La pasión por la astronomía en suelo costeño sigue motivando a personas de distintas edades para encontrarse en lugares como la cancha de la Escuela Normal La Haciendo o Combarranquilla.
Prueba de ello fue el encuentro llevado a cabo el pasado viernes, cuando más de 150 personas de distintas edades se encontraron en el nombrado centro académico para mirar las estrellas con un telescopio reflector.
Andrea Ortiz, que cursa noveno grado, fue una de las estudiantes que posó sus ojos sobre la estructura cilíndrica de ocho pulgadas de alto, empotrada en el suelo.
'Logré ver a Júpiter que es como de color amarillo. Me gustó ver cómo parecía moverse, pero en realidad somos nosotros los que por la rotación de la tierra nos movemos', explicó Andrea, que esperó una segunda oportunidad para volver a mirar al espacio y distinguir la constelación de Orión.
La Cosmovisión
Para el antropólogo Jhony Meca, especialista en patrimonio cultural, al hacer astronomía no solo estamos hablando del cielo, sino que simultáneamente estamos hablando sobre cómo nuestra cultura lo mira.
Así como Andrea, las tribus indígenas del Caribe también miraron el cielo y a través de su observación nutrieron sus creencias.
Los wayuu, por ejemplo, designan con el nombre de Patünainjana a la constelación conocida como Orión, recuerda Meca.
El investigador Miguel A. Jusayú explica que Patünainjana, para la etnia, corresponde al nombre de algunos astros que sirven para la orientación durante las noches y son señal de la llegada de las lluvias.
La constelación de Orión que deja verse en mayo da nombre a la estación para los wayuu.
Y según Johannes Wilbert, antropólogo estadounidense, investigador de la cosmogonía wayuu, 'las estrellas son lámparas más pequeñas que la luna, creación de Maleiwa'.
Grupo de niños disfrutando una sesión de actividades interactivas, en el Planetario de Combarranquilla.
Ver al sol
Para Juan Rafael de la Hoz, estudiante de once grado que integra el grupo de astronomía del colegio, las observaciones más que una asignatura representan un disfrute que alimenta desde hace dos años cuando por primera vez vio por un telescopio en el planetario de Combarranquilla.
'Allí tuve la oportunidad de ver las manchas del sol, es algo impresionante. Para mí es resolver esa intriga de saber qué tenemos sobre nuestras cabezas', dijo Juan Rafael.
Por su parte José Antonio Berrocal, compañero de Juan, comparte esa fascinación por el sol. Mientras las nubes, arrastradas por la brisa, obstaculizaban la visibilidad, José Antonio contó que lo que le parece más impresionante es que la estrella más cercana a la tierra gire sobre ejes distintos.
'La tierra va rotando sobre un mismo eje, pero el sol no, él va rotando por sectores. Si rotara como la tierra sería como si tomaras un papel y lo retorcieras girándolo. De pasar eso, explotaría', enfatizó, mientras un grupo de compañeros lo escuchaba con atención.
Grupos de Astronomía
La actividad de la Escuela Normal La Hacienda, fue coordinada por el docente Alex Vanegas, que considera la astronomía como una ciencia transversal a otros saberes.
Esta iniciativa fue apoyada por el Planetario de Combarranquilla, que funciona desde 1995 como un espacio que permite al visitante la interrelación con el cosmos mediante la divulgación del conocimiento astronómico. Su coordinador, Orlando Méndez, es también el actual presidente de la Red de Astronomía de Colombia (RAC).
Grupo de astroaficionados que asistieron a la observación de cuerpos celestes que se llevó a cabo el pasado viernes en la Escuela Normal La Hacienda.
'La astronomía en la ciudad ha ido tomando bastantes adeptos. El planetario es el epicentro de la ciudad donde confluyen los diferentes grupos y donde se han desprendido muchos aficionados', explicó Méndez.
Hoy por hoy Barranquilla suma la presencia de 15 instituciones educativas con proyectos ligados a la astronomía. También grupos de aficionados como el de Cosmocaribe, el Grupo Apolo, Fundación Cosmos, Fundación Amigos de la Astronomía, entre otros que funcionan en la ciudad.
Diego Bobadilla, miembro de Cosmocaribe comentó que el grupo está integrado por cinco personas, en su mayoría ingenieros de profesión, que se reúnen cuando hay cielos despejados, sobre todo en diciembre y carnavales para buscar en rutas como Solinilla, Santo Tomás y fincas distantes de la ciudad las mejores condiciones para apuntar los telescopios hacia el cielo.
'La idea es convidarnos para buscar cielos abiertos y en los lugares trazamos una ruta para navegar en la observación de los astros', comentó Bobadilla que en cada jornada registra fotográficamente los cuerpos celestes.
Antes de la afición de 'navegar' por las estrellas, históricamente la navegación por los océanos ha estado ligada a la orientación de los cuerpos celestes.
Por ello, en los antecedentes del estudio de los astros se retoma la llegada de Cristóbal Colón a América. Este hecho detonó en el mundo la creación de observatorios y la capacitación de los marinos en astronomía para soportar la expansión de los mercados a través de los océanos.
523 años después del arribo de Colón, en tiempos de GPS, estudiantes de colegio, profesionales y etnias como la wayuu coinciden en el acto de observar en cielo nocturno puntos de luz fuera de la tierra, para encontrar respuestas, explicar fenómenos, planear una ruta o, como lo dijo Juan Rafael de la Hoz, para 'resolver esa intriga de saber qué tenemos sobre nuestras cabezas'.