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Diciembre es sinónimo de recuerdos, emociones y sabores. Es la época escogida por muchos para darle licencia al paladar y satisfacer cada uno de sus antojos. Por ese motivo, no pueden faltar en la mesa los buñuelos, la natilla, el pavo y, por supuesto, los pasteles.

Este plato de la cocina tradicional costeña es uno de los preferidos para degustar durante las celebraciones de fin de año y simboliza una fuente de ingresos para aquellos que los hacen.

Quienes han dedicado años de su vida a la elaboración de pasteles, al pie de ollas hirvientes y sentadas frente a mesas llenas de arroz, verduras y carnes, aseguran que hoy es uno de esos días en los que el número de consumidores asciende notablemente. No es para menos, pues resistirse al placer de saborear esta delicia se convierte en un auténtico desafío.

La clave para preparar un buen pastel está determinada por la sazón, y sus ingredientes tienen que combinarse con precisión para obtener el mejor resultado.

Así lo asegura Isabel Hernández, quien desde hace dos años tomó las riendas del negocio que lideró su difunta hermana, Violeta ‘la Mella’ Hernández, una mujer que durante más de medio siglo deleitó a los barranquilleros amantes de la comida típica.

‘Chabe’, como mejor se le conoce a la heredera de la sazón familiar, manifiesta que no podía dejar 'morir' el legado que dejó su hermana. Por esa razón, sus hermanos y sobrinos decidieron preservar la costumbre. 'No dejaremos que su nombre sea olvidado, por eso nos comprometimos a que los días 7, 24 y 31 de diciembre, nuestros clientes podrán seguir disfrutando esos pasteles, porque su receta ha quedado intacta. Nosotros nos hemos encargado de lograrlo'.

Sabroso secreto. El éxito del pastel depende, según ella, de la cocción de la hoja de bijao. 'Tienes que sacarle el extracto verde y la vena también', dice. Sin perder el ritmo mientras los arma, cuenta que para darles el sabor adecuado son necesarios más de 20 ingredientes, entre los que se destacan cerdo, pollo, hojas de col, repollo, cebolla, aceituna, alcaparras, ciruelas, uvas pasas, papa, zanahoria, cebollín, entre otros.

En un día –comenta– ha logrado armar hasta 150 pasteles, precisando que en una hora arma, en promedio, 20. Luego de tomar su forma final y estar sellados, se cocinan por espacio de cuatro horas y media.

Isabel, quien se dedica al oficio junto a cuatro familiares, calcula que el costo de elaboración de un pastel, sumando las carnes de cerdo y pollo y el resto de ingredientes, asciende a 8 mil pesos, sin incluir la mano de obra. En consecuencia, sus comensales pueden llevarlos pagando $12.000 por cada unidad.

Después de algunos segundos, con una sonrisa que denota la satisfacción de quien es consciente de sus habilidades, indica que el sello característico de sus pasteles se debe a la 'salsa secreta' que les enseñó a preparar su madre. Sin revelar la receta, sostiene que el uso de componentes 'de calidad' es indispensable, reconociendo que sus clientes merecen degustar algo exquisito.

'Lo más lindo es ver cómo las personas te buscan por lo que haces con tus propias manos. Aunque a veces no quieras hacerlo, la gente te obliga. Hemos logrado llegar al corazón de ellos después que prueban lo que preparamos', puntualiza.

El cerdo, el preferido. Marlene Díaz, de 55 años, de los cuales ha entregado 10 a la elaboración de esta delicia criolla. En su casa situada en el barrio Pumarejo, de Soledad, alistaba desde el sábado los elementos necesarios para cumplir la meta de 110 pasteles que aspira vender hoy.

Destaca que, además de obtener dinero para ella y su familia, se trata de un proceso que disfruta porque le gusta cocinar. De la misma manera, sostiene que al pastel 'no se le puede negar nada', razón por la que intenta adicionar presas 'de buen tamaño', en especial de cerdo, que es el que más le solicitan.

Gracias a esa decisión –dice– no le faltan los clientes fieles. Además, su hijo se ha encargado de incrementar el potencial de comensales. 'Sus compañeros de trabajo me los encargan bastante y eso es algo que me ha favorecido', apunta.

Si bien la temporada decembrina es la mejor para vender sus comestibles, también aprovecha la Semana Santa para sacar provecho de su sazón. Sin embargo, por petición de algunos, cada 15 días los elabora para los más 'adictos' a este plato.

Con relación a la preparación de los ingredientes, ‘Doña Marle’ manifiesta que esta fase del proceso puede tomarle hasta medio día. Advierte, así mismo, que la hoja de bijao se debe picar, lavar y hervir, por razones higiénicas. 'Algunas personas no lo hacen, pero yo prefiero hacerlo'.

Desde su perspectiva, las mejores sensaciones se perciben al finalizar la jornada. 'Puedes llegar a sentirte cansada, pero queda la satisfacción de haber cumplido a quienes disfrutan tu sazón', manifiesta.

Destino: Pital. Durante 20 años, Zully Martínez elaboró pasteles para participar en el festival que se organiza en Pital de Megua, corregimiento de Baranoa. Desde 2012 no ha vuelto a participar, pero no pierde la exquisita costumbre de prepararlos. Ayer, precisamente, dedicó la jornada a elaborar 60 unidades para venderlas entre sus amigos y conocidos.

En sintonía con lo expresado por Marlene Díaz, Zully asevera que 'el pastel más sabroso, indiscutiblemente, es el de cerdo'. Con base en su experiencia, anota que un nutrido grupo de clientes prefieren la carne porcina exclusivamente. No obstante, advierte que otros optan por probar pasteles rellenos de conejo y guartinaja.

La mujer de 65 años, quien se declara una 'cocinera empírica', armó su primer pastel en casa de su suegra, cuando esta le preguntó si se atrevería a ayudarla a prepararlos. En la actualidad, los vende a 7 mil pesos.

Uno de los datos simpáticos de su historia revela que su momento indeseado aparece cuando llega la hora de amarrar los pasteles. 'Nunca he podido hacerlo y me toca buscar una persona para que me ayude porque me impaciento', comenta.

Aunque no contempla volver a concursar en el Festival del Pastel de Pital de Megua, asegura que tampoco planea renunciar a una costumbre que ya cumplió cuatro lustros. El tiempo pasa y muchas cosas cambian, pero siempre estará dispuesta a satisfacer el paladar de sus comensales.