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'El cacao ha existido desde siempre en el pueblo arhuaco, pero por la violencia y el desplazamiento ese conocimiento se perdió. Ahora lo estamos recuperando', relata Hernán Villafaña, sentado al pie de un frondoso árbol de mango desde donde se ven los retoños de cacao listos para trasplantar. En el fondo se distinguen otras plantas adultas ya florecidas y con frutos.

Una muestra de esos granos de cacao –producidos en una central de beneficio para Cacao en la vereda Don Diego, municipio de Santa Marta– llegarán a Sabor Barranquilla, del 19 al 21 de agosto, como parte de Alimentos con sabor a paz. Este segmento será un homenaje a las historias de comunidades que le han ganado el partido a la violencia y a las drogas con la siembra de productos como el cacao y el café. Procesos que cuentan con el apoyo del Departamento para Prosperidad Social y la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito.

La tradición del cacao

'El cacao no fue traído, es de nosotros pero hemos perdido la cultura por el desplazamiento a los páramos donde no se produce cacao', relata Villafaña y agrega con voz pausada que con la recuperación de los territorios las costumbres perdidas se retoman y también los sitios sagrados que perdieron.

'En el tiempo en que los campesinos sembraban marihuana y coca, al cacao le llegó la enfermedad por las fumigaciones y no se podía recoger una mazorca de cacao de los cultivos porque estaban enfermas', comenta mientras mira los retoños de la planta y confirma que los tiempo han cambiado.

En medio de la finca un centro de acopio para la cosecha se erige entre la espesa vegetación. Allí la comunidad almacena, fermenta y somete a el proceso de secado los granos del fruto con que las grandes compañías chocolateras fabrican sus productos.

'Antes no había respeto por el valor de nuestro cacao, ahora con el apoyo de Cacao de Colombia y entidades del gobierno hemos logrado vender justo, pero estamos trabajando duro para dar mejor calidad', comenta el líder indígena quien resalta que todo el proceso de cultivo se realiza bajo sus creencias, sin traer plantas distintas a las que brotan del mismo suelo de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Así como la comunidad de arhuacos, los campesinos de la organización de Familias Guardabosques de la Sierra, en la finca San Rafael, vereda Trompito Bajo, han cambiado la historia de sus territorios con este fruto. Como resultado del esfuerzo colectivo el año pasado obtuvieron el premio Cacao de Oro, un reconocimiento al mejor cacao fino del país.

Diego Arango es uno de los campesinos que ha hecho parte del proceso. Para él sustituir los cultivos de marihuana y coca no fue un proceso fácil.

'Cuando decidimos cambiar de cultivos, se quedaron algunas fincas que no quisieron, unos lunares. Fue complicado, pero ahí arrancó el proyecto de familias guardabosques con proyectos productivos que le permitió al campesino capacitarse y aprender nuevas cosas', relata Arango quien es un abanderado de los Guardabosques de la Sierra. Él y sus compañeros, con la calidad del cacao que están produciendo le apuntan a mercados internacionales y se proyectan a crecer en medio de las dificultades que les plantea el territorio, como los largos periodos de sequía que han enfrentado.

Café Kogui

También el resguardo Kogui llevará –desde el corregimiento de Mingueo, municipio de Dibulla, en La Guajira– el café tostado en grano o molido que cultivan de manera silvestre entre los 900 y 1.600 metros sobre el nivel del mar, bajo las condiciones que dicta sus creencia, sin químicos y de gran calidad.

'El café es una planta muy poderosa y natural. Nuestros Mamos y mayores nos cuentan que existió desde un principio', dice el líder indígena Simiqui quien explica que después de varios años comerciar café con trueques, en los que no se valoraba el producto, la iniciativa de unificar y organizar el café Kogui, que hoy es de exportación internacional les ha permitido mejorar la calidad de vida de las comunidades y también fortalecer sus recursos para recuperar los sitios sagrados que fueron ocupados por colonos y usados en cultivos ilícitos.

Estas y otras historias de paz, en las que echan 'raíces' los cultivos de café y cacao, serán expuesta en el marco de Sabor Barranquilla.