarga Caliente, el himno oficial de los estaderos de la ciudad, una canción que cantó en Curramba por primera vez en en más de 42 años. Una descarga que produjo todo tipo de sentimientos: 'Tremendo, impecable, auténtico, el mejor, bárbaro'.