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Los hombres dicen de mí: ‘Esa mujer debe tener mil hombres detrás, debe ser difícil conquistarla’… ¡Y ni siquiera lo intentan!'. Después de esta frase se escucha una estruendosa carcajada gracias a la cual la boca de Shirly Salgado se ensancha y se pueden ver en toda su plenitud las hileras de dientes blancos, sus labios gruesos y los ojos que se convierten en dos líneas.

Estamos sentados en un centro comercial y no ha pasado desapercibida. Viste un short y una blusa negra, y los hombres no dejan de mirarla. Ella lo sabe. Está acostumbrada a que los desconocidos repasen la robustez de sus muslos, la exuberancia de su busto y su pelo afro que se levanta sujetado por un moño. Se puede adivinar el tipo de pensamientos que ronda la cabeza de los transeúntes que disfrutan con verla caminar. La miran con deseo. De pronto se apaga la risa y baja el tono de su voz: 'Me gusta que me dediquen canciones, que me canten, que me regalen chocolates. Lo normal, me gusta que sean detallistas y que me quieran'.

Shirly Salgado Valdez ha repetido desde hace una semana la palabra 'diferente' decenas de veces. Así la llamaron en una nota de voz que le mandaron por WhatsApp, en la cual le decían que no iba a participar como porrista en el juego de la final de Junior contra Nacional en Barranquilla. Ella era una de Las muñecas de Junior, el grupo de animadoras que baila en la pista atlética del estadio Metropolitano, al que llegó gracias al coreógrafo Addlay Pérez.

Esta bailarina de 31 años, nacida en Barranquilla, pero perteneciente a una familia que llegó de San Basilio de Palenque, se quejó de discriminación ante los medios de comunicación porque le dijeron que se veía 'diferente a las demás', que preferían para ese día 'niñas parejas', que nadie resaltara entre el grupo para que no opacaran al Checo Acosta, quien cantaría el himno nacional. Después de que el caso se dio a conocer, las redes sociales se llenaron de comentarios a favor y en contra de ella. Como es habitual, la polémica derivó en insultos y en apasionamientos encarnizados en los que tomaron partido desde hinchas furibundos de Junior hasta mujeres que la atacaban y defendían por igual. Al final, ella aceptó las disculpas de la coordinadora del grupo, pero quedó el sinsabor de una experiencia desagradable.

'Yo no he hecho esto por protagonismo, porque Barranquilla me conoce y parte de Colombia también. No me interesa lo que opinen. La gente es libre de pensar lo que quiera', sostiene.

Se reafirma en su diferencia. ¿Shirly Salgado es diferente? ¿Diferente a quién? ¿Qué es ser diferente? Para describirla habría que mencionar que es una esbelta negra que gesticula con gracia mientras habla, como si actuara lo que está diciendo. No es fácil ser indiferente a su presencia: su piel brilla, exagera algunos gestos y camina con soltura con la barbilla hacia arriba.

Difícilmente tendrá a alguien como ella a su alrededor a menos de que sea su hermana mayor, María Angélica Salgado, la ganadora del reality Protagonistas de Nuestra Tele en 2010. De lo contrario, 'resaltará' inevitablemente, llamará la atención, las mujeres la mirarán de arriba abajo —algunas con envidia, otras con admiración—, los hombres callarán lo que piensan cuando ven sus prominentes curvas, de las que ella dice sentirse orgullosa.

Como lo aseguró al principio de este artículo, no le ‘llueven’ los pretendientes, tal vez por eso está soltera. Pero más allá del baile, de su participación en el video El serrucho, de Mr. Black, y de las presentaciones por las que viaja con frecuencia, tiene una vida cotidiana de compromisos y deberes.

'Tengo un hijo de 15 años que mide 1.80, y una niña de 9 años. Por ellos me despierto a las 4 de la mañana, preparo a la niña para que la ruta pase por ella a las 5. Antes de irme a la universidad le dejo el almuerzo a mi hijo, porque él estudia de tarde. Cuando vuelvo de la universidad recojo a mis hijos en la casa de mi mamá, y ahí se acaba mi día'. Acaba de terminar académicamente Arte Dramático en Bellas Artes y aspira a graduarse el próximo semestre.

Shirly habla de su vida con desparpajo. Se ríe al recordar el día en que un motociciclista se chocó con la parte trasera de un carro por quedarse mirándola cuando caminaba por una acera. ¿Será por que es ‘diferente’? Tal vez.

Dice que es 'amiguera', que le gusta la rumba y que le encanta el vallenato La consentida, de Fabián Corrales. También se preocupa por su imagen, desde que llegó a esta sesión de fotos no se despegó de un espejito en el que se miró todo el tiempo para verificar cuál era su mejor ángulo. El fotógrafo disparaba y ella se movía, sonreía y movía su cabellera. Encanto auténtico.

Además de María Angélica tiene dos hermanos. Proviene de una familia que no abandona sus tradiciones a pesar de haber salido de Palenque hace muchos años, por el contrario, promueven la lengua bantú, preparan dulces y trabajan duro como miles de palenqueros que salieron de su tierra en busca de nuevas oportunidades.

Es una mujer apasionada, que se entrega a todo lo que se propone, pero cuando se le pregunta por el futuro abre los ojos y comienza a hablar más rápido, llevada por la emoción: 'Quiero trabajar en el Ministerio de Cultura. Sueño con liderar proyectos enfocados en la recuperación y salvaguarda de la lengua palenquera y trabajar con ellos en pro de la recuperación y del autoreconocimiento'.

Y entonces todo cobra sentido: la ‘diferencia’ que la marginó del grupo de porristas viene de sus raíces, su apariencia es la de sus ancestros, su baile lo aprendió con los golpes de los tambores de Batata, sus pelo afro es una reafirmación de su historia, sus proporciones son las de su raza, habla bantú porque se siente orgullosa de su lengua y lo pregona a los cuatro vientos.

Sí, definitivamente, Shirly Salgado es diferente.