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Las tilapias, aunque son peces nativos del continente africano, desde que fueron introducidas en los ríos de aguas cálidas de Colombia se han adaptado y multiplicado en el país, compitiendo por el espacio y los recursos de las especies nativas.

Las tilapias no son el único caso de peces introducidos. Los reportes señalan que unas 160 especies han sido trasplantadas a las aguas dulces del país.

Los ríos colombianos son el hábitat fluvial de más de 1.500 especies de peces nativos de agua dulce que hacen parte del equilibrio ambiental, y también son una fuente de alimentos y recursos para las poblaciones ribereñas.

Las estimaciones hechas por investigadores de la Universidad Nacional de Bogotá señalan que más de 40 mil pescadores y más de 200 mil personas dependientes de la pesca han visto una disminución de las capturas de especies nativas de consumo tradicional, como el bocachico y el bagre rayado; sin embargo, hay un aumento en la disponibilidad de peces como las tilapias.

La ruta de los peces introducidos

El investigador José Iván Mojica, del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, explica que el fenómeno de los peces introducidos inició el siglo pasado, en la década de 1940, y desde entonces ha tenido varias ‘oleadas’ con diferentes especies.

'En ese tiempo, los del antiguo Ministerio de Agricultura trajeron truchas a las cuencas de aguas frías del país, para proveer esta especie a los que practicaban pesca recreativa en las afueras de Bogotá, entre otras razones', relata el investigador, y agrega que esta iniciativa no estuvo mediada por estudios porque no existía entonces el concepto de especie invasora.

Según Mojica, entre los 60 y 70 se introdujo la especie de peces llamada carpas, que eran traídas de Europa del este y China hasta los embalses.

En esa misma época, por medio del programa Alianza para el Progreso, impulsado por el presidente estadounidense John F. Kennedy, se introdujo la tilapia para zonas cálidas como una opción de proteína para la gente.

'Las consecuencias de la introducción de este tipo de especies resultan inciertas, es decir, pueden prosperar y competir con los peces nativos e incluso acabarlos', afirma Mojica, quien señala que hace unos 10 o 15 años surgió la preocupación sobre este proceso y se empezaron a utilizar los términos de especies invasoras, trasplantadas o foráneas', describe el experto de la Universidad Nacional, y advierte que aún no hay estudios sobre cómo ha afectado esta intervención a los hábitats fluviales, pero sí se ha corroborado una disminución dramática de la cantidad de peces nativos.

Por esta situación, desde los años 80 se registra un aumento de la piscicultura –cría de peces–, y la más promovida es la de las tilapias, que coincide con la disminución de la pesca en el medio natural. Tal es el caso del río Magdalena, en donde en los últimos 40 años la producción pesquera pasó de 70 mil toneladas a 11 mil toneladas anuales, porque ya no hay tantos peces como antes.

Además de los casos citados, otra especie que prende las alarmas de los investigadores es el pez basa, proveniente del sudeste asiático, que ingresó al país de manera ilegal y fue detectado el año pasado en la cuenca del Magdalena. Se trata de una especie de rápido crecimiento, omnívora, de la que se desconoce el efecto que está teniendo en la población de peces nativos.

Especies introducidas en el caribe

En la Universidad del Atlántico, el profesor Carlos García-Alzate, doctor en Ciencias, adelantó un estudio que contempló a la tilapia presente en el embalse de El Guájaro, en la ciénaga de Luruaco, en la ciénaga de San Juan de Tocagua y en la ciénaga de El Jobo.

'Los principales resultados al analizar la especie es que el espectro de su dieta es amplio. Son especies que tienen mayor tolerancia a las condiciones de los ambientes acuáticos actuales', comenta García, y explica que, en el caso del embalse de El Guájaro, los procesos de salinización y mineralización favorecen la presencia de esta especie, que domina el 70% de la captura abundante de peces.

'Actualmente no hay control sobre esta especie y se está reproduciendo en cantidades alarmantes. Muchos de ellos tienen cuidado parental y eso los hace más exitosos reproductivamente', afirma, al tiempo que advierte que la problemática es que, en este momento, lo que soporta la pesca en el sur del departamento del Atlántico son las especies introducidas.

Tanto Mojica como García coinciden en que hace falta estudiar con mayor profundidad este fenómeno que corre en las ‘venas’ fluviales de Colombia.