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Alberto Manguel nació en Buenos Aires, Argentina, en 1948, el mismo año en que la violencia sacó despavorido de Bogotá a Gabriel García Márquez, cuyos iniciáticos pasos de literato lo llevaban por el mítico Macondo que seguro ya pergeñaba en La hojarasca, novela que entonces escribía.

Muchos años después, Macondo sería parte de los destinos escogidos por el escritor, editor y académico Manguel, para incluirlo en su Breve Guía de Lugares Imaginarios, un libro concebido a cuatro manos con el italiano Gianni Guadalupi.

El autor, invitado a la Feria Internacional del Libro 2015, en Bogotá, tilda de divertido aquel proyecto en el que con Guadalupi tomaron lugares ficticios de la literatura universal a fin de tratarlos como reales y a partir de allí estructurar una narración apoyada en mapas sobre cómo se llega, qué se come y cuál es su historia.

Hoy Manguel, conocedor profundo de los escritos del Nobel colombiano, vuelve al Macondo sobre el que Gabo reflexionó: 'No es un lugar, sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como lo quiere'.

Antes de que ambos se conocieran personalmente en Barcelona, cuando Manguel contaba veinte años de edad y Gabo trabajaba en El Otoño del Patriarca, el Argentino en su adolescencia y gracias a un editor uruguayo, ya había tenido contacto con el colombiano leyendo El coronel no tiene quien le escriba, novela que, considera, 'es absolutamente perfecta porque es un microcosmos. Tiene la amplitud de cualquiera de las obras mayores de la literatura universal'.

Además de hablar de Gabo, de Macondo y de participar en distintos eventos académicos, Alberto Manguel está presentando en el marco de la Filbo 2015 su más reciente escrito: Curiosidad, una historia natural, una colección de ensayos donde plantea 17 preguntas, teniendo como punto de partida el clásico La Divina Comedia, su libro predilecto, por el que siente que 'además de leer, le gusta releer'.

Al autor se le preguntó sobre la complejidad de las preguntas que propone en un libro que le demandó siete años de trabajo. 'Toda pregunta puede ser compleja según quien la recibe. ¿Quién soy yo?, es uno de los interrogantes del libro y tiene sus raíces en la noción de identidad que tengo de mí y que tienen los demás. Toda pregunta tiene su contexto', afirma Manguel en diálogo con EL HERALDO.

El personaje, también ciudadano canadiense y radicado en Francia, que en su juventud viviera en Israel y que tiene en la mira a Nueva York como próximo destino de residencia, es un lector consumado que ha viajado en avión y en letras a donde se ha propuesto. Incluso hacia sitios que escapan a la cartografía porque – cita a Herman Melville – 'No está en ningún mapa. Los lugares verdaderos nunca lo están'.

Sin embargo más tarde, durante el conversatorio sobre Macondo con el crítico literario Conrado Zuluaga, Manguel, en tono de ironía, habría de lamentar que hoy en día las cosas desconocidas y los destinos ilusorios tienden a desaparecer por cuenta del internet. 'No hay lugares imaginarios donde no llegue Google Earth'. Hace poco había afirmado que 'no uso internet porque tengo una biblioteca amplia en mi casa'.

El ensayista, que no imagina un futuro sin libros y duda de su desaparición en formato impreso, revela que le resulta más placentero leer que escribir. 'El escritor escribe lo que puede, el lector lee lo que quiere', dice refiriéndose a la frase de su maestro Jorge Luis Borges, al que visitaba durante la década de los sesenta para leerle en voz alta clásicos de la literatura y ser amanuense de uno que otro de sus poemas.

Manguel además es uno de los jurados de la segunda edición del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, abierto por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional. 'Algunos editores quieren hacernos creer que sólo la novela cuenta. Pero el cuento es de una importancia capital', asegura y destaca que el Premio Nobel en 2013 a la cuentista y narradora Alice Munro, es un reconocimiento a ello.

Para seguir indagando a Alberto Manguel habrá que inmiscuirse en las diecisiete preguntas de Curiosidad, una historia al natural, donde él mismo prologa: 'Los inquisidores saben que las afirmaciones alejan y­ las preguntas unen'.