‘Aja’ es la primera palabra que dice. Edgardo Osorio borra las siete horas que separan a Florencia, Italia, de Barranquilla, con dos sílabas. No ha perdido el acento con el que nació. Se le desborda. 'Claro, obviamente, y se me sale todavía más cuando hablo con personas costeñas'.
Puede darle vueltas al mundo en cuestión de días en eventos de promoción de su marca, Aquazzura; puede hablar con la modelo Karolina Kurkova, en Rusia, en un evento de su firma, y apenas una semana antes no se cansó de firmar autógrafos sobre sus bocetos en México, junto a la directora de Vogue Latinoamérica, Kelly Talamas, quien lo nombró como uno de los 20 genios latinos de esta era. Pero él demuestra de dónde proviene con solo hablar español y sonreír.
Edgardo Osorio es un cartagenero que se crió barranquillero, con cierto aire europeo. Su formación en Londres y Florencia le confieren ese aire internacional que hace aún más difícil creer que, rozando los 30 años y habiendo trabajado con Salvatore Ferragamo, Sigerson Morrison, René Caovilla y Roberto Cavalli, sea un colombiano más.
Pero lo es, y quiere que todos lo sepan.
¿Cuál es el rasgo más Caribe de Edgardo Osorio?
Me encanta bailar, me gusta el color, la alegría. Digamos que todo sobre mi marca es algo muy positivo, feliz. Quería que todo fuera muy positivo, y para mí es algo muy caribeño, muy de la Costa, que la gente es muy positiva, echada para adelante, y yo quería que mi marca fuera así.
La colección Primavera Verano 2015 tiene el tricolor nacional muy fuerte. ¿En qué se inspiró para lograrla?
No era necesariamente la bandera de Colombia. La colección era ‘Tropical Pop’. Era inspirada en arte contemporáneo, y estaba viendo los cuadros de Andy Warhol y también de artistas modernos como Mondrian, y haciendo este tipo de color block con colores primarios. Me parece divertido que sea amarillo, azul y rojo, que son los primarios, ¡y salió! Ni siquiera lo pensé, honestamente. Lo que me da risa es que cuando subí la foto en Instagram, la gente: '¡Ay, la bandera de Colombia!', y yo: 'Ay, sí' (Risas).
La tengo en el inconsciente o algo. La idea era mezclar elementos de pop y de música y de arte contemporáneo. Estaba también escuchando Pharrell, que me gusta mucho. También con un toque bohemio en una parte de la colección, en la que me inspiré en la musa de Saint Laurent, que es Loulou de la Falaise, una señora aristocrática, bohemia, y me gustaba el mix de algo bohemio pero pop.
Los espadriles hacen parte de sus colecciones, y algunos parecen recrear el tejido wayuu. ¿Fue intencional ese acabado?
Eso fue. Siempre me han encantado el colorido y la textura de las mochilas, y me encanta toda la idea de usar algo de mi país. Yo uso muchas técnicas y trabajos manuales, de artesanos en Italia, porque me encanta ver la artesanía y promover todo lo que es la labor manual y de cosas que se están perdiendo.
Las mochilas, la historia de las mujeres wayuu, el hecho de que son las que ganan el dinero de la familia, la tradición es increíble, que la pasen de madres a hijas… Me llamaba mucho la atención hacer un proyecto donde pudiéramos darle trabajo a estas mujeres.
Al mismo tiempo, yo no lo había visto nunca en zapatos así, y ponerles una característica completamente de lujo. Muchos diseñadores han hecho mochilas de lujo, pero nadie ha hecho zapatos; no había visto, por lo menos, zapatos de lujo, y hacerlos en Europa con acabados de cierta manera. De verdad que fueron un éxito. Los compraron las clientas más importantes de Harrods, Barneys, Bergdorf Goodman, Net-A-Porter. La verdad es que fueron un súper éxito.
