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'Mi conclusión final es que si un escritor quiere saber lo que se siente una persona en el momento de matar a otra, no le queda otro recurso que matarla él mismo'. Este regalo de Gabriel García Márquez a todo aquel que lo quiera aplicar vivió escondido hasta el pasado miércoles. El mismo 21 de octubre de 2015 que profetizó hace tres décadas una de las más famosas películas de ficción –Volver al futuro–, a su vez, se convertía en la puerta de entrada a un mundo cercado, hasta entonces, por la intimidad del Nobel.

Ese 21 de octubre abriría un nuevo futuro: el del Gabo inédito, desconocido, que emergió de las cajas que Mercedes Barcha puso a disposición del Harry Ransom Center, de la Universidad de Texas, en Austin, donde ahora vive un García Márquez en ropa interior, o uno amadísimo por su esposa, la más recurrente de sus acompañantes en las postales que atesora el conglomerado de recuerdos.

Esa frase testamentaria para cualquiera de los seguidores y estudiosos de su obra es uno de esos apartes que se quedaron perdidos en sus archivos escritos a máquina, en un fallido epílogo de Crónica de una muerte anunciada, que data de 1980, y que terminaría convertido en su columna El cuento del cuento, escasamente difundida, pero riquísima en los datos de confección de una de sus novelas más famosas, cuyo trabajo de investigación (una meticulosa línea periodística) lo llevó a entrevistar, más de 20 años después, a los protagonistas de uno de los triángulos amorosos más recordados de la literatura universal: el de Bayardo San Román y Ángela Vicario, que terminó por segar la vida de Santiago Nassar.

'Poco antes de morir, Álvaro Cepeda Samudio me dio la solución final a este libro. Yo había vuelto de Europa después de un viaje muy largo, y estábamos en su casa de domingos frente al mar miserable de Sabanilla, cocinando su legendario sancocho de mojarras de a dos mil pesos. –Tengo una vaina que le interesa —me dijo de pronto–: Bayardo San Román volvió a buscar a Ángela Vicario'.

Es la misma vaina que ahora le interesa al torrente de investigadores y aficionados a la obra garciamarquiana, que se regodean en que el Harry Ranson haya dejado al desnudo originales de 10 libros del cataquero, más de dos mil cartas y casi 40 álbumes fotográficas, una colección invaluable para la cultura global.

A conversar sobre Gabo. La vida y obra de Gabriel garcía Márquez, tan digna de lectura como de estudio, será ‘conversada’ durante el simposio ‘Gabriel García Márquez: Vida y legado’, que entre el próximo 28 y 30 de octubre se realizará en la Universidad de Austin, en Texas, Estados Unidos.

En el encuentro, la escritora Piedad Bonnett, profesora de literatura de la Universidad de los Andes y curadora del Pabellón ‘Macondo’ en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2015, hablará sobre la obra de García Márquez en el entorno colombiano y cómo –a través de sus obras– el Nobel retrató al país, a su historia y a su gente.

'La obra de Gabo es un espejo donde los colombianos nos reflejamos deformados. Y precisamente por no ser realista la manera como asume esa realidad, nos comprendemos mejor'. En el ámbito nacional, 'García Márquez es una figura que vino a cambiar los rumbos de la literatura del siglo XX', dice Bonnett, quien cataloga al Nobel como el escritor que comprende de mejor manera que 'hay que renovar el lenguaje para hablar de las realidades'.

Esas realidades a las que hace referencia la escritora antioqueña se centran en un eje temático común en la narrativa colombiana de todos los tiempos: la violencia.

'García Márquez agarra la historia de la masacre de las bananeras, y a partir de ahí construye Cien años de soledad, porque la anécdota central de la novela es esa; con la que, a través de la hipérbole, reactualiza el mito', dice Fabio Rodríguez Amaya, profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Bérgamo (Italia), quien ha estudiado a profundidad la obra del Nobel.

‘En Cien años de soledad, García Márquez arranca del génesis y termina en el apocalipsis. Recurre a la estructura de los libros de las sagradas escrituras y comienza a incorporar la literatura fantástica medioriental, la gran literatura oral del mundo árabe y la oralidad del Caribe colombiano', comenta Rodríguez Amaya.

Gabo, el periodista. Sobre los vasos comunicantes entre la obra periodística y la obra de ficción de García Márquez hablará el cronista Alberto Salcedo Ramos en el simposio que se llevará a cabo en Texas a finales de octubre.

Salcedo Ramos se encargará de explorar la forma en la que 'el periodista alimentó al novelista, y viceversa'. 'Gabo fue un escritor anfibio: podía vivir en las aguas de la ficción sin ahogarse, o en la tierra firme del periodismo sin sucumbir a la sequía', dice Salcedo Ramos.

El Gabo de pensamiento crítico, interesado en la política, en la literatura universal, en la vida nacional y en la realidad como fuente primordial de la ficción, se encuentra hoy al descubierto, con sus manuscritos y tachones ‘al aire libre’, más exactamente en la Universidad de Texas, donde las mariposas amarillas ahora revolotean entre lo más íntimo de sus memorias.

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La carta a Carter

Esta misiva fue enviada por el escritor al entonces presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, para poner a su 'consideración' la situación del puertorriqueño Andrés Figueroa Cordero, quien se disponía a terminar su condena en una cárcel en EE.UU., y que se enfrentaba a una enfermedad incurable.

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A Salman Rushdie

Otra de las miles de cartas firmadas por el Nobel, esta vez dirigida a su colega Salman Rushdie, en la que agradece una primera misiva enviada por el escritor indio, en la que delataba su ánimo de encontrarse con Gabo en Nueva York, donde este recibiría un reconocimiento.

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Epílogo que no fue

Facsímil del que iba a ser el epílogo de ‘Crónica de una muerte anunciada’ y que terminaría convirtiéndose en una columna del año 1981 publicada en ‘Tribuna’, del diario español ‘El País’, que cuenta con una conclusión en una siguiente entrega. Estas no son fieles al original en su totalidad.

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Discurso de nobel

El primer original del discurso que leyó García Márquez al recibir el premio Nobel en Estocolmo es otro de los archivos de valor inmersos en las paredes del Harry Ransom Center. El archivo inicial consta de 13 páginas.