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Dibujos de formas diversas y abstracciones llenas de color decoran cada vez más muros de norte a sur. Así, el arte salió a tomarse Barranquilla en forma de grafiti y muralismo, pero también con exhibiciones efímeras: poesía frente al mar, danza al aire libre, cuadros vivos, teatros en parques.

La Puerta de Oro se ha abierto, y sus calles ahora están al servicio de las expresiones más variadas para construir ciudad. Y aunque, según artistas y gestores culturales, faltan estrategias y políticas para incentivar más intervenciones, los jóvenes están encontrando (y creando) más espacios públicos donde desarrollar su arte.

Eventos como el festival internacional de grafiti Killart –que se lleva a cabo actualmente–, fundaciones culturales como Cubo Abierto, galerías como Barrio Abajo y centros de creación como La Casa Verde son nuevos espacios que han nacido en los últimos años en Barranquilla, gracias a los cuales muchas intervenciones artísticas en lugares públicos adquieren vida. (Ver galería de imágenes aquí)

'Esos son espacios alternativos que brindan oportunidades, sobre todo a artistas jóvenes que trabajan en arte contemporáneo, para que puedan dialogar con la ciudad y mostrar sus obras', indicó Ernesto Recuero, docente investigador de la Facultad de Bellas Artes, de la Universidad del Atlántico.

Precisamente, en eso consiste el arte público. Se convierte en una interacción con la ciudadanía y un acercamiento de la comunidad al arte. Los ambientes físicos con ocupados por objetos dispuestos de forma determinada, o por performance de personas, o son modificados; las posibilidades son infinitas.

Estas intervenciones, además, ponen a reflexionar sobre lo que se entiende por espacio público. Como lo explicó Recuero, no es más que 'un lugar compartido en el que la ciudadanía o un grupo de personas convergen dentro de él'. Calles, parques, cualquier sitio donde puede entrar cualquiera libremente. 'Entonces, las intervenciones artísticas no se tratan solo de ocupar el espacio sino de pensar en la gente, crear una nueva forma de comunicarse con lo público en relación con la obra'.

En ese sentido, las acciones artísticas son tan variadas que es difícil clasificar las intervenciones públicas. El límite está en la imaginación del artista. Lo que sí es claro es que estas obras son mucho más que parte del paisaje: lo redefinen y lo llenan de simbolismos que van desde una intención personal del autor hasta un mensaje política o social.

Significados y construcción de ciudad. La Intendencia Fluvial es escenario de arte urbano. Sobre sus muros sobresalen pintadas imágenes representativas del Caribe. Negra soy es el título de uno de los grafitis que muestra una mujer afro con fondo de colores vivos. La obra de la artista Joyce es el resultado de una búsqueda personal que derivó en darle voz a la mujer en un espacio predominantemente masculino, como ella misma contó.

'Al principio lo que interesa es tener un espacio en la calle y pintar lo que se te venga a la cabeza. Pero después vas madurando y empiezas a pensar en la importancia de lo que pintas, porque la gente lo está viendo. Entonces, como el gremio es más que todo de hombres, quería que mis dibujos reflejaran la visión de una mujer, una crítica también hacia la exclusión femenina y a la sociedad machista; ese es mi enfoque', manifestó Joyce.

De esa forma, otros artistas plasman en sus acciones artísticas sus propias inquietudes sociales, sensaciones y pensamientos que generan una ruptura en el paisaje y proponen otra manera de relacionarse con él. Precisamente, ese movimiento continuo le ha servido a la ciudad para recuperar sitios abandonados, sucios y peligrosos, y para volcar la mirada de los transeúntes y comunidad aledañas hacia ellos.

'Lo que se ha comprobado desde la experiencia es que cuando las personas observan el desarrollo de la obra y dialogan con el artista, tienen más interés que cuando solo ven el resultado final de la obra. Esa es la importancia de la intervención en espacio público, que genera interacción social y visibiliza el arte de forma más masiva', indicó el profesor Recuero.

Ejemplo de ello es la experiencia que ha tenido la Fundación Lienzo Urbano en sus más de 28 intervenciones. La entidad, a través de la promoción del arte urbano, genera espacios de participación cultural como herramienta de comunicación para el cambio social y la paz. Y los resultados han sido muy favorables según cuenta la cofundadora, Dave Beltrán.

'Las primeras intervenciones se hicieron en poblaciones vulnerables, con las que teníamos contacto antes de empezar para involucrar a los habitantes en la actividad. La recepción siempre fue positiva, ayudaban a los artistas y daban ideas de lo que ellos querían ver pintado. En resultados posteriores, se ve la recuperación de áreas olvidadas y eso genera apropiación de la comunidad aledaña hacia ellas, empiezan a cuidar el espacio y trasciende, incluso, a un balance ambiental positivo', dijo Beltrán.

