Desde clásicos como La langosta azul (1954), en cuyos créditos, entre producción y elenco, figuran el español Luis Vicens, los escritores Gabriel García Márquez y Álvaro Cepeda Samudio, el pintor Enrique Grau y el fotógrafo Nereo López; hasta las más recientes películas como Ruido Rosa (2015), de Roberto Flores, que mezcla la experiencia y la naturalidad de los personajes principales, o Los viajes del viento (2009) de Ciro Guerra, protagonizada por un músico de vallenato, no harían parte del repertorio del cine Caribe si la Ley del Actor hubiera estado vigente en los tiempos de sus producciones. Así lo afirman miembros del sector cinematográfico en el reciente debate que sostienen con el sindicato de actores.
El mes pasado, la Comisión Séptima del Senado de la República aprobó en primer debate la Ley 163 de 2016 o Ley del Actor; un proyecto radicado en abril ante el Congreso por la Asociación Colombiana de Actores (ACA) que busca garantizar los derechos laborales, culturales y de autor de los intérpretes colombianos.
'Es hasta chistoso que tengamos que negociar nuestra dignidad. Las jornadas de los actores han sido agotadoras, tenemos que pagar por la salud y duramos períodos largos sin trabajo', afirma el actor Alejandro Aguilar, delegado de la ACA.
En 32 artículos, el sindicato –que agremia más de 1.000 actores de todo el país desde 2014– solicita, entre otros, seguridad social (salud, pensión), pago de horas extras y nocturnas, días de descanso, regulación de horarios laborales y protección del talento nacional.
El proyecto está compuesto por cuatro capítulos: el primero establece medidas que acreditan el ejercicio de la actuación como una profesión, con derechos patrimoniales de autor; el segundo busca proteger el talento nacional al disponer condiciones en la profesionalización del oficio; el tercero instaura los requisitos laborales y prestaciones sociales; y el cuarto implementa derechos pensionales y seguridad social.
Puntos del capítulo II han ocasionado un debate público entre el gremio de cine y la ACA. Directores, guionistas y productores alegan que algunas normas restringen la libertad creativa y atentan con el desarrollo del séptimo arte de todo el país –que ha tenido un auge especial en los últimos dos años–, sobre todo el de las regiones.
La dignificación del actor y la actriz como sujetos de derechos laborales no está en discusión. La lucha –que también la llevan muchos trabajadores del país– es 'necesaria y loable'. El problema empieza cuando esa causa social 'es a costa de lo que con tanto esfuerzo se ha construido en el sector cinematográfico', dice el cineasta barranquillero Roberto Flores.
El cine colombiano ha empezado a subir posiciones en la escala internacional después de unos 100 años de sus primeros pinitos. Así lo demuestran reconocimientos como la Cámara de Oro a Mejor ópera prima en la 68° edición del Festival de Cannes que obtuvo el caleño Cesar Acevedo con La tierra y la sombra, o la nominación al Óscar como Mejor película extranjera de El abrazo de la serpiente del cesarense Ciro Guerra.
Ninguna de las dos películas hubiera sido posible con una norma como la del artículo 12 de la Ley del Actor, que estipula que el 90% del elenco de un filme realizado con aportes del presupuesto público debe estar conformado por actores con formación técnica y mínimo cinco años de experiencia certificada o un título profesional en artes escénicas o afines. Ni Nilbio Torres ni Antonio Bolívar –Karamakate joven y adulto, respectivamente, en El abrazo de la Serpiente-, ni Haimer Leal –Alfonso en La tierra y la sombra- cumplen ese requisito.
'Es muy conveniente y prudente que se reconozca el valor de cualquier persona formada como actor, ya sea por la academia o por su experiencia. Eso me parece muy válido, pero la cuota es demasiado alta, porque va a restringir antes que a ayudar a aumentar las producciones cinematográficas de Colombia, por las exigencias que implica', asegura la actriz barranquillera Mabel Pizarro, docente de Artes escénicas y protagonista de Ruido rosa.
La ley también establece que si una producción requiere contratar un porcentaje mayor de actores no profesionales debe justificarlo ante el Comité de Acreditación Actoral, que estará conformado por dos representantes de programas de educación superior en artes escénicas acreditadas, uno del Ministerio de Educación, uno del Ministerio de Cultura y tres actores profesionales de la ACA.
'Tú no le puedes pedir al pintor que sólo utilice los colores de la bandera de Colombia. La decisión de qué tipo de actores usar es una decisión artística. Los actores representan a alguien, pero a veces nosotros queremos mimetizar esa representación con la realidad. Es cuando entran actores naturales, que son entrenados; como Lady Tabares en La vendedora de rosas', indica el realizador barranquillero Luis Fernando ‘Pacho’ Bottía, director de El faro.
