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Uno de sus conciertos más explosivos y contundentes del Barranquijazz Festival 2015 será el que esta noche brindarán en el Teatro Amira de la Rosa los Titanes del Trombón liderados por el trombonista estadounidense Douglas Beavers, quien reúne en su proyecto musical a 11 afamados músicos del mundo.

En el concierto, ‘duros’ del trombón como Lewis Khan y Reynaldo Jorge, evocarán el sonido clásico del jazz y la música latina propio de Nueva York, rindiendo un homenaje a la orquesta La Perfecta, del neoyorquino Eddie Palmieri y al Conjunto Libre, del percusionista norteamericano Manny Oquendo.

Movido por la intención de sacar adelante un proyecto de latin jazz 'de alto nivel', que incluyera descargas cubanas de la década de los 50 y la presencia de quizá los mejores trombonistas de Nueva York, Beavers creó Titanes del Trombón. El artista habló con EL HERALDO sobre su trayectoria musical y la de su agrupación, y anticipó que hoy presentarán ‘Sunflowers’, un tema que escribió especialmente para Barranquijazz.

¿Por qué surgió la idea de realizar un proyecto en el que el trombón fuera el protagonista?

Con Titanes del Trombón quise hacer un tributo a los grandes trombonistas, de dos idiomas: los de jazz y los de música latina. Me pareció muy importante resaltar a trombonistas como el cubano Generoso Jiménez -quien tocó con artistas como Benny Moré-, Jack Teagarden, Barry Rogers y J. J. Johnson, entre otros. Estos hombres no solo fueron grandes trombonistas sino también increíbles arreglistas y compositores. Ellos tenían el oído para saber dónde debía ir un trombón.

¿Y dónde cree que se puede poner a sonar un trombón?

En la música latina es perfecto, porque los trombones dan mucha potencia a la música; son como motores. Un ejemplo de eso son la orquesta de Mon Rivera, en Puerto Rico, y La Perfecta, de Eddie Palmieri. De hecho, con Palmieri empecé mi carrera profesional, he tocado muchas veces y he aprendido mucho de él, quien ha sabido incluir los trombones en su grupo. Barry Rogers y José Rodríguez eran los trombonistas de La Perfecta, y estos se ajustaban tan bien a la estructura de las partituras que al momento de llegar el clímax de un tema era cuando entraban fuerte los trombones.

¿Qué caracteriza a los Titanes del Trombón?

Nosotros estamos introduciendo algo nuevo en el sonido. La orquestación es muy especial porque no solo tenemos trombones, sino también tubas, cornos franceses, violines, violas y chelos, entre otros.

¿Qué significa el trombón para Douglas Beavers?

Es un instrumento que lleva energía, fuerza y potencia a las orquestas y a los grupos. Pienso que suena como la voz humana, se puede modular casi de igual forma que esta. El trombón ofrece un campo muy amplio para expresar diversos sentimientos y emociones en la música. Pienso que en el momento que entran los trombones, nada es como eso.

En los Titanes del Trombón ha reunido a algunos de los más grandes trombonistas ¿cómo ha logrado que su proyecto hoy sea una realidad?

He trabajado con ellos por mucho tiempo. Cuando yo entré a la orquesta de Palmieri por seis años, ahí tocaban Johnny ‘El Dandy’ Rodríguez y George Delgado, que ahora hacen parte de Titanes del Trombón. Y después trabajé en la Spanish Harlem Orchestra, donde encontré a mi gran hermano, Luisito Quintero. Desde ese entonces he escrito temas para él y para muchos otros músicos. Cuando quise ver, estaba rodeado de todos estos músicos de alto nivel, a quienes ahora considero como familia.

¿Quiénes son esos músicos que considera como si fueran de su familia?

A Barranquilla he venido con 11 de ellos, entre los que se encuentran cuatro trombones. El costarricense Luis Bonilla y dos estrellas de La Fania, Reynaldo Jorge y Lewis Khan -quien también trajo su violín- están en esa lista. Sé que el público de Barranquilla va a disfrutar del show a lo máximo, porque lo que vamos a presentar es algo natural. Para el grupo y para la música en general, que siempre pide algo diferente, esto lo vamos a presentar en el Amira. Tengo mucho orgullo de todos estos músicos que me acompañan y estamos listos y sin miedo para poner a gozar al público barranquillero.