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Las hay con coronas de cristal. Y tienen todas las perlas del mar. Tal vez. Pero en cada rincón, hay otra reina. Una reina sin tesoros ni tierra, que nada tiene que ver con las Serenísimas Altezas Reales que se nombran al otro lado del mundo, ni con los mantos de armiño que visten a reyes de nombres compuestos y títulos nobiliarios kilométricos.

Es una reina de esquina, de barrio, de vereda. De un corregimiento impronunciable. De un municipio con marcas de guerra. De un departamento que cuenta coronas. De un país que no perdona 52 años sin Miss Universo.

Colombia está plagada de reinas, con coronas y sin ellas, por el hecho de ser un país cuyo culto a la belleza lo ubica como la octava nación del mundo en la que más se practicaron cirugías estéticas invasivas y no invasivas durante 2014, un total de 357.115, según un informe de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética.

Nadie sabe de dónde salieron los cánones de belleza establecidos para ser soberana de-lo-que-sea, ni el 90-60-90, ni las piernas largas. Lo cierto es que todo el mundo busca lo más parecido a estos parámetros cuando de certámenes femeninos se trata.

Y es que Colombia no solo tiene –al parecer– el honor de ser el país con más reinados, sino también el de los más excéntricos. El equipo de corresponsales de EL HERALDO logró establecer 34 reinados en la región Caribe, según sondeos en los ocho departamentos. En el país se pueden contar 3.794, según un informe de BBC Mundo, datado de enero de este año, a propósito del triunfo de Paulina Vega en Miss Universo.

En las más desconocidas calles del país y la región Caribe se llevan a cabo reuniones de vecinos y lugareños que se arropan en una percepción extendida en sus dominios: 'Es que aquí no hay nada que hacer', como dice Carmen Doria, en el patio de su casa en Los Corrales, en Córdoba, donde acaban celebrando que en esa esquina del planeta una galleta con sabor a limón sea su manjar diario.

Algo similar sucede en Papayal, La Guajira, donde la iguaraya es la flor que adorna los cactus de la desértica península que corona –no habiendo mejor verbo- el punto más extremo al norte del país. ¡Eso hay que celebrarlo! (como cantaba un jingle de una popular marca de cerveza nacional).

Las razones

Cada pueblo, lugar, corregimiento, elige eso que lo hace único y allí mismo monta a un reina. Es imperativa necesidad. 'Se ha convertido en una especie de marca cultural nuestra. La podemos encontrar en todas esas escalas de áreas, desde la provincia pequeña hasta el Reinado Nacional', ratifica Miguel Ángel Hernández, sociólogo de la Universidad Nacional, quien señala como génesis de este fenómeno 'la afirmación de la belleza de la mujer colombiana en cada uno de los lugares donde se descubre un motivo para hacer un reinado (…) Es un evento que se ha diversificado ligado al espíritu festivo nacional'.

Estando Colombia entre los países más felices del mundo (según una encuesta revelada a inicios de este año por la firma WinGallup Internacional), 'eso se expresa en esta proliferación extraordinaria de reinados', continúa el experto, quien también apela a una necesidad de visibilización de lo local como posible causa de la tendencia de ‘reinalizarlo’ todo.

Las industrias asociadas al entretenimiento y los poderes locales son otros de los factores que Hernández ve en la incidencia de este suceso. 'Industrias del espectáculo, la industria cosmética, la industria de la moda, aportan lo suyo porque ven una posibilidad de inversión', afirma.

Asimismo se evidencian intenciones de ciertas familias, de 'ciertas dinastías en el ámbito local que seguramente a nivel nacional también tiene significación, como ocurre con la Reina del Carnaval de Barranquilla, un título que recae, casi siempre, en los mismos apellidos'. En el otro extremo, pero en la misma línea, está la mejor familia del pueblo, que se ve con la facultad de montar a la niña de sus ojos como la soberana de sus territorios. Así es la ecucación.

