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En las aguas tropicales del Caribe, un animal diminuto, al que llaman científicamente pólipo coralino, se deja arrastrar por las corrientes marinas hasta que tropieza con un roca y, en ese encuentro orquestado la naturaleza, el pólipo se aferra al lecho marino con sus tentáculos y se empieza a multiplicar.

Así comienza la formación de los coloridos arrecifes, colonias que logran formar la única estructura viva que se ve desde el espacio exterior: la Gran Barrera de Coral australiana (Great Barrier Reef), el mayor arrecife de coral del mundo que presenta altos niveles de deterioro, y una de sus causas es el cambio climático.

La señal de esta problemática ambiental es el blanqueamiento de los corales que, en el caso de la Gran Barrera, es del 95% en la sección norte, según informaron investigadores de la Universidad James Cook de Australia esta semana.

Sin embargo, la transformación de las condiciones climáticas de la Tierra –el ‘Planeta Azul’– no solo está amenazando los 2.300 kilómetros de la formación coralina australiana, también afecta los arrecifes del Pacífico y el Caribe Colombiano. Las consecuencias de esta pérdida ambiental repercuten en la seguridad alimentaria, por ser un espacio de tránsito y reproducción de peces, como los atunes y varios moluscos que son fuente de trabajo para comunidades que viven de pescar y comercializar mariscos, además del conocido atractivo turístico de estas zonas.

¿Qué son los corales?

Para entender mejor lo que ocurre con estos ecosistemas acuáticos es necesario aprender qué son exactamente estas estructuras vivas. La bióloga Juliana Sintura, asesora en Ecosistemas Estratégicos de la Comisión Colombiana del Océano, señala que hay mucha desinformación al respecto.

'Mucha gente piensa que los corales son plantas, pero son animales que tienen vidas sésiles' –es decir, sujetas a un sustrato– porque crecen adheridos a una roca (el sustrato, en este caso) del que no se separan. 'Tienen además una relación de simbiosis con unas algas microscópicas, lo que les permite hacer fotosíntesis', explica la bióloga.

Si bien hay especies que no cuentan con esas algas –conocidas como zooxantelas–, la mayoría de las que forman los grandes arrecifes sí presentan esta característica. Las algas que albergan los traslúcidos pólipos coralinos son las responsables de los espectaculares colores que persiguen los turistas en las aguas cristalinas y tropicales. A estos paraísos marinos los persigue el fantasma del blanqueamiento que se genera por factores como la contaminación, cambio de la temperatura y la química del agua.

'Estos factores generan que, por una reacción química, los corales pierdan sus algas que les proporcionan una fuente de energía mediante la fotosíntesis. Lo que pasa después es que con el tiempo mueren los corales, y por ende estos ecosistemas', asegura.

Reportes de Blanqueamiento masivo

En Australia fueron examinados 520 corales y del reporte final solo cuatro daban señales de recuperarse porque, además del calentamiento de las aguas, el vertimiento de residuos industriales y hoteleros también ha contaminado las aguas donde está sumergida la Gran Barrera, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1981.

Gran Barrera de Coral australiana: Vista panorámica del arrecife que está sufriendo la mayor decoloración en su historia. El blanqueo afecta al 95% de la sección norte por el cambio climático y la contaminación.

En otro punto del planeta, en los mares del Colombia, las principales zonas coralinas como el Tayrona, las islas de San Bernardo, las islas del Rosario, los cayos San Andrés, el Urabá chocoano, y en el Pacífico puntos como el parque Utría, Gorgona y Malpelo, también han presentado un historial de blanqueamientos masivos, asociados al aumento de la temperatura del mar, por el fenómeno de El Niño. Así lo confirma Raúl Navas, coordinador del Sistema de Monitoreo Ecosistémico del Invemar –Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras–, organismo que desde hace 20 años está aplicando el sistema de monitoreo en las principales áreas de coral del país.

Para Navas es evidente que los cambios que se han registrado en los últimos años tienen que ver con la climatología global. 'A raíz de que se calientan cada vez más las aguas del planeta, las consecuencias son más graves. Ya hay anomalías térmicas de 2, 3 y 4 grados. En el año 83, por ejemplo, un Niño muy fuerte acabó con casi todos los corales de la isla Gorgona, hubo un blanqueamiento casi del 100% asociado con mortalidad', señala Navas.

Otros reportes de blanqueamiento se registraron en 1998 y afectó las estructuras de coral tanto en el Pacífico como el Caribe colombiano. Ese año, en uno de los fenómenos de El Niño más severos, en el Tayrona y en las islas del Rosario murieron muchas especies.

El siguiente declive en los arrecifes se presentó en el transcurso de 2005, año en que las condiciones climáticas afectaron con blanqueamiento el 60% de los corales de islas del Rosario e isla San Bernardo, mientras que el Tayrona no se vio afectado en esa época.

'El evento de La Niña de 2010 sí afectó al Tayrona, porque las formaciones coralinas están muy cerca de las laderas de las montañas que entran al mar. En esa época, el agua se calentó, la lluvia arrastró sedimentos que oscurecieron las aguas y bajó la salinidad. Sin condiciones óptimas de temperatura, salinidad y transparencia, los corales no sobreviven'.

De esa temporada se reportó un blanqueamiento del 20%, con una mortalidad del 35% en las formaciones marinas que son un atractivo de estas playas de Santa Marta. En el resto del país también se deterioraron otras formaciones.

Los datos actuales no reportan situaciones tan críticas; sin embargo, el cambio climático no permite que se hagan pronóstico positivo a largo plazo, pues las alteraciones en la temperatura de la Tierra continuarán y el equilibrio de estos ecosistemas marinos está en creciente peligro.

'La tasa de pérdida de Colombia ha sido menor a la del resto del Caribe, pese a tener ríos como el Magdalena, el Sinú y el Atrato vertiendo cantidades de pesticidas y contaminante en las aguas. Nuestros colares están aguantando mucho', afirma Navas, sin descartar que el proceso de acidificación del océano, otra de las consecuencias del calentamiento global, tendrá efectos dramáticos a futuro.

'Con la acidificación, los carbonatos que ellos capturan y fijan para crear sus esqueletos ya no van a estar presentes en el medio por el cambio de la química marina. Los cambios globales entraron en un punto de no retorno; lo que podemos hacer es disminuir la contaminación para aumentar las probabilidades de subsistencia'.

Para la bióloga Juliana Sintura la importancia de los arrecifes radica en que son un ecosistema estratégicos que brindan un hábitat a otras especies marinas, por ello los comparan con los bosques.

'Cuando pierdes un arrecife también se pierde la zona de sustento de muchos peces. Son uno de los ambientes con mayor diversidad de la Tierra y los efectos negativos que están enfrentando son de origen antropogénico, ocasionados por el mismo hombre'.

Expedición

Una de las investigaciones más amplías sobre los ecosistemas coralinos es la que se adelanta en la Reserva de Biósfera Seaflower en San Andrés y Providencia. La misión científica, que se movilizará a la isla este año, tiene por nombre Expedición Científica Seaflower 2016, Isla Cayo Serrano, y moverá, desde el 8 de agosto, a un grupo de 37 investigadores de diferentes partes de Colombia para hacer estudios de ecosistemas profundos. También actualizarán el estado de los corales de esta reserva, que concentra el mayor número de especies de corales en el país. En el proyecto participan la Dimar, Coralina y la Comisión Colombiana del Océano.