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'Quisiera solo un beso de tu boca. Esa boca toda de magia pura, para ver si con toda mi ternura, lograré conmover tu alma de roca'. El verso, de Me amarás, me querrás, suena en la voz de Magín Díaz, quien a sus 96 años logra proyectar su canto por encima del golpe rítmico de los tambores. En la melodía el juglar refleja su amor por la vida y el folclor, que permanecen fuertes a pesar de los años.

'Son 96 años y todavía estoy neciando', dice el Orisha de la Rosa, como es conocido Magín, quien fue homenajeado ayer frente a un público multitudinario que se congregó en la Noche del Río. Los asistentes al evento escucharon, en la propia voz del compositor, temas clásicos del folclor como Rosa –interpretada por Carlos Vives–, A pilá el arró, que fue difundida por la cantadora Irene Martínez y Etelvina Maldonado, entre otras canciones que han hecho ondear las polleras, por muchos años, en el Carnaval de Barranquilla y fuera de él.

En la mañana, horas antes de subir al escenario, se le podía ver sentado en el jardín del hotel, con una camisa de estampados brillantes y una boina color café, que contrastaban con su actitud serena, como aguardando todas energías para la hora de cantar. A Magín le brillan los ojos cuando ve a una mujer bella y cambia en segundos su actitud de reposo, levanta la cabeza mira a los ojos y declara amor en medio de canciones. Cuando se le pregunta por la historia detrás de las letras, admite que no recuerda muchos detalles.

'Ya los años me tienen que se me olvidan las cosas. Pero todavía me gusta la vida, todavía le pido a Dios y a la Virgen que me ayuden porque yo quiero, pero a veces no puedo', dice articulando despacio cada palabra y sonríe antes de hacer una confesión que delata su eterna condición de enamorado.

'Ya las mujeres no me miran porque estoy viejito, pero cuando me oyen cantando dicen ese viejo no tiene esos años. Pa’ que vea, ¡todavía conservo la voz! pa’ seguir adelante. Me dicen que no tengo esos años por el eco que tengo', comenta orgulloso, se pone erguido y hace una muestra de la fuerza de su voz.

'A pilá el arró mamita, a pilá el arró mamá. Eeeeeh! chino viejo me voy pa’ La Habana', canta a capela y parece llevar en su canto la melodía de los tambores que trae en el lamento sonoro.

'Ya no me acuerdo cuándo hice esa canción, pero fue hace rato. Yo he sido cantante desde pelao, en el Sexteto. Estuve bastante tiempo en la danza de negro, soy capitán de negro. Con veinte hombres bailábamos en el Carnaval cuando era en el Paseo Bolívar, también en Cartagena de Indias y en otros pueblos, como María la Baja, Palenque', cuenta rememorando su trayectoria de bailador.

Cuando se le pregunta a Magín que si algún día se imaginó que sus canciones llegarían tan lejos, a él se le ilumina el rostro moreno con una sonrisa amplia.

'¡Claro! porque yo hago música desde la edad de doce años. Yo tocaba el Sexteto, el tambor, la guacharaca y todavía estoy con la música'.

Una vida de folclor

Orisha de la Rosa nació en el corregimiento de Gamero, del municipio de Mahates, Bolívar. Hace parte de una familia de cantadoras y tamboreros. Su madre Felipa García fue una reconocida cantadora de bullerengue de la región, y su papá, Domingo Díaz, fue bailador de son de negro.

Su trayectoria musical, a nivel profesional, se consolidó en los años setenta con la agrupación llamada los Soneros de Gamero. Así lo corrobora Guillermo Valencia, folclorista y amigo de Magín.

'Fue un grupo que dio a conocer la música folclórica con un formato comercial que se empezó la escuchar en la radio y también en el Carnaval de Barranquilla y en la Fiesta de la Independencia', explica Valencia.

Irene Martínez y Emilia Herrera –conocida como La niña Emilia– fueron las precursoras de este proceso en la difusión del folclor. Magín componía canciones y participaba como guacharaquero o en el coro de las matronas del folclor. Sin embargo, fue hasta el 2010 que se visibiliza el aporte del compositor de Rosa al ser invitado por el rey Momo vitalicio del Carnaval de la 44, Osman Torregrosa. En ese carnaval salió a la luz Magín Díaz y el Sexteto Gamerano. 'Desde ese año Magín ha hecho un carrera maratónica porque tenemos los años en contra', comenta Valencia.

Magín escucha desde su silla, nuevamente en la actitud reposada y asiente, como aprobando cada palabra que se dice de él, sobre lo que ha construido en la música tradicional. Junto a él su nieto Leonardo Torres Díaz, de 16 años, le sigue los pasos al abuelo que a los 96 sigue entregando el alma en cada verso, rejuveneciendo al entonar cantos a uno de sus amores inmortalizado: 'Rosa que linda eres, Rosa que linda eres tú...'.