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'Parecería, con esta hoja de vida, que ya me estoy retirando, y apenas estamos empezando'. Carlos Vives no le pone fecha de caducidad a su trabajo, porque entiende que la música es como ese Río Grande de la Magdalena que siempre realza en su discurso: se mueve constantemente, va y viene, se agita y retorna, y además, alimenta.

Se sube a una tarima dispuesta en el Malecón de la Intendencia Fluvial para presentar su más reciente video, Las cosas de la vida, con Miss Universo a bordo –Paulina Vega es la protagonista de la pieza que acompaña su canción–.

'Es imposible no cantarle a una ciudad que nos ha querido siempre'. Sabe que en Barranquilla todos lo reclaman. 'Los barranquilleros lo sienten de aquí, los de Bogotá lo sienten cachaco, los paisas dicen que es de allá', lo diría mejor la alcaldesa Elsa Noguera, sabiendo del amor que abarca el samario.

'Escogí el camino de la colombianidad en un momento en el que nadie nos abría las puertas'. Eligió el despunte de los 90, en plena lucha contra el narcotráfico, para hacer de las raíces colombianas un motivo de orgullo que amilanara la vergüenza. 'Nunca pretendí ser internacional, pero lo cierto es que lo logré desde la localidad'. Y seguramente en eso consiste el éxito de Vives, y por eso se siente comprometido con su tierra. Porque, para él, no hay otra forma de ser artista.