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Andrey Oñate Macchi no tenía ganas de nada la mañana de ayer. Llorando se subió al bus que lo llevaría hasta las instalaciones de EL HERALDO. Llorando también pasó todo el trayecto hacia el diario, recordando lo que acababan de contarle.

Antes de salir de su casa, uno de los apartamentos de la torre de ladrillo del Conjunto 10 de la urbanización Las Gardenias, en el suroccidente de Barranquilla, su mamá le reveló que William, un amigo del sector, había muerto en la madrugada porque acabó en medio de las peleas que reclaman la territorialidad separada por las fronteras invisibles.

William tenía 16, y aunque Andrey tenga seis años menos, era su amigo. Un amigo que espera contar con una suerte diferente, con una oportunidad de esas que parecen escasear, pero que se acuerdan que llegan. Tal vez en forma de música, como la tuvo el champetero Kevin Flórez, el único capaz de hacer que, ante la trágica noticia, Andrey pudiera sonreír.

Junto a este pequeño, 13 niños más de ese vulnerable territorio de la ciudad arribaron a la sala de redacción de este diario. Para ellos, la visita suponía solo un recorrido por el periódico para conocer el funcionamiento de cada una de sus áreas.

La bienvenida al lugar no se hizo esperar y, motivados por las preguntas del director de la casa editorial, Marco Schwartz, y del editor jefe, Iván Bernal, los pequeños comenzaron a contar sobre sus experiencias con la música.

Mientras los chicos compartían sus relatos en la sala de juntas del periódico, una camioneta blanca se acercaba a la calle 53B con 46, lugar que alberga la sede principal de EL HERALDO. En el vehículo viajaban Rafael ‘Farra’ Flórez y Mary Rodríguez, padre de Kevin Flórez, acompañados del propio champetero, el más famoso de sus cinco hijos, quien llegaría al periódico convencido de cumplir con una entrevista.

Al bajarse del auto, el artista compartió con los periodistas que lo recibieron el DVD de Ángeles de calle, una película grabada por expandilleros cartageneros que contó con el apoyo del ‘Rey de la Cahmpeta Urbana’. 'Lo que vamos a vivir ahora allá dentro con los niños es parecido a esta película', vaticinó susurrando ‘Farra’, padre de Kevin, uno de los ‘alcahuetas’ tras la sorpresa mutua que vivirían el champetero y sus pequeños fanáticos.

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El director de EL HERALDO, Marco Schwartz, presidió el encuentro entre Kevin Flórez y los catorce niños.

¡Sorpresa!. Un '¡Oh, Kevin, estás por aquí!', de parte del director de EL HERALDO, les confirmaba a los 14 niños de Las Gardenias que lo que estaban viendo era real.

Un Flórez de look urbano cruzó la puerta de la sala de juntas del periódico. Atónito, pero sonriente, fue digiriendo el asombro.

El intérprete de Negra, sin saberlo, había llegado desde Cartagena para cumplirles el anhelo de conocerlo al grupo de pequeños soñadores, que tampoco atinaron a proferir palabras. Bocas abiertas, manos cubriendo el rostro, risas nerviosas y hasta lágrimas fueron pintando el rostro de estupefaccción y felicidad de los niños.

Kevin, igual de sorprendido que los niños, los saludaba uno por uno. 'Ajá, muéstrenme la canción que me dijeron que querían grabar conmigo. ¿Quién la compuso?', fue la pregunta que rompió el hielo entre el artista y los pequeños, quienes no dudaron en interpretar No sigan con eso, el tema que compusieron con la asesoría de Andrés Varela, el profesor que los acompaña en el taller de Cultura Urbana del programa Ruta para la Paz y la Convivencia, liderado por la Fundación Gente Estratégica con el apoyo del Ministerio del Interior.

'La compusimos entre todos y hace alusión a las fronteras invisibles. Esas en las que vivimos todos los días', agregó Varela, también conocido en el mundo artístico como Konsoul.

Un pequeño parlante empezó a reproducir la melodía champetera que acompañó la primera interpretación de estos niños. 'No sigan con eso, muchachos traviesos, piensen en su vida antes de ponerse en eso', corearon los pequeños cantantes, mientras los aplausos de los integrantes de la familia Flórez y periodistas de este medio aprobaban su actuación musical.

De valores, juegos, fraternidad y lucha contra la violencia que rodea su territorio tratan el par de canciones más que interpretaron los chicos de Las Gardenias: Mi gente y Estamos aquí, que puso a Erick, Cristian y Daniel a bailar al ritmo del ‘vacile’: 'mira ese negrito cómo se mueve, se mueve, se mueve...'.

Fue Erick quien, precisamente, lloró de emoción al verse al lado del artista champetero. Fue él quien presintió, durante el trayecto del bus hacia EL HERALDO, que algo así viviría. 'Ahora y que Kevin Flórez está allá', predijo entre broma e incredulidad. Y tenía razón.

'La idea es grabar bien la canción. Llevarlos al estudio donde yo grabo y hacerle algunos cambios al tema, de pronto meterle una pista más. Que ustedes hagan los coros y yo le meta mi pedazo', planteaba el cantante, quien con estas palabras le confirmaba una vez más a los niños que su sueño se haría realidad.

Luego de ratificar su compromiso, Flórez, uno de los intérpretes que ha llevado la champeta hasta las altas esferas, se sinceró con los chicos y les contó cómo vivió él sus días de infancia, muy parecidos a los de ellos. 'Yo también fui como ustedes. Había días en mi casa donde no había qué comer. Pero todo eso me sirvió, así como le servirá a todos ustedes para llegar a ser grandes artistas', aseguró el autor de Asómate a la ventana.

'También me tocó pelear. También pasé hambre', agregó Kevin, en uno de los instantes más emotivos del encuentro.