El camino es largo. Pese al notable crecimiento que ha tenido Barranquilla en el sector cultural respecto a estas actividades artísticas en espacio público, todavía falta mucha tela que cortar para alcanzar a ciudades desarrolladas en este ámbito, como Nueva York, en Estados Unidos, y Río de Janeiro en Brasil; o, por lo menos, a otros territorios del país como Bogotá y Medellín. Así lo perciben curadores, académicos y gestores culturales.

El apoyo de las administraciones e instituciones estatales es lo primero que sale a relucir ante el panel de expertos cuando se trata de exponer las falencias que todavía permanecen en la ciudad. Para ellos, aunque este año la inversión del Distrito en cultura aumentó, sigue siendo un porcentaje de baja representación.

El presupuesto del 2016 para la cultura es de alrededor de $21.504 millones, lo que equivale al 1,1% del total de la cartera de la ciudad. Tuvo un leve aumento en comparación con años anteriores. En 2015, la inversión fue de aproximadamente $14.089 millones (0.7% del total de ese año).

En 2014, el presupuesto fue de unos $11.749 millones (1.0% del total de ese año), mientras en 2013 significó alrededor de $16.248 millones (1.0% del total de ese año).

'Los gobiernos deben ofrecer estímulos a los artistas que están desarrollando propuestas innovadoras para la sociedad, porque en este momento las inversiones que están accionando no están respondiendo con las necesidades del medio. No hay coherencia entre la ejecución de los recursos y las políticas culturales del Distrito. Entonces, no se están canalizando esos esfuerzos de los artistas, quienes han creado espacios alternativos para gestionar sus obras y brindar cultura a la comunidad', expresó el curador Jaider Orsini.

Sin embargo, para el docente Ernesto Recuero la gestión no es tarea exclusiva del gobierno local. Basado en sus investigaciones, afirmó que el artista no debe depender mucho del Estado, porque al hacerlo, sus obras se desdibujan siguiendo políticas institucionales. Para él, el sector privado también debe cumplir un papel preponderante, pero las empresas 'no están interesadas en la cultura'.

En lo que sí coinciden los expertos consultados es en señalar la falta de políticas culturales más amplias que apunten a la investigación y creación de propuestas para aprovechar mejor el espacio público y que integren todas las expresiones artísticas que van más allá del Carnaval de Barranquilla, para que se dinamicen los aspectos de la ciudad en relación con el arte.

Lo destacable de todo esto es que, aunque su trayectoria sea larga, el camino se está trazando. Y han sido los mismos artistas y la ciudadanía quienes han levantado esa bandera de cambios de postura. La noticia está en las calles. Las intervenciones que vienen realizando fundaciones, centros, galerías, instituciones educativas y actores independientes tienen algo en común: la búsqueda y la acción de empezar a hacer algo.

Teatro. Muestras artísticas tradicionales como teatro, danza y música han salido a buscar público en la calle. Prueba de ello es la Carnavalada, que se realiza durante el Carnaval, e integra estas exhibiciones. En la foto ‘Guacherna de las Calaveras’ en su presentación de 2015 en ese espacio.

Artes vivas. Músicos, realizadores y actores locales se tomaron el Centro de la ciudad para reflexionar las relaciones y vínculos con los habitantes del sector, a través de experiencias vivenciales. La actividad es parte de los trabajos finales de una maestría de las Universidades del Atlántico y la Nacional.

Buscan agilizar permisos para intervenciones públicas

En este momento, para la realización de actividades culturales en espacios públicos, los interesados deben llenar una solicitud en la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo, que a través de las secretarías de Gobierno y de Espacio Público gestiona los requerimientos.

'En caso, por ejemplo, de intervenciones en sectores privados, como los grafitis, se abre una convocatoria para que personas o instituciones propongan sus muros. Lo que pretendemos es darle un orden a las intervenciones y garantizar que los eventos en espacio público promueva la cultura. Es un trabajo en equipo con todas las secretarías', explicó Juan José Jaramillo, encargado de la cartera de Cultura.

El Distrito busca agilizar estos procesos de permisos de intervenciones públicas mediante una 'ventanilla única virtual', una plataforma web a través de la cual se registren todas las solicitudes, con la tranquilidad de realizar de manera segura procedimientos en línea y a la cual tengan acceso todas las secretarías. Los primeros eventos que se verán beneficiados de este proyecto serán los del Carnaval 2017.

'Lo que hemos venido viendo de manera importante es el aumento de público, a eso se debe el crecimiento en la oferta cultural. El objetivo desde la Secretaría es ofrecer espacios de diferentes expresiones artísticas. La apuesta es buscar una Barranquilla que activa, que se convierta en jalonadora de la cultura Caribe a través de actividades académicas, educativas y artísticas', expresó Jaramillo.

Cabe aclarar que en las intervenciones públicas concebidas como arte no se incluyen manifestaciones callejeras como malabares y otro tipo de expresiones que usualmente se ven en los semáforos de la ciudad. La razón es que estas, en el fondo, representan una forma de ganarse la vida más que un arte en sí mismo, aunque se valgan de algunas de sus formas. Se trata de una simple actividad, no de adaptarse de un espacio público para resignificarlo.