'Es una liturgia del poder, eso significaría. Unos sectores que son dominantes en otros aspectos, que quiere también afirmarse como dinastías en esa dimensión aparentemente estética', sintetiza el sociólogo.

De banda sonora

Cruzando carreteras y viendo coronas, visitando las casas de las reinas de la Panocha de Coco y la Palma Amarga, un par de veces la voz de Diomedes Díaz se apareció en el aire, en el dial de una emisora local. 'Pueden haber más bellas que tú', cantaba. 'Habrá otra con más poder que tú', seguía. 'Pueden existir en este mundo, pero eres la reina'.

Es La Reina, del Cacique de La Junta, la que habla de las coronas de cristal y perlas del mar. Una banda sonora que flota en el aire, desapercibida para casi todos, tarareada y repetida hasta la saciedad, inconscientemente, que ayuda a dimensionar la connotación de lo que viene a ser una reina en Colombia: son todas las mujeres. Cada una, cada cual que es vista a los ojos de otro hombre, incluso mujer, con tal dimensión de magnificencia.

No gratuitamente Las mujeres de mi tierra, de Totó la Momposina, resuena cada lunes festivo de noviembre, cuando una Señorita Colombia se despide y otra llega. Ellas, nosotras, todas. La bella es Colombia. La reina es Colombia...

Ese título tan ligero, tan popularmente extendido, es una evocación monárquica que borra la lejanía con una imposible ‘sangre azul’. No se necesita cuna de oro para serlo, más cuando es uno de los piropos favoritos, un halago recurrente, un arma de conquista, una muestra de cariño. Es un término que aplica para tantas situaciones que sería el colmo que no todas tuvieran derecho a serlo.

'Hasta luego, reina. A la orden', se despide el portero de un edificio que es, en realidad, el castillo de una de estas soberanas, portadoras de nobleza que le confiere a la palma amarga o al cangrejo azul ser dignos de una soberana.

A las ganadoras de cinco de los reinados más curiosos del Caribe, que coleccionan coronas y bandas, visitó EL HERALDO. Algunas más apasionadas que otras, pero orgullosas por igual de serlo, o de haberlo sido, porque... aunque en tu castillo nada tengas, tú eres la reina.

Reina del Bollo Limpio

María Victoria López Cuitiba - 20 años

El nombre de María está escrito con ‘liquid paper’ en los interruptores de energía de la terraza de tres puertas de latón que tiene su casa. 'Esto es magia', dice, cuando entra por una de las portezuelas y sale por la de al lado, diez segundos después.

Su nombre se repite ocho veces más en la puerta principal, que no es principal porque sea la más grande, sino porque se entra y sale por ella con mayor frecuencia.

María se hizo reina por obra y gracia de su mamá. 'Yo no sabía. Ella fue la que me inscribió', y así, la puso a competir por llevar la corona de la Reina del Bollo Limpio, un concurso que se instauró en 2013 en el barrio El Quemao, en Cereté, Córdoba. 'Lo inventaron para tener algo que festejar. El primer año se hizo en honor a la señora Nicolasa, que es muy antigua en eso'. Se refiere la reina a la preparación del bollo, una ‘técnica’ que dominan especialmente los habitantes del barrio, como su madre.

Por eso, a ella no le quedó difícil sobresalir entre las 12 candidatas que se disputaron el título. 'Aquí se trabaja con ese producto. Las personas vivimos de eso. En el barrio que más se comercializa es aquí'. En el barrio El Quemao aprendió que hay cuatro tipos de bollo limpio: el original, de coco, de plátano y de yuca, y viendo a su mamá cocinarlo, aprendió cuánto tiempo lleva su preparación.

En la Institución Educativa San José del Quemao, donde estudió, se celebra el certamen, que incluye desfile en vestido de baño, en traje de gala y traje típico, además de una muestra folclórica de fandango paseao. 'Uno se tiene que destacar en todo, pero lo que más pesa es el conocimiento', explica la soberana.

La ruta más cercana para llegar a la Y de la entrada a Cereté y el nombre de la persona que fundó la casa de cultura del municipio fueron las preguntas que debió responder ante el público.

