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En el verano de 1965, Pablo Milanés hizo lo que, por entonces, deseaba toda esa camada de muchachos cubanos que gestaban, sin saberlo, la Nueva Trova. Compuso Mis 22 años –que ya son 50–, justo cuando el mundo veía cómo se desataba la Guerra de Vietnam, o Los Beatles grababan Yesterday.

Sigue cantándole a la cotidianidad medio siglo después, con una discografía que atemoriza a los más intrépidos interesados en seguirle los pasos. Tiene una canción casi para todo, contestatarias –como La vida no vale nada– y enamoradas – como El breve espacio en que nos estás, o Yolanda–, y lo mejor de su repertorio lo sacará la próxima semana, en Medellín, en un evento con nombre de historia: el Premio Gabriel García Márquez.

P Usted es un contador de historias. Ese es rasgo que comparte con García Márquez. ¿Cuál es la mayor similitud y diferencia entre sus historias y las de Gabo?

R Todos somos contadores de historias, efectivamente, y tal vez lo que nos diferencia es que yo cuento el día a día, y él, la universalidad en el tiempo de esas historias.

P De las obras de García Márquez, ¿cuál es aquella que más lo ha inspirado?

R. Es un lugar común, pero realmente fue Cien años de soledad.