El suelo de Barrio Abajo es una ventana al pasado. En la zona en la que nació el Carnaval también vivieron los primeros habitantes de lo que es hoy Barranquilla. Los rastros de la cotidianidad de las poblaciones indígenas prehispánicas están siendo recolectadas y estudiadas por el primer proyecto de Arqueología Urbana que se realiza en la ciudad a la fecha.
La carrera 50, junto al edificio de la antigua Aduana es, en este momento, un escenario dominado por las retroexcavadoras, operarios de construcción, el avance del cemento, y también por arqueólogos que se mimetizan en el entorno de la obra civil, en un proyecto en que cooperan la Universidad del Norte y Transmetro.
Jorge Villalón, quien aporta al proceso la investigación histórica y documental, recorre la zona atento y habla de lo curioso que resulta que un yacimiento, con los restos que podrían ser los más antiguos de la ciudad, esté en una zona cercana al Archivo Histórico de Barranquilla.
'Este es un lugar muy especial para la historia de la ciudad, porque aquí, en 1889, el ingeniero Antonio Luis Armenta, haciendo unos rieles para un tranvía, encontró restos indígenas en esta zona', cuenta el historiador, mientras camina por las obras del Par Vial hacia una de las excavaciones arqueológicas. 'Él afirmó que era un cementerio indígena, pero puede no ser así, porque la relación de los indígenas con la muerte es distinta a la nuestra', explica Villalón.
Después de unos minutos de trayecto sobre el terreno irregular, el historiador, junto a un grupo de representantes de Transmetro y de la Universidad del Norte, llega al punto de corte arqueológico, donde tres investigadores trabajan un área de 2,40 metros de largo, con 1,50 de ancho, y esa misma medida en la profundidad. De esa zona extrajeron, en una capa superficial, material reciente con escombros y vidrios, y más abajo, restos de cerámica que son la evidencia de la ocupación indígena.
Representantes de Transmetro y la Universidad del Norte en la zona de las obras civiles y arqueológicas.
Los objetos son almacenados en bolsas marcadas según el segmento de tierra en que fueron hallados, técnicamente llamados estratos.
Desde el 7 septiembre se han ejecutado seis cortes en distintos lugares de la obra. Estos lugares fueron elegidos de acuerdo a la orientación en que avanzan las obras y también a los datos históricos que referencia Villalón.
En el Laboratorio
En el trabajo de campo de la arqueología urbana reina el caos y el ruidos de los motores, mientras que, en el laboratorio, el silencio armoniza la labor de limpiar los fragmentos de cerámica, los restos humanos y animales, entre otros objetos del pasado. Las bolsas marcadas se amontonan en los rincones, a la espera del proceso que contempla la clasificación y el análisis final.
Javier Rivera, el arqueólogo que lidera el estudio, señala que la cerámica encontrada está vinculada con actividad humana y que los restos de fauna, por ejemplo, dan información sobre la dieta de esas poblaciones.
'Hay mucho pescado, conchas de molusco, restos de caparazón de tortuga. Eso comían', comenta Rivera, y señala que lo importante es que tenemos evidencia de que la historia de Barranquilla es mucho más vieja de lo que se pensaba.
El decorado de algunas vasijas da indicios de que estas poblaciones podrían vincularse con poblaciones de indígenas Malambo, que datan de 3000 años a. C; sin embargo, solo podrá comprobarse hasta que se efectúen las pruebas de Carbono 14.
Arqueología urbana
'Lo primero que encontramos fue una vasija, pero podía ser una teja. Como el que no conoce no le ve el valor que tiene...', cuenta Ricardo Restrepo, gerente de Transmetro, quien señala que el primer indicio lo encontraron los operarios. 'Sabíamos que tenía potencial arqueológico, así que detuvimos las obras y contactamos a la Universidad del Norte, a Mapuka, que está autorizada por el ICANH para estos trabajos'.
Desde entonces, la obra civil coexiste con el estudio que busca reconstruir un segmento poco analizado de la historia de estos territorios. 'Esto es muy importante, porque no imaginamos que, como empresa de transporte público, pudiéramos apoyar una contribución histórica tan importante', afirma.
La arqueología se metió en la ruta de Transmetro. En un escenario en que destacan los escombros, las excavaciones de maquinaria pesada y el concreto, los trabajadores civiles cohabitan con arqueólogos. Unos trabajando por echar los cimientos del futuro, y los otros, por reconstruir el pasado anterior a los 202 años que tiene la ciudad.