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Cuando el reloj marcaba las 3 de la tarde, el transitar de la gente, los disfraces y las carrozas anunciaban que el tradicional desfile de la Batalla de Flores de Santo Tomás, Atlántico ya iba a comenzar.

Dichos carruajes, adornados de personajes alusivos a la fiesta de Barranquilla, eran engalanados por las diferentes representantes de las carnestolendas en el Departamento. Todas ellas, ya sea por casualidad o por uniformidad, lucieron trajes de garotas, en los que los grandes plumajes de diversos colores y la pedrería fueron los protagonistas.

Mientras las soberanas saludaban a su público desde lo más alto de la carroza, los danzantes lograban recibir de cerca la energía de los asistentes. En este recorrido no existieron vallas ni barreras, tal como sucedía en épocas pasadas en los desfiles folclóricos de La Arenosa, ni siquiera porque este año el recorrido llegó hasta la Vía Oriental.

Sentados en sillas y en el bordillo de la terraza de su casa, los miles de carnavaleros que se dieron cita en este evento disfrutaban de ver bailar los ritmos más representativos de la Región Caribe. 'Oye, enséñame a bailar así', exclamó una mujer, mientras una danza negra pasaba a su lado.

Niños, adultos y hasta personas de la tercera edad gozaban del desfile con su rostro cubierto de maicena, que permanece como parte esencial del jolgorio.

Cerca de las 5:30 p.m., los danzantes, que desfilaron desde la entrada del municipio y hasta la única notaría del pueblo, empezaron a dejar a su paso las calles de Santo Tomás vacías y, al igual que ellos, los espectadores empezaban a retirarse.

Luego de este tradicional desfile, los carnavaleros descansarían un poco más de dos horas para luego, desde la plaza principal del municipio, ver coronar a la soberana intermunicipal del Carnaval 2016.

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