Los niños y los demás asistentes escuchaban atentos las palabras del artista. Su fundación y el trabajo de integración social que viene realizando con ella fue el otro tema que tocó Florez. Justo en ese momento trajo a colación el tema de esa película que, como habí vaticinado su padre Rafael, se asemejaba a la historia de los chicos de Las Gardenias.

El champetero tomó uno de los DVD del filme y lo puso sobre la mesa. 'Ellos mismos la grabaron con un celular, pero a mitad de camino se les partió y yo lesregalé una cámara para terminar la cinta. Recuerden que la perseverancia hace a los más grandes. Y ha sido difícil llegar hasta donde estoy, y falta aún más para alcanzar lo que quiero, pero las ganas nos llevarán a donde queramos', declaró el cartagenero.

La diversión. Luego del emotivo encuentro, vino la diversión. Foto por aquí, foto por acá... Selfie por aquí, selfie por acá... Una para cada uno, nadie faltó. Un rápido recorrido por la sala de redacción con fotos en cada rincón terminó con un tour por la rotativa del diario, en la que tanto los niños como Kevin disfrutaron de lo lindo al conocer el proceso de impresión del periódico. Yuliana lo abrazaba, Daner le hablaba, Leidys le pedía recomendaciones sobre artistas para escuchar... Kevin era el centro de atención... hasta que llegó el momento de despedirse. Quedaron en seguirse viendo y ponerse de acuerdo para la grabación en Cartagena. 'Soy su amigo, me pueden escribir por Instagram', les dijo antes de marcharse.

Cuando el champetero cruzó las puertas de salida de EL HERALDO, los pequeños corrieron nuevamente a la sala de juntas para disfrutar de un refrigerio preparado para ellos. Mientras compartían y comentaban sobre la experiencia vivida con el champetero, la canción Que viva el amor sonó en uno de los celulares de los pequeños de Las Gardenias para recordarlo. Para recordar ese día que 'no se les va a olvi dar jamás', como anotó Marco Schwartz, director de la casa editorial.

Sus padres, su impulso. Rafael es un cartagenero del barrio Olaya Herrera. Mary también. Se conocieron y se fueron a vivir juntos desde muy jóvenes a la casa que heredaron del papá de él en Los Caracoles, ya que 'Cindy llegó muy rápido'.

'Cindy es la mayor. Se iba a llamar Kelly, pero yo estaba tan enamorado de la cantante Cindy Lauper que le quise poner así', cuenta Rafael.

Cindy Lauper y toda la música de los años 80 fueron una gran influencia en la vida de este cartagenero, ‘el loco’ que andaba con unos discos debajo del brazo porque le gustaba mucho el reggae, según su esposa, Mary. 'Mi mamá me decía que dejara de andar con ese 'Chayanne', porque a ella no le gustaba la música', cuenta la cartagenera.

'Yo era loco, pero cuando llegó Kevin y mis hijos me dije que tenía que ajuiciarme y comencé a estudiar en el Sena, luego en el Tecnológico de Cartagena y luego fui a la universidad. Ahora soy ingeniero industrial', dice Rafael, quien trabajaba en un taller soldaba a diario para poder pagarse sus estudios universitarios y proveer a sus cinco hijos.

De la familia numerosa con la que hoy cuenta, el Farra, como hoy le dicen a Rafael, se siente orgulloso de todos sus hijos, especialmente de Kevin, que sigue siendo humilde y sencillo a pesar de la fama que ha logrado en su carrera musical.

'Kevin es así siempre. Gracias a Dios él ha sido muy obediente y sabe que la fama es algo fugaz. La humildad de él es tan normal que estos ‘pelaos’ se reflejan con él porque pueden ver cómo un ‘man’ de barrio como él lo logró y por eso es que lo quieren copiar', afirma el orgulloso padre.

Todos sus hijos son igual de talentosos, asegura, por eso quería lanzar un grupo de hermanos cantantes, pero el dinero no era suficiente para eso. Así que Kevin fue el escogido para ‘sacar la cara’ por el grupo y comenzó a hacer sus pininos con los monitores y pocas cosas que tenían para grabar en la casa. 'Kevin antes de hablar ya rapeaba. así que desde chiquito era talentoso. Su hermana Cindy baila y es la que hace el vestuario de ellos. Kiston y Keiner empujaban a su hermano y ellos no se molestaron. Decían que, cuando su hermano creciera, ellos también iban a crecer, y ahora somos todo un grupo de artistas, seguimos siendo la familia que somos', afirma el cartagenero.

El ‘Farra’ y Mary siguen todas las ocurrencias de Kevin y sus hermanos, pero lo más importante es que siguen agradeciendo 'las bendiciones que les han llegado', afirma Mary. 'Antes soñábamos con los premios Shock o los premios Lo Nuestro, pero hoy podemos decir que ese sueño se ha hecho realidad'.

Trayectoria musical

Con el sencillo Negra, y bajo el sello de ‘El Rey de Rocha’, comenzó el champetero Kevin Flórez a conquistar a los amantes de este ritmo, a través de algunas emisoras, ya que no todas creían que el cartagenero tendría éxito.

'Me decían que si hacía champeta iba a terminar con mi carrera, que le agregara un ‘beat’ y lo hiciera más al estilo del reguetón y así sería mejor. No hice caso y mírame ahora', afirma el artista.

Las canciones Viva el Amor y Ya no hay amor lo fueron posicionando poco a poco como uno de los artistas champeteros más escuchados de ese momento (2013), pero fue La invité a bailar la canción que cambió su vida.

Con este tema, el artista logró adquirir reconocimiento a nivel nacional y emprendió una carrera musical llena de premios, como lo fue primer Congo de Oro en el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, en la categoría Urbano.