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La industria de la moda se ha caracterizado este año por apostarle a nuevos mercados. Modelos de diferentes etnias; orientaciones de género y tallas se han visto en las pasarelas más importantes del mundo.

En este sentido, la apuesta de reconocidas marcas como Dolce&Gabanna y H&M por las prendas de vestir para musulmanas, y la aparición de una modelo con hiyab–tradicional atuendo que cubre la cabeza y el cuerpo–son noticias que han causado revuelo.

Marcas de este tipo ven un potencial enorme en un mercado en el que se estima hay alrededor de 1500 millones de compradores. Esto ha generado un choque cultural que enfrenta a dos comunidades con valores socialmente diferentes, que a lo largo de la historia han tratado de inmiscuirse la una en la otra, generando todo tipo de opiniones y análisis.

Parcialmente, lo sensible del asunto se ve reflejado en la polémica que se ha desatado a raíz de esto en países como Francia, en el cual algunas figuras públicas han lanzado fuertes pronunciamientos en contra de la masificación de esta forma de vestir, al considerarla una manera de encerrar los cuerpos de las mujeres. Sobre esto, la barranquillera Laura Gómez, convertida al Islam, expresa que en su caso no se siente confinada por su vestimenta.

Su vida cambió cuando se fue a estudiar inglés a Estados Unidos; tenía 17 años y se había graduado de un colegio católico. En el nuevo país se vio rodeada de compañeros musulmanes y se topó con una copia del Corán –el libro sagrado del Islam– traducida al inglés. Su curiosidad se despertó y empezó a indagar sobre esta religión.

Cambio de vestimenta. De acuerdo a Gómez, después de un tiempo sintió un cambio en su interior, y surgió en ella la necesidad de vestirse de forma más recatada, un proceso que, según cuenta, se dio 'de forma natural'.

Antes de esto era una costeña más que usaba bikini en la playa. A pesar de su edad, para ella el Islam tuvo más sentido para su vida. Por eso hace 12 años, un Domingo de Resurrección y aún en suelo norteamericano, Laura se convirtió en musulmana.

A su regreso a Barranquilla comenzó a estudiar Administración de Empresas en la Universidad del Norte y al año siguiente empezó a usar el hiyab, que, contrario a la creencia popular, no solo es el velo islámico que las mujeres usan para cubrir su cabello, sino que es el atuendo que simboliza 'la modestia en la forma de vestir, de hablar, de comportarse y de interactuar con los demás', explica Gómez. Comenta que en ese momento fue algo que causó un gran revuelo. 'La gente se burlaba y me criticaba'.

El tiempo que estuvo radicada en Barranquilla su hiyab consistió de jeans, un blusón y el velo o pañuelo. Sus prácticas profesionales las hizo en Dubái, y estando allí terminó su universidad, inició una carrera en estudios islámicos y se casó. Gómez cuenta que allá su vestimenta cambió un poco; le añadió a esta la abaya, que es una túnica–por lo general de tonos neutros–que se usa hasta los tobillos y por encima de la ropa.

Gómez manifestó que este tipo de atuendos no son limitados al Islam. 'Si vemos la historia, la virgen María y las judías; las mujeres en la iglesia ortodoxa, las monjas o incluso en la cultura hindú, las mujeres usan el velo en la cabeza', dijo.

Encontrando mercados

El hecho de que los estados islámicos no hagan parte de la lista de sociedades que se han dejado ‘colonizar’ occidentalmente ha ocasionado que diseñadores y firmas textiles quieran adaptar sus productos a las exigencias del Medio y Lejano Oriente.

Fue entonces cuando en septiembre de 2015, la cadena sueca H&M lanzó Close The Loop, una de sus más recientes campañas publicitarias. La modelo musulmana Mariah Idrissi hizo parte de esta, convirtiéndose en la primera mujer en usar un hiyab en el video y fotos promocionales para la reutilización de prendas viejas de la reconocida marca.

Lo especial y polémico de esta publicidad no es el hecho de que Idrissi sea musulmana, sino que apareciera en ella usando el velo islámico, lo cual no había ocurrido antes.

La barranquillera Laura Gómez en su casa usando el hiyab. Se convirtió al Islam hace más de diez años y a su lado la imagen e la polémica

campaña publicitaria de la marca H&M, lanzada en septiembre de 2015.

En una entrevista realizada por el canal CNN, la londinense de ascendencia musulmana expresó que con su participación en la campaña publicitaria quiso derribar los estereotipos, y demostrar que su religión no es impedimento para interesarse en la moda y el estilo. 'He visto algunos comentarios negativos, pero en nuestra religión, cualquier cosa que no esté establecida como prohibida en el Corán es permisible. Siempre y cuando esté vestida de acuerdo con el Islam, no hay problema', comentó la joven de 23 años.

