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Un piano y la voz fueron suficientes para que Diego el Cigala, reconocido en los rincones más melómanos de toda Latinoamérica, exhibiera su versión más cálida en Barranquilla. El romance, que alegra y que también hace llorar, fue su indiscutible propuesta en la noche de flamenco que el cantante español trajo el pasado jueves a la ciudad. Sin embargo, el público exigente de ‘la Arenosa’ no lo acompañó hasta el final de su presentación, que comenzó una hora y media más tarde de lo presupuestado.

El traje negro no pudo camuflar sus característicos rizos y su barba –que refuerzan su anatomía gitana–, cuando las teclas del piano marcaban sus pasos hacia la tarima del salón Jumbo del Country Club. Los aplausos iniciaron al ver salir detrás la cortina al artista andaluz.

El único instrumento musical que acompañó la velada entonó la melodía de la balada Te quiero, te quiero, de Nino Bravo, con la que el Cigala inició el concierto desde una silla y frente al micrófono. No hubo más escenografía que el leve movimiento de sus manos; y solo dos sonidos, su voz y el piano, retumbaban en la sala en la que más de 600 asistentes contemplaban expectantes el acto de casi dos horas.

Sin duda, Te extraño dejó ‘al desnudo’ los más profundos sentimientos del artista. Con esa emotiva canción, el Cigala le canta a su esposa Amparo Fernández desde su fallecimiento hace unos meses, tras una larga lucha contra el cáncer que no pudo vencer. 'Estaré acompañado de mi esposa, quien dirige mi música desde el cielo', había dicho horas de la presentación antes en rueda de prensa.