Con todo el barrio a su favor, pues era la anfitriona, rompió con su pena y vivió su primera experiencia ‘real’. Una que espera repetir en Miss Tanga.

Reina de la Panocha de Coco

Ana María Hernández Pérez - 19 años

Un tomate copioso, a la medida de la corona de strass plata y azul, se ciñe en la mitad de su cabeza. Un maletín rosa, con decenas de Hello Kitty rodeándolo, está tirado sobre el sofá de la peluquería. No puede cerrarse porque se le atraviesan un par de tacones. Unos, de mini lentejuelas plateadas, y otros, de un beige nacarado. Se parecen. 'Estoy gorda', dice, mirándose adentro de un vestidito de coctel y un par de crocs morados. ‘Ana María’ dice una cadenita que le cuelga del pecho.

'Desde siempre' es la fecha que señala para explicar hasta donde se remonta su deseo de ser reina. Comenzó su carrera en los certámenes (de belleza, folclóricos, culturales) en el hogar del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar donde cursó sus primeros años de estudio. En 5° fue Chica Ensa (Escuela Normal Superior Santa Ana, de donde se graduó), pero no fue sino hasta 2014 cuando vino lo ‘grande’. La nombraron Reina Central del Carnaval de Baranoa, lo que le dio derecho a competir en el Reinado Intermunicipal, en Santo Tomás. Eso la inscribió en el radar ‘real’ y le confirió el derecho de representar a su municipio en el Reinado de la Panocha de Coco, en Bahía Rada, corregimiento de Moñitos, en Córdoba. Allí, junto a seis participantes, luchó por conquistar el título de Reina de la Perla del Caribe del Festival de la Panocha de Coco. Lo logró, sin saber cómo se prepara ese manjar cordobés, aún sin haberlo probado en su vida, solo hasta que fue a competir por hacerse su embajadora. Un seminario previo sobre su preparación le dio los conocimientos necesarios para convertirse en su anfitriona. Una pregunta ante el público para exponer sus conocimientos adquiridos y una prueba de cumbia y mapalé terminaron por darle la corona.

Estudia Derecho, y aunque la belleza es fundamental para decidir en quien recae la corona, ella prefiere el Carnaval. Por eso seguiría participando en reinados –'¡claro que sí! 'Toda niña que está metida en esto sueña con ser reina'. Ella ya cumplió su propósito. Parcialmente.

Reina de la Galleta de Limón

Silena del Carmen Doria - 20 años

'No fue porque quise'. Otro anuncio anticipado, esta vez de Silena, quien no ahorra detalles para contar cómo fue que se convirtió en la Reina de la Galleta de Limón, la principal atracción gastronómica de Purísima, municipio de Córdoba. 'Estábamos escogiendo quién iba a ser la Señorita Los Corrales –caserío del que es originaria–, y en la ‘mamadera de gallo’ quedé yo montada en el bololó'.

Una especie de actos protocolarios antecedieron su nombramiento: se hicieron varias pruebas de talento que ratificaron una decisión que salió del hogar, pues sus familiares eran parte activa del comité organizador.

Y aunque sus ganas no eran muchas, ese no sería el primer reinado al que asistiría. Ya tenía un título en su haber, el del Reinado del Bollo Dulce, allí mismo, en Los Corrrales, en 2008.

'Es que de todas las del barrio, la más querendona era Silena, o sea, a la que más le gusta el baile y el desorden', relata.

Se la pasa entre su pueblo y Montería, donde estudia Enfermería en la Universidad del Sinú. Ya se graduó de Auxiliar en Enfermería en el Hospital de Lorica, a través de la Fundación Casalud.

Pero su vocación puede darle paso, nuevamente, al deseo colectivo de su familia de hacerla, nuevamente, reina. 'No estoy cien por ciento segura, pero sí, tal vez iría de nuevo a algo. Me llama la atención el de la Ganadería, en Montería', por la tradición de las sabanas de su región. 'Al de Cartagena, no. Los de belleza no me gustan', sigue contando, segura, aunque no por eso deja de seguirlos por televisión.