La compañía de moda afirmó que 'no trasladamos ningún ideal específico o animamos la elección de un estilo de vida, que es lo que el video Close the Loop muestra: no hay reglas en la moda excepto una: reciclar tu ropa'.

Los comentarios a favor y en contra se agudizaron cuando el pasado enero, la reconocida casa de moda italiana Dolce&Gabbana, como símbolo de adaptación a sus valores e idiosincrasia, presentó al mundo su primera colección para mujeres musulmanas.

Su línea Abaya–nombre con el que se conoce a las túnicas oscuras que visten algunas mujeres musulmanas–está conformada por velos y por largos y vaporosos vestidos en tonos como el beige y el negro, además de estampados geométricos y floreados. Cuentan con piedras, bordados y encajes, a las que se le agregaron accesorios como llamativas gafas de sol, decoradas con limones y flores.

A menos de tres meses de que la firma italiana hiciera el lanzamiento de su colección ‘islámica’, la compañía H&M volvió a ser noticia por el mismo tema. A pesar de que ya habían pasado varios meses desde la vez que la casa sueca se sumó a esta tendencia, a raíz de los recientes atentados en Bruselas, algunos gobiernos como el francés criticaron la iniciativa argumentando que se incita a un 'control social sobre el cuerpo de las mujeres'.

En la historia

Si bien es cierto que la empresa de Domenico Dolce y Stefano Gabbana no es pionera en esto, ya que otras compañías han puesto sus ojos en este mercado, sí se ha convertido en la iniciativa más llamativa.

De hecho, según expresa Laura Gómez, la musulmana conversa, otras marcas siempre han hecho parte del mundo islámico, ya que muchas de ellas confeccionan y venden prendas de vestir recatadas. 'Lo nuevo es que ahora no solo se podrá comprar un blusón, sino también una túnica', explicó.

Esta opinión es corroborada por el sociólogo de moda Frédéric Monneyron, que dijo a la publicación La Parisiene que desde los años setenta, 'las grandes marcas se han interesado por el mercado de Oriente Medio, adaptando ligeramente sus colecciones'. La diferencia actualmente estriba en que están diseñando directamente vestimentas pensadas para musulmanes, un mercado que se espera alcance los 500.000 millones de dólares en 2019, es decir, casi el doble que en 2013.

Tintes políticos

La ministra a cargo de los Derechos de las Mujeres en Francia, Laurence Rossignol, considera que 'cuando las marcas invierten en el mercado de la vestimenta islámica porque les resulta lucrativo, descuidan su responsabilidad social y, desde un cierto punto de vista, promocionan el encierro del cuerpo femenino'.

Sobre esto, Gómez expresa que ha visto 'musulmanas que no usan velo y que se ponen un bikini para ir a la playa. Y las que no lo hacen, no es porque las repriman, sino porque no lo sienten como su estilo de vida', continuó.

Por su parte, Pierre Bergé, de 85 años, expareja del fallecido modisto Yves Saint Laurent y presidente de ese emporio de moda, afirmó que se escandalizó por estas nuevas colecciones, debido a que 'siempre he creído que la moda existe para embellecer a las mujeres y para darles libertad, no para ser cómplice de esa dictadura impuesta que hace que se esconda a la mujer'.

Desde su experiencia y sobre esta perspectiva del tema, Gómez reconoce que aunque en algunos casos el hiyab o la abaya son impuestos, esto no correspone a la norma 'Cuando uno nace o adopta esta cultura, usarlo se vuelve normal. Y a la larga se convierte en una elección. Hay vestidos de baños para musulmanas, pero algunas eligen no usarlo y no entrar al agua'.

Adaptaciones culturales del hiyab

Algunas musulmanas en países occidentales usan el velo, pantalón y blusón de cualquier color siempre y cuando invite a la modestia, o una falda o túnica negra.

En Dubái y en Arabia Saudita no se ve bien el uso de colores fuertes, como el fucsia o amarillo que sí usan las musulmanas en África. Y en países como estos, las mujeres pueden usar la abaya y el velo, o el niqab, que es una prenda que solo deja entrever los ojos. En culturas como Afganistán, al niqab se le agrega la rejilla en el velo, de modo que ni los ojos se ven y a este se le llama burka.

Marcas como DKNY, Tommy Hilfger y Monique Lhuillier le apostaron a diseños más modestos dirigidos al público musulmán. La japonesa Uniqlo comercializa pañuelos ‘Yihab’ que cubren la cabeza y el pecho, mientras que la marca británica Marks&Spencer vende los burkinis.