En su búsqueda narrativa, muchos cineastas del mundo se han alimentado de la estética realista que da la mirada de las personas, cuyas experiencias personales ligadas a la propuesta cinematográfica los convierten en actores representando su propia vida. Colombia no ha sido ajena a la tendencia. Rodrigo D no tiene futuro, El vuelco del cangrejo, La sirga, Siembra y Noche herida son solo algunos ejemplos.
El artículo 4 hace una distinción específica de quién puede ser acreditado como actor o actriz profesional: que tengan título en artes escénicas o afines, una experiencia de trabajo mayor a diez años acumulados, o estudios técnicos más experiencia actoral certificada de mínimo cinco años. En tal caso, protagonistas de muchas películas colombianas, pese a su participación en ellas, no serían considerados actores.
'Ahora hay muchos modelos que quieren ser actores, y es importante fortalecer la formación académica de los actores. Pero no se pueden cerrar las puertas a los otros caminos que hay para llegar a una buena actuación', expresa Flores, director de Cazando luciérnagas y Heridas.
El problema es que gran parte de los actores considerados profesionales desarrollan sus carreras en Bogotá, lo que hace más difícil para los productos regionales cumplir con los requisitos que plantea la Ley del actor.
Lo que alega la ACA en estos puntos es que están protegiendo el talento nacional para que compita de forma equitativa con extranjeros u otras personas sin formación actoral seleccionadas por un equipo de producción para interpretar los papeles; y evitar el ejercicio aficionado de la actuación, sin soporte académico o empírico.
'Ellos ven con angustia que muchos actores extranjeros llegan a ocupar papeles a menores costos, mientras pierden espacios laborales', afirma el senador de Alianza Verde, Jorge Iván Ospina, ponente del proyecto de ley.
La preocupación de los cineastas con estos artículos, además, es que la mayoría de los largometrajes en Colombia se realizan con coproducciones extranjeras, que exigen una cuota de actores de sus nacionalidades en papeles principales, según explica Jacques Toulemonde, director del filme franco-colombiano Anna (2016) y guionista de El abrazo de la serpiente.
'Ese punto es muy grave. Está la tendencia de generar contenidos de varios países, muchas películas en el país dependen de la coproducción, porque aquí no hay suficiente plata para hacer una película. Con la ley como la tienen, en el peor de los casos, llevaría a la larga al final del cine en Colombia', expresa Toulemonde.
La legislación mete en una misma ‘bolsa’ a la televisión, al cine y al teatro, a pesar de que tienen dinámicas y negocios diferentes. Y la discusión sólo se da en el centro del país. Mientras, las regiones se mantienen lejanas a la situación.
Los tres debates restantes en el Congreso para la aprobación de la Ley del Actor se realizarán entre agosto y septiembre. Mientras tanto, las partes afectadas ya se encuentran en concertación. Las reuniones entre representantes de la industria del cine, autoridades del Gobierno, miembros de medios televisivos, el Sindicato de actores y otros públicos de interés comenzaron con las cartas sobre la mesa.
'Se ha generado una polémica por malos entendidos. Hay unos postulados que tendremos que entrar a negociar, no hay nada establecido. El Sindicato no puede ser una amenaza, nuestra labor es construir una mejor industria', expresa Aguilar, quien interpretó al Cabo Cortés en la película El Páramo.
Los cineastas concuerdan con el actor, aunque se mantienen en su posición contra cualquier imposición de cuota actoral. Esta ‘escena’ política seguirá rodando mientras los ánimos siguen arriba.
Artículos de la controversia
4°: Se entiende por actor profesional aquel que acredite alguno de los siguientes requisitos: título profesional en artes escénicas o afines; experiencia actoral mayor de 10 años acumulados y certificados; combinación entre educación técnica o tecnológica y experiencia actoral mínimo de 5 años acumulados y certificados.
9°: Creación del Registro Nacional de Actores. El actor deberá estar inscrito en el registro como requisito indispensable para ser contratado y reconocido como actor profesional.
10°: Creación del Comité de Acreditación Actoral. Con el objetivo de acreditar la profesionalización de los actores y actrices en Colombia, el cual estará adscrito al Ministerio de Cultura y contará con una sede principal en la capital de la República.
12°: Las producciones cinematográficas de ficción que cuenten con aportes de presupuesto público deberán tener como mínimo en la asignación de los roles protagónicos, coprotagónicos o antagónicos y de reparto, al menos el 90% de actores profesionales, de conformidad al artículo 4°.
Parágrafo 1°: Si por condiciones particulares de la producción se requiere contratar un porcentaje de actores no profesionales superior al establecido en este artículo, el director o productor tendrá que justificarlo ante el Comité de Acreditación Actoral y recibir su aval; sin el cual no podrá continuar la producción.