Hace 41 años, un grupo de paleontólogos descubrió en Hadar, al noreste de Etiopía, el conjunto de restos fósiles de un australopiteco que vivió hace 3,2 millones de años. Era una hembra de 1,1 metros de altura y se trató del primer hallazgo de un humanoide en buen estado que logra explicar la relación entre los primates y los humanos. Desde ese momento Lucy se convirtió en el esqueleto más famoso del mundo.
Se recuperó el 40% del esqueleto y tras varios estudios se confirmó que esta Australopithecus afarensis ya caminaba en dos extremidades inferiores. Tiene los pies arqueados como los humanos actuales, lo que indica que era bípeda. El hallazgo la ubica como un ancestro de los Homo sapiens y también como una conexión evolutiva con los primates.
Cuando se hizo el descubrimiento, sonaba en la radio el éxito de los Beatles, Lucy in the sky with diamonds, así que al paleontólogo Donald Johanson le pareció buena idea darle un nombre al grupo de huesos que, según indicaban las primeras investigaciones, pertenecían a una sola persona. Y decidió nombrarla Lucy.
Tras este descubrimiento se han encontrado más de 250 fósiles de al menos 17 individuos en la misma región.

La importancia de Lucy
Johanson suele decir que Lucy alcanzó la fama porque tenía el nombre apropiado. No le falta razón: la humanización del fósil hizo que los huesos fueran algo más que huesos.
No obstante, Lucy fue un descubrimiento importante ya que al encontrar un esqueleto tan completo del australopithecus afarensis nos ayudó a clarificar mucho todo nuestro árbol evolutivo permitiendo dibujar un proceso parsimonioso en el desarrollo de cosas que se creían propiamente humanas como caminar o elaborar herramientas de piedra.
Google dedicó su Doodle a este gran descubrimiento científico.