La herencia de los juglares vallenatos es hoy Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, según la declaratoria de la Unesco, que incluye esta manifestación en su Lista de Salvaguardia Urgente para preservar la tradición. El suceso coincide con un momento en que jóvenes intérpretes del fenómeno musical, denominado Nueva Ola, conquistan audiencias y visibilidad en los medios de comunicación, planteando así un debate entre los actores de la esfera del llamado vallenato clásico.
Esta preocupación por los cambios en los sonidos originales también fue abordada por el maestro Rafael Escalona en una entrevista que concedió a la revista Cambio en abril de 2005.
'El vallenato que actualmente se hace es diferente al paseo original, tanto en su música y poética como en su gramática. Otras fusiones musicales que han aparecido con el nombre de vallenatos son solo eso, fusiones. Me parecen inquietudes juveniles que aparecen y se van', expresó el compositor.
Así nació la tradición
El vallenato original del que habló Escalona se formó en un proceso cultural que lleva más de 200 años. Los ingredientes de la tradición, además de los instrumentos, son los relatos de la cotidianidad, transmitidos en versos vallenatos.
Intérpretes e investigadores del género coinciden en que el origen de los versos está ligado al campo, a las faenas de los corraleros y jornaleros del Caribe.
'Cuando ellos transportaban el ganado, de un lugar a otro, iban verseando, y al entregar las reses, empezaban a tocar el acordeón. Así se fueron formando los primero versos', cuenta Roberto Calderón, presidente del Festival Nacional de compositores de Música Vallenata, que se realiza en San Juan del Cesar, La Guajira.
Es así como este género musical nace de la conjugación de tres expresiones culturales distintas: los cantos de vaquería, que menciona Calderón; los cantos de los campesinos y de esclavos negros durante el período colonial. También se integran las músicas de gaitas y maracas, las expresiones dancísticas de los indígenas nativos del Caribe colombiano, y el aporte del lenguaje textual y los instrumentos europeos, entre los que se destaca el acordeón diatónico.
Para el compositor y acordeonero Alfredo Gutiérrez, el vallenato tradicional contiene todo: el romanticismo y el costumbrismo. También resalta del género su utilidad para los negocios que se comunicaban a través de cantos de pueblo en pueblo. 'El acordeón se convirtió en el mensajero, el telegrama que mandaban esos juglares analfabetas a sus amigos', afirma Gutiérrez.
La inclusión paulatina de los instrumentos principales: caja, guacharaca y acordeón, además de toda la dinámica histórica, derivaron en la consolidación de los cuadro aires vallenatos: el son la puya, el paseo y el merengue.
Estos ritmos definidos son los que se plantea preservar en el Plan Especial de Salvaguardia –PES–, diseñado por Mincultura con el apoyo de compositores, investigadores, representantes de festivales y gestores culturales.
Para Alberto Escovar, de la Dirección de Patrimonio de Mincultura, uno de los mayores retos que tiene la aplicación del PES es lograr que 'las nuevas generaciones se sientan identificadas con el vallenato tradicional'.
Amenazas al vallenato tradicional
Según el diagnóstico del PES, el principal riesgo para la perpetuación de la manifestación cultural es la pérdida de interés de las nuevas generaciones. También señala que las raíces melódicas y los cuatro aires tradicionales han sido alterados para atender intereses comerciales.
Peter Manjarrés, cantante vallenato, defiende a la Nueva Ola sobre las acusaciones sobre el deterioro de la tradición. 'Hay personas que nos quieren echar la culpa de que hemos deteriorado el vallenato. El mundo avanza, y nosotros tenemos que avanzar y buscar un equilibrio, sin exceder y descuidar las raíces', dijo.
De acuerdo está Rolando Ochoa, compositor, acordeonero e hijo del juglar Calixto Ochoa, asegurando que el vallenato no se ha perdido, y que simplemente ha evolucionado. 'Uno también tiene que hacerle música a los pelaos, pero sin perder la esencia'.
Yader Romero, cantante de la agrupación Kvrass, explica que el vallenato no se ha acabado y que, por el contrario, la Nueva Ola ha ayudado a impulsar el vallenato a nivel internacional.
En contraste con lo que piensan los artistas de la nueva generación, Tomás Darío Gutiérrez, compositor e investigador del género musical, se opone al concepto evolutivo del que tanto se habla. 'No se puede admitir la concepción de evolución, porque cuando las cosas pierden su esencia y giran a un cambio radical, eso es adulteración', explica .
Gutiérrez defiende que el vallenato no se está acabando, porque todavía existen intérpretes a los que califica de 'originales'.
'Lo que pasa es que nuevos artistas están tomando el nombre vallenato para darle carácter comercial a lo que hacen con un acordeón', dijo.
Aunque permanecen las opiniones opuestas entre los cantantes de la Nueva Ola y del vallenato tradicional, todos coinciden en que el reconocimiento de la Unesco es un motivo de orgullo nacional, porque es formalmente establecido como uno de los géneros más representativos del país y un baluarte cultural del mundo. La declaratoria también es un oportunidad para fortalecer la herencia de los juglares en la nueva generación.
El acordeón
'Un vallenato sin acordeón no tiene esencia', dice el maestro Alfredo Gutiérrez, y relata que en el siglo XIX, por La Guajira y distintos puertos de la Costa entró de Alemania el acordeón Hohner, que extendió en el Caribe colombiano. 'A la gente le gustó tanto que se volvió como silvestre. Así nacieron los juglares como Francisco el Hombre o Pacho Rada'.
La caja
La caja vallenata es un instrumento que evidencia el aporte afro a este género. Como antecedente, los tambores cónicos de una membrana y fondo abierto están presentes, no solo en el Valle de Upar, sino en toda la Costa Atlántica, con nombres distintos: currulao, en Bolívar; lumbalú, en el Palenque de San Basilio; guacherna, en Atlántico.
Guacharaca
La guacharaca es un instrumento que creó la comunidad indígena de la Sierra Nevada para imitar el canto de los pájaros guacharaca (Orfalis rificauda). Después de la colonización, y por la influencia de la cultura española se fue adaptando, a mediados del siglo XX, y se incluyó como uno de los instrumentos del vallenato.