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No solo fue recopilar las reveladoras columnas. Daniel Coronell también quiso mostrar todo el proceso de investigación por el que debió atravesar para consolidar sus escritos. Esos que hoy resguarda en Recordar es morir.

Un libro en el que el periodista colombiano cuenta el ‘detrás de cámaras’ de los más polémicos textos que ha publicado en la revista Semana, y con los que busca armar el rompecabezas político de la Colombia contemporánea.

En conversación con EL HERALDO, el también director de noticias de Univisión reveló que aún tiene mucho por contar sobre sus columnas, y que su sueño es escribir otro libro. Uno que creará con el mismo rigor con el que estructuró el primero.

Más allá de recopilar sus columnas, ¿cuál fue el objetivo del libro?

Es un trabajo muy interesante para un reportero, porque es como desarmar un carro cuando ya está armado y mirar cómo fue construido. Fue también revelar, en lo posible, lo que se hizo de investigación previa para llegar a cada columna. Además, es la posibilidad de mostrar fotos de la Colombia contemporánea en cada uno de los capítulos. Ellas son el retrato de lo que ha sido el país en los últimos años.

¿Por qué para usted recordar, en un país como Colombia, significa morir?

Invocar la memoria o recordar las cosas que han pasado no es bueno para los que viven en un país como este. La columna que llevó ese título habla de lo que le pasó a personas que se acordaron de lo que había hecho el general Rito Alejo del Río durante sus años de ejercicio militar. En general, tener memoria no ha sido aplaudido en Colombia. En cambio, sí muy problemático y puede poner en peligro la vida de quienes la ejercen.

¿Cuáles son los escritos que más valora del libro?

Los que más me gustan son el tema del procurador Alejandro Ordóñez y el del magistrado Carlos Horacio Urán, quien salió vivo del Palacio de Justicia pero fue encontrado muerto 22 años después. El caso es particular porque el video, la prueba con la que llegamos a esa conclusión, es muestra verídica de lo que ha sido la impunidad en Colombia. Esa es una investigación que quiero y valoro. Aún hay cosas que no puedo contar, quizá lo haga con los años. Y, el tema del procurador porque me parece que ha sido el personaje más nefasto para el futuro de Colombia, en un país lleno de personajes nefastos.

¿Ha pensado hacer otro libro con eso que ahora no puede contar?

Sí. Tengo el sueño de estructurar otro libro. No será ni en lo que queda de este año ni en todo el año entrante. Es un sueño a largo plazo. Vamos a ver si soy capaz de cumplirlo.

Sus columnas son atemporales, tienen todavía tela por cortar…

Sí, claro. Yo pienso que las columnas son como seres vivos. En este ejercicio descubrí cómo evolucionan. La investigación se va construyendo por capas. Uno va avanzando como si fueran las capas geológicas de la tierra. Y uno toma columnas que tienen años de diferencia y se ve cómo han evolucionado las pruebas sobre el tema, y también cómo lo hacen las maniobras de ocultamiento sobre esos temas.

¿Cómo define a los personajes de sus columnas?

Personajes que encarnan el poder de manera tan fuerte, como el expresidente Álvaro Uribe o el procurador Ordoñez, son el perfecto paradigma de lo que hay que investigar y de lo que hay que mostrar para beneficio de la sociedad. El periodismo debe ser contrapoder. Debe buscar las inconsistencias, ilegalidades, y tratar de sacarlas a flote.

¿Cuáles son las características que fortalecen el contrapoder?

El deber del escepticismo. Ese debe ser sagrado. No se puede creer completamente en las fuentes. Estamos en la obligación de dudar de todo. Además, tenemos que tener la vocación de contarlo todo. Incluso, eso que la gente no quiera saber.

Sus textos van más allá de la opinión, son denuncias. ¿Cuánta investigación se debe hacer al escribir una columna?

Creo que hay un terreno de opinión y otro de información. Pero la opinión debe estar cimentada en información. Uno no puede opinar honestamente si está juzgando a partir de hechos falsos. El rigor es necesario en todas las vertientes del periodismo. La lección que quisiera derivar de mi propio libro es que la opinión no vive en los adjetivos. No siempre la mejor manera de opinar es calificando, sino mostrando los hechos que se están construyendo de manera suficiente.

Usted ha recibido amenazas por su oficio. ¿Hasta dónde llega su responsabilidad con los lectores y el país?

Es una responsabilidad permanente y creciente. Un país que está afrontando los desafíos que tieneColombia necesita un periodismo muy fuerte, porque sólo en la medida en la que los ciudadanos sepan lo que está pasando, pueden tomar mejores decisiones hacia el futuro.

¿Ha sentido miedo?

Sí, lo he sentido. Pero se me quitó en 2005 cuando escribí la columna Descubriendo al verdugo. Esa fue la última vez que tuve miedo. De ahí en adelante he afrontado como cierto que me puede pasar algo, que seguramente sí me va a pasar, pero no voy a dejar de cumplir con mi deber por eso.

¿Cómo califica el trabajo investigativo de medios de comunicación en el país?

Colombia tiene periodistas buenos y medios regulares. A cada rato se conoce que un reportero, casi solo y jugándose la vida, fue capaz de destapar una aberración en el poder. Pocas veces los medios toman la decisión de buscar revelaciones hasta las últimas consecuencias. Los periodistas pueden hacer un aporte grande al futuro del país. Los medios, en cambio, están pasando por una etapa financiera que los lleva a perder ambición periodística.

¿Apoya el proceso de paz o busca sus vicios para darlos a conocer?

Es razonable que Colombia busque una salida pacífica al conflicto. Lo que he conocido de los acuerdos me muestran que son razonables y que son términos claros. Dicho esto, el deber de los periodistas no es sumarnos al entusiasmo de la paz. No es plegarnos al optimismo, ni comprar la propaganda a favor del proceso de paz. Estamos ahí para tener una visión crítica, para buscar lo que no está funcionando bien y para contrastar la realidad con los discursos.

¿Vivir fuera del país le da otra perspectiva sobre el proceso de paz?

Uno con la distancia gana perspectiva pero pierde profundidad, detalle. Si el Gobierno logra consolidar el proceso de paz, vamos a tener un escenario mejor para las próximas generaciones. Pero creo que hay cosas que el gobierno de Santos ha hecho mal y debe afrontar el escrutinio político por eso.

¿A quién considera su maestro en el periodismo?

Mi primer gran mentor es un barranquillero al que quiero, respeto y admiro. Cada vez que puedo, con humildad y sencillez, lo recuerdo. Fue un mentor en mi vida que es imborrable. Se llama Heriberto Fiorillo.