¿Cuáles son sus referentes colombianos?
No tengo específicamente ninguno. Son cosas que he visto y me llaman la atención. Ahora estuve en Cartagena y compré mil cosas en la calle, de los artesanos y algunas indígenas que me trajeron cosas.
En Colombia, como en todas partes, compro cosas, veo cosas, todo lo que veo me inspira… el mar y el colorido. Me encanta el mix de colores tan alegre. No es una referencia específica, son cosas que siempre me han gustado. Lo que hacen los indígenas, las cosas típicas.
En Colombia hay bellezas, desde las hamacas, las mochilas, las cosas con cañaflecha, los sombreros vueltiaos… toda esa manualidad colombiana tiene una belleza y puede ser interpretada de maneras totalmente diferentes. Y me llama mucho la atención aprovechar eso. No ha estado hecho a un nivel altísimo, importando la manualidad colombiana y producida en Europa. Me llama la atención cómo se puede interpretar esa manualidad colombiana en un producto completamente de lujo.
¿Cómo ve la moda colombiana desde el exterior?
Jennifer Lawrence luciendo unos Aquazzura.
Honestamente no la veo. (Risas) No la sigo. Soy muy amigo de Francesca Miranda, es una persona que quiero mucho, pero, aparte de eso, no sigo la moda en Colombia. Desafortunadamente no es algo que pueda hacer. Conozco a los diseñadores colombianos, soy amigo y conozco a las personas que están en el exterior, como Estaban Cortázar, y ahora tengo otras personas que estoy olvidando, pero son diseñadores colombianos que viven en el exterior, producen en el exterior, y están a nivel internacional. Sí los veo y los sigo, y súper orgulloso, porque pienso que es un momento donde están triunfando mucho los talentos latinos y colombianos.
Su boutique en Florencia, Italia, está instalada en un palacio de época. ¿Cómo llegó hasta allí?
La boutique mía, y también mi casa y mis oficinas, están en el Palazzo Corsini , que es un palacio del siglo XVII que perteneció a la familia Corsini, una familia noble italiana de esa época, y siempre fue mi palacio favorito en Florencia. Cuando el Gobierno Italiano me invitó a hacer una presentación en Florencia para Pitti, una feria de la moda en Florencia, supe que quería hacer mi presentación ahí, y tuve la oportunidad de conocer a las condesas, a Corsini. Nos volvimos muy amigos y de ahí empezó todo. Me mudé y después monté la boutique, y ahora me pasé completamente, las oficinas también.
Me gustaba la idea de que, como las otras grandes casas en Florencia, como Ferragamo, que hay Palazzo Ferragamo, o Palazzo Pucci, nosotros tuviéramos también un palazzo donde tuviéramos el almacén, la casa, las oficinas, todo.
Me encanta la idea de algo muy italiano, de algo de otra época, tiene un gusto muy bonito. Fue increíble hacer esto con todos los frescos originales de la familia Médici. Donde construyeron el palacio era una casa de los Médici y tiene una historia increíble, miles de historias. Hay cuadros en el palacio de Botticelli, de Caravaggio, de los artistas más importantes del Renacimiento. Vivir y trabajar y vender en un lugar así es algo único en el mundo, increíble, y obviamente ha sido algo que nos ha dado muchísima publicidad.
Y ahora, el 15 de enero, abro mi segunda boutique en Londres. Estoy súper feliz, súper orgulloso. Será en Mayfair, el centro de Londres, con las mismas decoradoras que hicieron la boutique de Florencia, y con un mix de cosas gráficas con cosas clásicas, como siempre ese gusto dolce vita.
Me gusta la idea de que cada tienda tenga una identidad. Cosas que nos identifican a la marca, pero que sea diferente, y que identifiquen cada ciudad. La tienda inglesa tiene una chimenea antigua y el techo tiene todos los detalles, como si fueran las casas inglesas, pero ya con toda la línea de mármol en blanco y negro, que es algo inspirado en las iglesias del Renacimiento en Florencia, que son muy gráficas y con rayas. Y después de Londres vamos a abrir Nueva York, entre finales de año y febrero, y vamos a abrir en Dubai y en Hong Kong el otro año.