Ella prefiere eso, el ‘backstage’, el detrás de cámaras, el ajetreo que se vive tras las sonrisas ensayadas de pasarela. 'A mí me gusta más el desorden', vuelve a decir ‘encaramitada’ en un motocarro que brinca por la carretera maltrecha que conduce de Lorica a Los Corrales.

El delirio ‘real’ no la acompaña, ni se deprime por no poder volver a lucir el vestido que su tía le envió de Estados Unidos para desfilar en su último certamen. Puede vivir sin todo eso, pero menos sin WhatsApp. 'El que no tiene ‘wapp’ no existe'. Eso sí sería perder en franca lid.

Reina del Cangrejo Azul

Diana Fernanda Agressot - 21 años

Diana, con nombre de princesa, es menos reina de lo que se podría llegar a imaginar. 'A mí no me gustan muchos los reinados', es la frase que lanza para comenzar la conversación, en la sala amplísima de su casa naranja, en San Bernardo del Viento, municipio de Córdoba. En un corregimiento de allí, en Paso Nuevo, el cangrejo azul se pasea por las calles, y supone una parte importante de la dieta de los lugareños.

Una corona de madera con la figura del crustáceo y un cetro que revela la muela del mismo animal la distinguen como su reina. Fue el 24 de enero de este año cuando se hizo soberana de una especie que surte al pueblo y sus alrededores. No hubo preguntas, sino 'un discurso ecológico'. No hubo voluntad de ir de parte de Diana, sino una propuesta que aceptó 'para experimentar. Me preparé en tres días'.

Esa decisión desempolvó el entusiasmo de San Bernardo, que cumplía tres años sin representante del casco urbano en ese concurso de la región del Sinú. También le quitó las telarañas a los recuerdos de la reina, quien ya había ido a un par de competencias similares cuando era apenas una niña. 'Perdí en 1° o 2°, gané como en 4°'. Y hasta ahí llegaba su lista ‘real’. Hasta que el cangrejo ‘metió las patas’ en su camino y la convirtió en su soberana.

Una funcionaria de la Alcaldía de su municipio le hizo la propuesta, y ella no pudo negarse. Que si iría a otro… ahí promete pensárselo mejor. 'Me gustaría ir a otro, pero afuera. Aquí ya todo el mundo me conoce, me da más pena', revela.

Mientras llegan nuevas invitaciones –algunas ya las ha rechazado–, estudia Administración en Finanzas en la Universidad de Córdoba, en la sede de Lorica.

Si el tema es que vaya a algún otro reinado de nombre pintoresco, o de alguna fruta/especie/manjar que desconoce, seguramente repetirá la fórmula que la hizo ganadora: una traje de fantasía alusivo a la temática del certamen, una prueba de talento variada y varios repasos a los documentos que suelen enviar los organizadores del festival para que amplíe sus conocimientos al respecto. Es su deber ‘real’.

Reina de la Palma Amarga

Katheryn Vanesa Torres - 22 años

El Reinado Internacional del Caribe hace desfilar señoritas en la pantalla de un televisor. El certamen de ficción que se desarrolla en la novela ‘Chepe Fortuna’ ambienta un espacio que huele a laca fijadora, atomizada por un preparador de reinas empírico que lo rocía sin compasión, como si de confabular se tratara. Katheryn entra a la sala de una casa que es casi suya -ubicada en el barrio San José-, ganada por el derecho de haberse preparado allí cada vez que Alfredo y Gustavo le han conseguido un nuevo reinado. La joven barranquillera se ríe cuando le preguntan el número de certámenes al que ha ido. 'Vamos a sacar cuentas', exclama, y comienza a enumerarlos…

Todo comenzó en la escuela, cuando los reinados intercolegiales de la Cumbia, el Talento y el Folclor le hicieron un guiño. En 2012 se le cruzó el Reina de Reinas del Carnaval de Barranquilla, y así se hizo Tercera Princesa. Al año siguiente la inscribieron en el Reinado Intermunicipal del Folclor, en Galapa, y haber ganado la convirtió en Señorita Atlántico del mismo reinado, pero a nivel nacional, que se celebra en Ibagué. ¿De qué quedó? 'Aplaudiendo', dice con sorna, aunque le queda el descuento del Rostro Más Lindo, reconocimiento que alcanzó.

