'En mi segundo ciclo de quimios el cabello se me empezó a caer. Esto no era raro para mí, ya estaba consciente de que me pasaría', cuenta Lastenia Moreno. Sin embargo, esta mujer de 65 años, sobreviviente de cáncer de mama en 2011, admite que no siempre pudo interiorizar y ver como 'normal' aquello que le sucedía.
Esta 'guerrera', como la llaman sus hijas Daniela y Milagros, describe cada paso de su enfermedad esbozando sonrisas. Y es que no es un cuento triste. ‘Laste’, como la llama cariñosamente su familia, luchó hasta el final para seguir viviendo y lo hizo gracias al apoyo incondicional de sus parientes y sus ganas por no partir.
'Cuando me vi calvita, calvita, me sentí muy triste. Entonces, una de mis hijas (Daniela) se cortó la cabellera que tenía para mandarme a hacer una peluca', narra ‘Laste’ con su voz quebrantada. El acto profundo de amor de su hija se vio recompensado dos semanas después, cuando recibió su peluca de cabello natural.
'Me la pusieron y no me dejaron ver al espejo. Mis hijas empezaron a halagarme, pero yo en mi tristeza parecía que no las escuchaba', recuerda esta madre cabeza de familia.
Las hijas de ‘Laste’ interrumpen a su mamá y cuentan que, al final, una de ellas cubrió con las manos los ojos llorosos de la mujer, mientras la otra le ponía un espejo de bolsillo frente a sus ojos.
La reacción fue inigualable. Quedó perpleja ante la imagen que tenía al frente. El de una mujer sin cejas y ni pestañas, pero con la más abundante de las cabelleras. Era ‘Laste’ la de antes de las engorrosas y dolorosas quimioterapias. Era una nueva Lastenia.
Un renacer
Como esta mujer, víctima del cáncer de seno, hay miles en el mundo que pierden el cabello por el efecto de los fuertes fármacos de las quimioterapias. Así lo explica el médico oncólogo Javier Páez Méndez. 'La caída del cabello sucede porque este tratamiento afecta todas las células del cuerpo, no solo a las células cancerosas. Entre los tejidos que más sufren son los que recubren los folículos capilares, ya que son especialmente sensibles'.
No obstante, el especialista recalca que estas células se multiplican rápidamente, como las células cancerosas. 'La diferencia es que las células normales se reparan a sí mismas, lo que hace que estos efectos secundarios sean temporales', indica Páez.
Esta situación exacta le sucedió a ‘Laste’, quien asegura que pasó por momentos difíciles, pero aclara que 'de nada valía ponerse triste ante algo que bien podía tener solución'. Ella, en la actualidad, luce una corta pero fina cabellera blanca y natural en su cabeza. 'Mi pelo es nuevo y se siente como si fuera de bebé', cuenta.
El médico oncólogo afirma que el proceso de crecimiento del pelo varía en muchas mujeres. 'Hay algunas que les crece al terminar el tratamiento, a otras les crece enseguida, como hay algunas que sus cabellos no crecen en mucho tiempo'. Igualmente el experto asegura que no a todas se les cae el cabello.
'La gran mayoría sufre de alopecia con los tratamientos, pero hay casos excepcionales donde las mujeres conservan su cabello normal', asevera Páez.

Pelucas para todas
Popularmente se le conoce al cabello como el marco del rostro, antes que las cejas. Por eso, es preponderante la atención que se le presta a esta parte del cuerpo cuando se cae, cuando se quema, cuando no crece e, incluso, cuando cambia de color.
La psicóloga Mary Cruz López declara que se trata de 'una vanidad emocional', que lleva a las mujeres a preocuparse por ciertas partes del cuerpo.
'De la naturaleza de las mujeres yace la vanidad, solo que a veces se focaliza en ciertas partes del cuerpo, como el trasero, el abdomen o el rostro', dice López. Sin embargo, la profesional asegura que con el cabello pasa algo particular y se trata que 'sin excepción, todas las mujeres tienen gran cuidado con este atributo físico'.
En la Liga Contra el Cáncer seccional Atlántico se lidera actualmente una campaña de donación de pelucas a mujeres enfermas de cáncer de seno, que no tengan condiciones económicas para adquirir a una.
'Las personas que quieran donar el cabello lo pueden traer a la Liga Contra el Cáncer y dejarlo en la parte administrativa. Ese es el primer paso', afirma Elizabeth Vergel, subdirectora de la LCCA.
Luego de recolectar los cabellos donados, estos son enviados a la peluquería Montreal, propiedad de Luz Marina Tortello, asesora de imagen, quien lleva alrededor de 25 años elaborando pelucas y otro tipo de extensiones para la cabeza.
La labor de esta mujer empezó cuando se enteró de que su hermana sufría de cáncer de mama. 'Yo veía a mi hermana muy malita. Cuando quedó con la cabeza como la palma de la mano, fue para mí un trauma verla sin cabello. Desde ahí, mi corazón se sensibilizó y comencé a interesarme en cuestiones del cabello y adentrarme en el mundo de las pelucas', cuenta Luz Marina.
El cabello que vaya a ser donado puede ser entregado en la Liga Contra el Cáncer o se le puede cortar gratuitamente en la peluquería Montreal, donde se hacen las pelucas y se entregan a las pacientes de la Liga.
Se vende felicidad
En tiendas como Hair to Shop, de Barranquilla, venden pelucas naturales y sintéticas, con precios entre los $700 mil y $4 millones de pesos. Todas las pelucas están fabricadas con una imitación de raíz y tienen un simulador de cuero cabelludo, además de sistemas de filtración de aire. Las sintéticas, por ejemplo, son elaboradas en fibra de kanekalón, que soporta altas temperaturas, igual que una de cabello natural.