¿Latinoamérica tendría, entonces, que esperar mucho más en este plan de expansión de negocio?
Sí, porque la clientela de nosotros suramericana compra en Estados Unidos y en el exterior, y honestamente, en Latinoamérica, Brasil y en México son los únicos países donde hay una clientela, y hay un poco más en Panamá últimamente, pero digamos que todavía se tiene que desarrollar mucho más el mercado, porque la gente compra mucho en el exterior. Todavía no estamos listos nosotros ni ellos. Queremos hacer los puntos principales y algún día, en un futuro, me encantaría abrir en Colombia, pero todavía no.
¿Por qué la piña como logo de Aquazzura?
Porque la piña oro es un símbolo de buena fortuna. Y también porque quería algo que me recordara a Colombia, mi tierra. Soy barranquillero, pero nací en Cartagena, y me recordaba un poco la Costa.
De la Costa son esos jugos de los que es amante confeso. ¿Cuál es su favorito?
Me encantan todos. Tengo mil jugos que me encantan y todos los días como de todo. (Risas) Me encanta el jugo de corozo, el jugo de níspero, el jugo de zapote. Son jugos que no se consiguen en ninguna otra parte.
¿Cómo recuerda los días en el taller de Francesca Miranda?
Lo único que me acuerdo es que me podía descubrir trabajando todos los días a esa edad, porque tenía 14, 15 años cuando empecé. Que los zapatos y accesorios era verdaderamente a lo que me quería dedicar, y trabajar también con las artesanas la manualidad, todas las cosas que hacíamos. Francesca es una persona increíble. Fueron unos años muy formativos y muy increíbles para mí.
¿Siempre tuvo claro que ese era su camino?
Yo siempre lo tuve más o menos claro. Me daba más miedo que mi papá no lo aceptara (risas) porque para él, bueno, en general, en esa época, la moda era más un hobby que una carrera. Entonces yo pensaba que me iba a tocar estudiar una carrera como Medicina o Ingeniería, o algo así, y estudiar Moda como si fuera un hobby (Risas). Es más, en algún momento pensé que podía ser cirujano plástico. (Risas).
¿Cómo es el proceso de inspiración de los bocetos que pinta, que luego serán materializados en zapatos?
Pinto primero el pie. Es difícil explicarlo. Es más que lo tengo en mi cabeza, y lo que imagino es cómo se va a ver divina una mujer. Todo lo que yo hago es porque quiero que la mujer se vea linda; algo que la haga ver elegante, sensual.
¿Cuál es la característica de todos los zapatos Aquazzura, sean ‘flats’ o tacones?
Que son cómodos y son sexys.
¿Se plantea hacer alguna pasarela en Colombia?
No he pensado en eso honestamente.
¿Pero ha recibido invitaciones para protagonizar una?
Sí, pero desafortunadamente no tengo mucho tiempo y tengo que dedicarme a los mercados donde yo vendo.
¿Cómo organiza su cronograma, entre trabajo y vacaciones?
Yo en agosto me voy siempre de vacaciones un mes, y en Navidad, otro mes.
Y, en vacaciones, ¿le da licencia a un chispazo de inspiración?
Cuando estoy de vacaciones, siempre estoy mirando todo, y ahora que estuve en Colombia compré ocho mil cosas para la inspiración. Pero diseño mucho de vacaciones. Me gusta porque estoy solo y tengo más tiempo para pensar.
¿Qué tiene en mente para su próxima colección?
La única cosa en la que yo siempre estoy pensando es en mis clientas. Las conozco. Siempre quiero hacer cosas que ellas quieran ponerse y que les sirva.