Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global', dijo Gabriel García Márquez durante su discurso en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en 1997 en Zacatecas, México.
En la Costa Caribe colombiana, y -particularmente- en la ciudad ‘ceñida de agua y madurada al sol’, Barranquilla, el lenguaje y las formas de expresión transitan entre la creatividad, la camaradería y un sentido del humor arraigado –entre otros– en una fuerte influencia andaluza.
Palabras como ajo, bacán, berrenchín, carón, erda, monocuco, y nombe –entre otras–, son tan propias de la cultura barranquillera como el lenguaje ‘alrevesino’ o ‘alverre’, que consiste en trastocar las sílabas de una palabra. En ese sentido, un chofer pasa a ser ‘fercho’, una camisa se transforma en ‘misaca’ y una mujer en ‘jermu’.
'Se trata de formas orales y escritas que renuevan el lenguaje. Las ‘barras’ y ‘galladas’, como se conocía años atrás a los clanes que se estacionaban en las esquinas de Curramba –un término alrevesino a medias–, solían crear nuevos palabras', afirma Aníbal Tobón, artista barranquillero.
Tradición vs modernidad
Dichos de antaño como 'da más vueltas que mamón en boca de vieja' o 'más peligroso que balacera en ascensor', si bien no han desaparecido del panorama parlante en la capital del Atlántico, han ido siendo reemplazados por otros -más acordes con los tiempos modernos- como 'no creas que la marimonda es Mickey Mouse'.
Para Julio Escamilla, magíster en semiolingüística de la Universidad de París Trece, 'la lengua se va modificando constantemente. Ninguna lengua permanece estática, de hecho los jóvenes de ahora usan nuevas palabras porque están siendo influenciados por los medios de comunicación y por internet'.
'Siempre van a estar apareciendo palabras distintas, porque las que ya existen se van modificando a las nuevas realidades fonéticas', reafirma el semiólogo, también profesor de la Universidad del Atlántico.
'Nosotros tenemos una fascinación por el uso de palabras de especial sentido, somos muy dados a crear nuevos términos o a usar con una carga semántica muy fuerte los que ya están', dice.
Lenguaje y cultura
El sociólogo barranquillero Orlando Fals Borda reconoció en sus investigaciones a algunos términos del Caribe como un 'acervo de sabiduría popular' en sí mismos.
Según Patricia Salgado Dussán, socióloga de la Universidad del Atlántico, 'hay una cantidad considerable de términos, dichos y modismos que se utilizan y que le han permitido a las diversas clases sociales, comprobar cómo el lenguaje hace parte de una cosmovisión Caribe. Por ejemplo, ante la pregunta: -¿tú eres de aquí?, alguien puede responder: -‘a ñoñi’, como reafirmando una identidad cultural y territorial'.
'El lenguaje reafirma la identidad y la pertenencia por un sitio determinado. El de Barranquilla sirve para romper el hielo y las distancias que pueda haber en una relación', dice Salgado, para quien, la lengua es 'una manera de acercarnos más al otro, sin distingo de raza, color, estrato social, ni nada'.
Lengua barranquillera
'En Barranquilla tenemos todo un vocabulario en el que la jerga parece haberse ido de juerga. Por ejemplo: plequepleque se cambia por pelea o discusión; mamellazo o tramacazo, por golpe; barra, por unidad monetaria; guachafita, por tropel, entre otras más', sostiene Aníbal Tobón.
'La idiosincrasia del Caribe, parte del lenguaje mismo, desde la forma de hablar. Porque somos lo que hablamos', manifiesta el lingüista Julio Escamilla.
La gente de Barranquilla se caracteriza por su desparpajo y su forma fresca y descomplicada de hablar. 'Los barranquilleros son más desinhibidos, no tienen prejuicios al usar palabras de ‘grueso calibre’, expresa Escamilla.
'Desde la sociología, la lengua es el elemento fundamental de la cultura. El lenguaje es tomado como la forma más significativa que tiene la gente para transmitir sus ideas y socializar', dice Roberto Ochoa, sociólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana y presidente de la Asociación de Sociología del Caribe.
Según Ochoa, 'la pronunciación, el contenido y la forma del lenguaje Caribe le dan una idiosincrasia muy particular a la región'. 'La comprensión lingüística de algunos elementos muy particulares del lenguaje, se origina en migraciones rurales o suburbanas', puntualiza.
Los términos que están ‘en boca’ de los nacidos en La Arenosa denotan humor y a su vez, contundencia semántica. Características como un tono de voz alto y una actitud desinhibida al momento de manifestar sus pensamientos y emociones, hacen que los barranquilleros sobresalgan en cualquier lugar del mundo al hablar.
Palabras de Barranquilla
Ajá. Entre otras cosas, sirve para asentir, saludar o retomar una conversación.
Ajo. Esta aféresis de ‘carajo’ se usa para manifestar sorpresa y desacuerdo.
Berrenchín. Se refiere al olor concentrado a orín. Algunos callejones de la ciudad huelen así.
Carón, pechugón o carapelá. Se le dice así a quien actúa con descaro y poca vergüenza.
Calidad. Se usa como calificativo para quien es considerado una buena persona.
Cipote. Se utiliza para reafirmar el tamaño (grande) de una cosa, evento o persona.
Espantajopo. Se le llama así a quien suele dañar cualquier situación agradable.
Firme. Hace referencia a algo muy bueno, elegante y que se considera destacable.
Llavería o llave. Se le dice así a un amigo muy cercano, a quien se le tiene especial aprecio.
Ñerda. Se utiliza como signo de emoción, sorpresa o susto.