Compartir:

Los restos óseos, aunque tengan más de 3 mil años, pueden mantener intactos los rastros de algunas enfermedades que las personas sufrieron en vida. Esta propiedad de los huesos está siendo aprovechada por un grupo de arqueólogos que está respondiendo la incógnita sobre cuáles eran las enfermedades de los pueblos indígenas precolombinos que habitaron lo que es hoy el departamento del Atlántico.

Para hacer un estudio sobre las condiciones de salud y enfermedad de los antiguos atlanticenses, fue necesario seleccionar una muestra de ‘pacientes’, en este caso son los restos óseos humanos que están en custodia del Museo Arqueológico de Pueblos Karib de la Universidad del Norte –Mapuka– y que fueron excavados en el departamento desde hace más de seis décadas. Así lo corrobora Juan Guillermo Martin, arqueólogo y director de Mapuka.

'La mayoría de estos individuos fueron excavados por Carlos Angulo Valdés entre las primeras temporadas de la década de los 50. Son restos que llevan casi sesenta años guardados que no habían sido analizados', explica Martin y agrega que, en esa época, a los restos óseos que se extraían de los yacimientos solo se les sometía a una observación preliminar, que usualmente hacía un médico, y luego se guardaban. En pleno siglo XXI la tecnología ha posibilitado reconstruir cómo vivían los antiguos pobladores en los distintos paisajes que caracterizan a la región.

Fragmentos de la muestra ósea.

Los ‘pacientes’. Las muestras recolectadas desde los 50 ha sido ampliada por excavaciones recientes realizadas por el equipo de arqueólogos de Mapuka, en cooperación con otras organizaciones, en el Centro Histórico de Barranquilla.

Estas investigaciones abarcan distintos puntos geográficos del departamento del Atlántico como Malambo, la ciénaga del Guájaro, el Valle de Santiago, Tubará y Barrio Abajo, en Barranquilla.

Son en total 30 individuos los que conforman la muestra de ‘pacientes’ analizados por el bioarqueólogo Javier Rivera, quien lidera el proceso que se parece a un ‘diagnóstico’ médico, pero en este caso es llamado análisis bioantropológico.

'Este tipo de análisis ayuda a construir un perfil de la población que vivió en el pasado. Determinamos el sexo, estimamos la edad de muerte, la estatura y la filiación biológica', describe Rivera al hablar de los elementos que incluye la cuarteta de identificación, el primer paso antes de profundizar en los ‘cuadros clínicos’ de los restos humanos.

'Hacemos un análisis respecto a las lesiones y enfermedades que pudieron haber sufrido esos individuos. Estos datos nos permiten reconstruir las condiciones de salud y enfermedad de estas poblaciones', explica.

En estas investigaciones un individuo pude ser un cuerpo completo, un cráneo o la suma de varias partes del esqueleto. Todo depende de la información que aporten y para ello se establecen varios criterios de muestra.

En ese orden de ideas, son 8 los ‘pacientes’ que corresponden a la región de Malambo, del Guájaro 9, de Tubará 5, del valle de Santiago 2 y 6 de los excavaciones en Barranquilla realizadas en los últimos 7 meses.

'La mayoría son adultos, pero 8 corresponden a individuos subadultos (niños), en estos últimos las edades van entre los 9 meses hasta los 11 años. En el caso de los adultos no superan los 55, algo frecuente en las comunidades prehispánicas por la alta mortalidad y no era frecuente que las personas llegaran a ancianos', describe Rivera.

Diagnóstico de enfermedades. ¿Cómo saber qué enfermedades tuvo una persona que dejó de vivir hacer miles de años? La respuesta está en el tejido óseo y dental que se conservan por mucho tiempo y en el que quedan marcadas muchas de las afecciones sufridas en vida.

'Lo que pase en el hueso eso va a quedar allí, como las fracturas que aunque te recuperes quedan marcadas. Algunas infecciones como la sífilis y la tuberculosis dejan también rastros en los huesos'.

Uno de los posibles casos de tuberculosis está presente en un poblador ancestral de Malambo, que tiene lesiones a nivel de la columna baja y en los huesos de la cadera.

'Tenemos casos de Hiperostosis porótica que es una lesión producida por estrés nutricional, datos que serán cruzados con la investigación que estamos adelantando sobre isotopía y nos ayudará a saber porqué estas personas tenían déficit nutricional', señala el bioarqueólogo para quien los dientes es otra ventana hacia las condiciones de salud o enfermedad del pasado. En este caso las hipoplasias dentales, líneas que se forman en la dentadura y revelan la falta de nutrientes en el proceso de crecimiento.

También han encontrado casos de enfermedad articular degenerativa que es frecuente en personas mayores pero en jóvenes puede aparecer por el trabajo que realizaban. 'Este tipo de lesiones en mujeres puede estar relacionado con actividades de molienda y en hombres con la agricultura, pesca y la cacería. Hay que tener en cuenta que son poblaciones expuestas a cambios de clima', explica.

En estas investigaciones un individuo puede ser un completo o un cráneo.

Interpretación del contexto. 'Para los estudios bioantropológicos es fundamental el contexto, porque los restos por sí solos no revelan tantos detalles que funcionen para enriquecer la interpretación de los datos', advierte Juan Guillermo Martin.

Esa riqueza de contexto se puede observar en el yacimiento de Barrio Abajo, el más reciente, donde en la misma zona donde se hallaron los cráneos, fémures y falanges de los individuos estudiados, habían caparazones de tortugas y conchas de moluscos que dan pistas sobre la dieta que seguían los habitantes junto a la ribera del Magdalena.

'Hay un punto amplio en la ubicación cronológica de los restos, lo que nos podría ayudar a entender cómo han sido los patrones de comportamiento, salud, alimentación y trabajo de estas poblaciones', señala Martin.

Isotopía y estudios genéticos en arqueología

Las muestras de la investigación de bioantropología serán sometidas a varios análisis especializados como los de isotopía que revelará en qué consistía la dieta de los primeros pobladores de lo que es hoy el departamento del Atlántico. Este segmento de la investigación es dirigida por Jaime Escobar, geólogo de la Universidad del Norte. En los restos óseos también se realizarán pruebas genéticas que ampliarán el perfil poblacional descrito en el presente artículo.