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Adriana Ocampo, geóloga planetaria de la NASA, hizo parte del equipo científico que identificó la zona del cráter que impactó la Tierra, en lo que es hoy la península de Yucatán, hace 66 millones de años. EL HERALDO consultó a la científica sobre su opinión acerca del reciente descubrimiento en isla Gorgonilla donde investigadores colombianos ubicaron una capa de esferulitas que está relacionada con el evento.

Ocampo, quien lideró la misión de la sonda espacial New Horizons a Plutón, también explica detalles del impacto del asteroide que generó cambios climáticos abruptos los cuales pudieron causar la extinción de los dinosaurios.

¿Cuáles eran las características del asteroide que impactó la Tierra hace 66 millones de años?

Sabemos que el punto de impacto fue en la península de Yucatán, que en aquellos momentos estaba sumergida bajo un océano no muy profundo, de menos de un kilómetro. La comunidad científica piensa que fue un asteroide, más que un cometa, viajando a más de 20 kilómetros por segundo que impactó contra la superficie, con una masa que se estima de unos 15 a 16 kilómetros. Fue tanta energía que si detonamos todas las bombas atómicas que existen en el arsenal mundial, al mismo tiempo, no llegaríamos ni a una décima parte de la energía que se produjo en ese impacto. Fue una catástrofe a nivel global, pero realmente para los mamíferos fue el mejor día de la historia del planeta, porque nos dio la oportunidad de emerger como especie dominante. Los dinosaurios dominaron la biósfera de la Tierra por casi 200 millones de años.

¿Por qué es importante seguir estudiando las evidencias de este acontecimiento?

Es increíble cómo la naturaleza nos está dando esta información, es como un pequeño rompecabezas para descifrar algo tan complejo como lo que ocurrió en ese momento. Lo que el geólogo Bermúdez y su equipo han identificado es muy significativo porque podemos decir que en la isla de Gorgonilla ha quedado preservado ese momento en el tiempo. Esas esferulitas se han identificado en muchos otros afloramientos que corresponden al límite del Cretacio-Paleógeno, unos 65 a 66 millones de años atrás. Se trata del primer afloramiento que se puede confirmar en Suramérica, demás de un punto potencial identificado en Argentina. Ahora se puede hacer un estudio detallado de los efectos que se generaron a medida que nos alejamos del punto de impacto, cómo fue afectada la biosfera del planeta, cuáles fueron los efectos; si hubo terremotos, incendios masivos, olas gigantescas porque en los océanos se generaron tsunamis. Todo eso ha quedado reflejado en los depósitos alrededor del mundo.

¿Cómo fue el proceso para que la información de ese suceso quedara almacenada en las esferulitas que encontraron en el Pacífico colombiano?

Cuando pasó esta devastación global, la gran cantidad de energía que generó el meteoro en la colisión con la superficie de la Tierra derritió la roca y esta fue volatilizada, se transformó como en nubes, en gas. Luego vino el proceso en que se condensó y cayó a la Tierra en forma de lluvia, una de lluvia de pequeñas esferulitas o bolitas de vidrio. Lo interesante es que, internamente, esas esferulitas contienen el secreto de la composición químicas de la roca que fue impactada, pueden enlazar el punto del impacto –ubicado actualmente en México– con el afloramiento de Gorgonilla.

Este tipo de esferulitas se van encontrando a medida que uno se aleja del punto de impacto. En Belice hay unos afloramientos, que en el momento del impacto no estaban cubiertos por el océano y han quedado preservados. Hay calizas del tamaño del puño de una mano y más grandes. También hay registros de este tipo de depósitos en Estados Unidos, México, Cuba. Hoy en día si vamos a la península de Yukatán realmente no nos damos cuenta que estamos parados en uno de los cráteres de impacto más grandes de mundo, porque es plana la superficie y el cráter de impacto está escondido bajo un kilómetro de roca caliza, entonces uno no se da cuenta

Antes de los afloramientos, ¿qué evidencias tenía la comunidad científica sobre el impacto del objeto celeste que marcó el fin de una era geológica?

La teoría de este impacto fue propuesta, en 1980, por Walter Álvarez y su papá Luis Álvarez en la Universidad de Berkeley. Ellos identificaron en Italia una anomalía de Iridio, que es la otra pieza de este gran rompecabezas porque dio pistas del evento cuando todavía no se había encontrado el cráter de impacto. El Iridio que es un elemento de la familia del Platino que es muy abundante en la composición de asteroides, está presente en la corteza terrestre pero en cantidades diminutas. Esa fue la primera evidencia de que algo extraordinario había pasado 66 millones de años atrás. Los Álvarez encontraron una gran concentración de Iridio y de ahí hicieron el enlace con un asteroide porque cómo tener esa gran concentración, la respuesta lógica es que un asteroide tuvo que haber impactado la Tierra. Ellos no habían encontrado el cráter cuando su artículo fue publicado.

Estudiar este evento en la historia de la Tierra, ¿ayudará a prevenir y a protegernos en un futuro?

Es importante entender el pasado de nuestro planeta para poder protegerlo en un futuro, porque este tipo de eventos no son únicos, sabemos que hay asteroides de ese tamaño, e incluso más grandes, orbitando en el gran cinturón de asteroide entre Marte y Júpiter.

El impacto de hace 66 millones de años se dio sobre una roca caliza, muy rica en azufre, que al derretirse y transformar en gas la roca, generó nubes de ácido sulfúrico que opacaron la atmósfera del planeta. Esta fue la causa del evento de enfriamiento que tuvo lugar durante el primer año del impacto. Pero si evento hubiese ocurrido en otro tipo de roca ¿cuáles habrían sido los efectos en la biósfera si hubiese impactado en la parte profunda del océano o en una roca volcánica? Necesitamos aprender del cráter de Chicxulub para poder entender cómo prevenir estos eventos y cómo proteger a nuestra especie en este planeta.