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En el Mompox Jazz Festival los andenes también son tarimas para los músicos. Saxofonistas, flautistas y percusionistas llenaron el ensoñador ambiente de este municipio con los sonidos de sus instrumentos, dándole un toque más que especial a este evento musical.

'El jazz es libertad', dice Nicolás Pérez. Aún sostiene en sus manos el saxofón menor con el que acaba de integrar una jam session –término que se le da a un encuentro de improvisación musical– en una de las aceras del caluroso Mompox a las dos y media de la tarde.

Muchas de las personas que pasan junto a Pérez y los otros jóvenes músicos que se encuentran con él, no dudan en sacar sus celulares para tomarles fotos, grabar videos o simplemente para disfrutar de las notas que surgen de sus instrumentos.

El público que se encuentra frente a ellos, en el que los lugareños denominan el Parque del Tamarindo, bajo las sombras de estos árboles, tampoco son tímidos en aplausos o silbidos. Algunos motociclistas se detienen unos minutos a escuchar de una música exquisitamente interpretada.

Es la cuarta vez que Pérez asiste al Mompox Jazz Festival y desde hace tres años, época en la que los estudiantes del Conversatorio de Música Adolfo Mejía de la Institución Universitaria de Bellas Artes y Ciencias empezaron a tomarse las calles de este ensoñador municipio ubicado en las faldas del río Magdalena. La primera vez que asistió a este encuentro musical tenía 15 años y ya tocaba el saxofón. Hoy tiene 19 y encuentra en este espacio un lugar para expresarse, como lo dice al preguntarle lo que para él significa el jazz, 'con libertad'.

'Esta es una experiencia muy bonita, todos los estudiantes de música deberían vivirla. El jazz es un medio para comunicar las emociones y también para identificarse. Es un género con mucha libertad. Principalmente es eso, el jazz es libertad', expresa Pérez. Junto a él se encuentran sus compañeros, Santiago Ahumada, en el bajo eléctrico y quien también toca contrabajo, y Carlos Guerrero en el saxofón. Ellos son tres de los 25 estudiantes y egresados que durante esta edición del festival estuvieron desplegados por las calles de Mompox, haciendo más especial la atmósfera de esta población ya de por sí particular.

Mompox, el especial

'El hecho de que este festival sea en un municipio como Mompox, con sus calles, el clima, la gente, la historia, el estar cerca del río y que simplemente llegar resulte una aventura y el mismo esfuerzo que se hace para terminar en estos escenarios bellísimos ya lo hace especial. Los músicos en las calles, tocando en los diferentes puntos del Street jazz le dan un elemento clave al ambiente', explica Manuel Lozano Pineda, director del Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar (Icultur).

Su afirmación la reitera Gabriel Jiménez Morillo, un cartagenero que desde hace 33 años toca la trompeta. Viste un pantalón rojo con tirantes y una camisa blanca; su pulida presencia contrasta con la antigua plaza de mercado de Mompox y la iglesia María Inmaculada. La imagen parece sacada de una postal. Jiménez pasea lentamente mientras sostiene orgulloso su instrumento, mientras que las notas de las canciones de Frank Sinatra y los Beatles capturan la atención de los transeúntes que se detienen a escucharlo, aplaudirlo o darle alguna contribución económica. 'Yo toco de todo, lo que me pidan. Esto es como YouTube con banda ancha', dice con humor.

Aunque inicialmente el Festival contrataba personas para que tocaran en sus calles, hoy son músicos como Jiménez Morillo y estudiantes de la universidad los que se dedican con entusiasmo a esta labor. 'Le acuñamos el término Street jazz porque no queríamos que la música se limitara a la tarima sino que estuviera en las esquinas de Mompox, en la calle, con la gente. Vimos que los estudiantes tenían toda la capacidad de asumir esta labor y lo vimos también como un incentivo para ellos. También queríamos diferenciarnos de otros festivales y a eso le sumamos exposiciones fotográficas y desfiles de moda', explica Margarita Díaz, directora general de Icultur.

Cada uno improvisa

En otra acera de Mompox se encuentra Julio Cogollo, con una campana de mano. Junto a él, Camilo Belles, en la melódica, un instrumento que simula el sonido del acordeón, Carlos Fontalvo, en la toco flauta traversa y Leobaldo Martínez, en el cajón peruano. Acaban de interpretar una lambada y alrededor la gente se reúne para disfrutar de esta música. 'El sentido del Street Jazz es que cada uno esté en una esquina tocando. Nosotros estábamos en esquinas distintas pero decidimos unirnos para hacer una jam session. Estamos desde las 10 de la mañana tocando' explica Cogollo. Para él y sus compañeros, este festival es una vitrina importante para dar a conocer su talento, pero sobre todo, para divertirse y entretener a los más de 4000 asistentes de este festival, que vienen de los municipios aledaños o de otras partes del país.

Es el caso de Nelly Luna, quien disfrutaba de su interpretación. 'Vengo de Barrancabermeja, me enteré del festival porque tengo amigos momposinos. Me encantó este grupo y todo lo del Street jazz, por eso vine a tomarme fotos con ellos. También me parece una oportunidad excelente para los jóvenes. En general, el evento me ha parecido espectacular'.