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'¡Tú eres como la Siempreviva!', solían decirle sus amigos a Calixto Ochoa cada vez que se enfrentaba y sobrevivía a las circunstancias más difíciles de su salud. Desde hacía más de una década era tratado con diálisis en su casa en Sincelejo, tuvo recaídas como una afección pulmonar y una isquemia de la que estaba recuperándose, pero le volvió a repetir hace dos semanas cuando apenas se mejoraba de una gripe. ¡Se volvió a salvar el maestro!, creyeron todos, pero no lo logró ayer.

El 4 de noviembre, antes de que le repitiera la isquemia, hablamos con Ochoa. Tenía gripe y disfonía, pero pese a los quebrantos de salud que lo aquejaban, no perdió su buen sentido del humor; y con impresionante lucidez a sus 82 años de edad, recordó anécdotas, su vida artística y las composiciones que han inmortalizado su talento dentro y fuera de Colombia.

El notable cantautor nacido en Valencia de Jesús, población del Cesar, y Rey Vallenato en 1970, contó que conoció las mieles del éxito no solo con Los Corraleros de Majagual, que en su época fue considerada por los salseros como ‘La Fania Colombiana’, porque se dio a la tarea de reunir a los mejores músicos y cantantes, sino porque sus creaciones han sido interpretadas por muchos artistas nacionales e internacionales.

De su extenso repertorio dijo que de sus composiciones la que siempre le gustó fue Los Sabanales. 'Ese tema tropical no ha dejado de sonar. Ha perdurado tanto, como si acabara de salir al mercado. Otra canción que tampoco morirá es El Africano, que primero lo grabé yo, pero quien lo internacionalizó en ritmo de merengue fue Wilfrido Vargas. Ese número le abrió las puertas en Colombia'.

¿Usted sabía que el vallenato La Plata, lo acaba de grabar en versión merengue la orquesta femenina barranquillera que dirige la dominicana Belkis Concepción?

-¡No! Qué maravilla. Qué bueno que las mujeres también canten mis canciones.

'Le voy a contar algo. La Plata yo lo grabé primero por allá en la década de los 50 con el nombre Por eso gozo. Pero no tuvo el mismo éxito cuando lo llevó a los estudios Diomedes Díaz, quien se conocía al dedillo todo mi repertorio'.

'Fue Diomedes quien bautizó ese vallenato que volvió a ponerse de moda gracias a la telenovela, inspirada en la vida del Cacique. Es más, cuando me hablaron de La Plata me la tuvieron que cantar, porque no la conocía con ese nombre'.

'Lo mismo pasó con Todo es para ti, a finales de los 70 lo grabé con mi propia voz. Pero cuando lo cogió por su cuenta Diomedes, más o menos en el 82, fue todo un éxito'.

Si Calixto Ochoa escribió canciones llenas de sentimiento como Palabra Sagrada, Penando en vida y Sueño triste, por mencionar algunas, no faltaron números tan graciosos como La Ombligona, que llevó al disco con Los Corraleros de Majagual.

Dulsaide Bermúdez, su compañera de hace 22 años, asegura que 'el maestro se enamoró de verdad de una mujer ombligona allá en San Onofre. Tenía el ombligo muy grande y el pelo malo. A ella le gustaba bailar con él y cada vez que lo hacía lo rozaba con el ombligo', contó entre risas, apunte que al mismo tiempo el maestro celebraba con una carcajada.

Para el maestro, el vallenato de hoy 'ya no suena lo mismo. Ha perdido su esencia. La música de ahora es desechable, pasa muy rápido de moda. En cambio, Carlos Vives me gusta, lo hace con sentimiento. Aplaudo que haya grabado Lirio rojo', que yo compuse cuando apenas tenía 21 años'.

Ochoa tuvo 10 hijos, '¡es como la mitad de los que tuvo Diomedes!', anota riéndose Dulsaide. 'Cuando le preguntan si los hijos son con la misma, él dice: ‘Sí, pero con distintas mujeres’. Yo soy la última de sus mujeres, pero no tengo número'.

Según sus cuentas, más de 300 canciones les escribió Calixto a las mujeres, entre ellas Marili, a quien conoció en Barranquilla y le robó el corazón en ese entonces. 'Las mujeres fueron su principal fuente de inspiración. Y como él vivió en México, hasta le compuso canciones a las de allá'.

De los escenarios, Calixto Ochoa se retiró en el 94. Ese año dijo: no voy a tocar más. Decidió 'divorciarse' de los seis acordeones que conservó en su casa en Sincelejo hasta sus últimos días.

El compositor deja un invaluable legado: el talento que heredaron sus hijos, entre ellos el acordeonista Rolando Ochoa, y un extenso repertorio que como nos comentó en esta última entrevista: 'no morirá'.