La Habana, EFE. Sus "Satánicas Majestades" ya tienen listo el trono desde el que esta noche se proponen reinar en Cuba, donde el primer concierto de la banda más longeva del rock ha despertado pasiones no sólo entre cubanos: fans de los Stones de todo el mundo han viajado hasta la isla para ese evento histórico.
"Ya los he visto 81 veces a lo largo de todo el mundo. Éste va a ser mi concierto de los Stones número 82", contaba a Efe Adrian, un holandés amante de la banda desde hace 40 años y de Cuba, país que ha visitado ya una veintena de ocasiones.
Tenía previstas unas vacaciones en la isla, que prolongó unos días cuando se anunció la fecha del show de The Rolling Stones, legendaria banda que hoy reconciliará el rock extranjero con Cuba, donde no siempre estuvo bien vista esa música por la ortodoxia revolucionaria en la década de los sesenta.
Esa época la recuerda bien Guille Vilar, mítico locutor de radio y referente en la isla sobre la historia del rock, quien a través de las ondas fue rompiendo barreras e introduciendo la música de bandas como The Beatles y The Rolling Stones, quienes hoy encandilarán a los cubanos, "un pueblo amante de la buena música".
"He pasado mi vida dando información al pueblo cubano sobre qué significa el rock, cuáles son los interpretes relevantes. Pero una cosa es verlos en DVD o escucharlos en CD, y otra muy distinta verlos en vivo", contó entusiasmado a Efe.
Vilar tuvo la oportunidad de conocer y charlar anoche con Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts a las pocas horas de que aterrizaran en la isla, un momento "mágico", cuyo recuerdo le impidió dormir bien en la noche.
"A Keith Richards le dije: he crecido contigo, he escuchado tanto tu música que te siento como de mi familia. Y nos dimos un abrazo", rememoraba hoy ilusionado.
Quien tuvo la oportunidad de conocer a la banda en un "backstage" hace más de 50 años fue el californiano Mike, en 1964 cuando unos jovencísimos Stones actuaron en Londres como teloneros de The Ronettes, show en el que él trabajaba como técnico de sonido.
Para Mike, acontecimientos como este concierto o la reciente visita del presidente Barack Obama, indican que "las puertas se están abriendo en la isla", algo que está dando "esperanza a los cubanos", contó a Efe mientras contemplaba las pruebas de sonido que se realizaban en el escenario, decorado con motivos de la cultura afrocubana yoruba, diseñado específicamente para la ocasión.
Allí, varios miles de seguidores se aseguraron ya un buen lugar en el recinto al aire libre, en los aledaños de la Ciudad Deportiva de la capital cubana, en cuanto se abrieron los accesos a las 14.00 hora local (20.00 GMT).
Los más puntuales: fans evidentes de la banda británica, inconfundibles con sus camisetas y emblemas con el logo de la gran lengua roja que identifica a "Sus Satánicas Majestades" y un sinfín de insignias, de Cuba, de Estados Unidos y del Reino Unido.
Símbolo de los nuevos tiempos en Cuba: desde primeras horas se veía una bandera que combinaba las barras y estrellas de EEUU, y la de Cuba, unidas por ese logo de los Stones, creado en 1971 e inspirado en los "morritos" del líder y vocalista Mick Jagger.
Los aires renovados que se respiran en la Cuba del deshielo y la apertura al exterior no son ajenos tampoco a los visitantes: "El cambio está llegando a Cuba y The Rolling Stones van a ser un símbolo de ese cambio", aseguró Kirk, un canadiense.
"El mejor show que he visto en mi vida", afirma cuando recuerda la única vez, hasta hoy, que ha visto en vivo a The Rolling Stones, hace años en su Canadá natal.
Otra que asegura que no se perderá el concierto es Mimi Dorfman, una estadounidense que viajó a la isla con toda su familia para celebrar su 90 cumpleaños la misma semana que el país caribeño recibió las visitas de "Sus Satánicas Majestades" y de Barack Obama, el primer presidente de EEUU en pisar tierra cubana en 88 años.
"Qué mejor lugar para celebrar mi 90 cumpleaños", aseguró Mimi, una amante de Cuba que festejó ese bonito aniversario el pasado miércoles, el día después de la despedida de Obama y el día antes de la llegada de los Stones; en medio de una semana que será difícil de olvidar en Cuba.