El 2014 le dejó el título de Reina Intercorregimental, en Caracolí, Atlántico, representando a Sabanilla, y de allí saltó al de la Palma Amarga, donde también ganó, luego de estudiar, en un par de días, que con ello se podían construir techos de casas, artesanías por doquier. Lo demás, ya lo sabe de memoria. 'Lo más interesante es que no me preparo. Me dicen: -Katheryn, vamos. Y yo: -Bueno, vamos, a la suerte…'. Es una especie de reina profesional, aunque no siempre se quede con la corona. Es la actual virreina del Sur y sus Riberas, una competencia que acabó con un sabor agridulce. 'Me habían escondido el decreto'. También terminó mal el de Sirena del Río. 'Me hicieron la vida imposible, no quedé de nada', y así se puede quedar toda una tarde, contando las anécdotas que le dejan una y otra competición.

Está convencida de que los reinados son hasta los 24 años, por lo que aún le quedan dos más para ampliar su historial. Una vez se retire, tomará otros rumbos. Se graduó como auxiliar de vuelo y operador de tráfico aéreo. Ahora cursa Atención a pasajeros. Sabe que lo suyo es volar.

De todo: La lista de reinados del Caribe

1. Reinado del Dividivi

(Riohacha, La Guajira).

2. Reinado Intermunicipal de la Yuca y el Totumo (Tubará, Atlántico).

3. Reinado de la Sopa

(Riquirré, Cesar).

4. Reinado del Carbón

(Barrancas, La Guajira) .

5. Reinado del Cactus

(Papayal, La Guajira).

6. Reinado del Plátano

(Villa Providencia, Córdoba).

7. Reinado de la Sal, Gas y Flamencos (Manaure, La Guajira).

8. Reinado del Mango y el Banano (Dibulla, La Guajira).

9. Reinado del Millo

(Juan de Acosta, Atlántico).

10. Reinado del Mar

(Santa Marta, Magdalena).

11. Reinado del Sombrero Vueltiao (Sampués, Cesar).

12. Reinado de la Chicha de Maíz (Becerril, Córdoba).

13. Reinado del Pescador

(La Boquilla, Cartagena).

14. Reinado de la Palma Africana (Casacara, Cesar).

15. Reinado de la Palma Amarga (Piojó, Atlántico).

16. Reinado de la Cosecha

(Polonuevo, Atlántico).

17. Reinado del Bollo

(Cereté, Cordoba).

18. Reinado del Bollo Dulce

(Mocarí, Córdoba).

19. Reinado del Bollo de Yuca

(Polonuevo, Atlántico).

20. Reinado de la Galleta de Limón (Purísima, Córdoba).

21. Reinado del Fique

(La Junta, La Guajira).

22. Reinado del Dulce de Leche (Mongui, La Guajira).

23. Reinado del Bocachico

(Ayapel, Córdoba).

24. Reinado del Coco

(Isla de San Andrés).

25. Sirenato de la Cumbia

(Puerto Colombia, Atlántico).

26. Imperialato de la Cumbia

(El Banco, Magdalena).

27. Reinado del 20 de Enero

(Sincelejo, Sucre).

28. Reinado de la Papaya

(Valencia, Córdoba).

29. Reinado Flor de la Cayena

(Fundación, Magdalena).

30. Reinado de la Ganadería

(Montería, Córdoba).

31. Reinado del Bullerengue

(Puerto Escondido, Córdoba).

32. Reinado del Ají picante

(Los Palmitos, Sucre).

33. Reinado del Diabolín

(Purísima, Córdoba).

34. Reinado del Bocachico

(Salamina, Magdalena).