La Unesco reconoce a la filosofía como 'una escuela de la libertad', por el papel del pensamiento filosófico como una herramienta que ha acompañado al ser humano desde su aparición en la Tierra, y también por ser un el elemento central que impulsa la evolución y transformación del entorno, hasta lo que es hoy día.
Aunque Latinoamérica tiene una participación reciente en la historia más difundida del pensamiento universal, los filósofos colombianos reconocen un desarrollo progresivo del pensamiento propio. Uno de los escenarios de encuentro de la producción intelectual del país fue el VI Congreso Colombiano de Filosofía, que finalizó ayer en la Universidad del Norte.
En medio de ese escenario, ponentes destacados del evento, en entrevista con EL HERALDO, hablaron sobre la educación como uno de los temas que está en el centro del debate filosófico nacional, también de la historia y el estado actual de la filosofía en Colombia, sobre la mujer y el feminismo. Además de abordar temas del panorama internacional como la filosofía de la religión y el desencanto causado por la crisis del capitalismo. También respondieron preguntas sobre ¿donde están los filósofos? y ¿De qué viven?
En la entrevista participaron Guillermo Serrano, doctor en Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid y docente de la Universidad del Norte; Jorge Aurelio Díaz, doctor en Filosofía de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica y profesor pensionado de la Universidad Nacional de Colombia; Amalia Boyer, doctora en Filosofía de la Universidad de Warwick, Inglaterra y Leonardo Tovar, licenciado en Educación, filosofía y letras y doctor en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional.
Historia de la filosofía en Colombia
Para Guillermo Serrano es importante comprender que el pensamiento filosófico en Colombia ha existido desde que existen los colombianos. Para él rescatar el ejercicio filosófico permite 'liberarnos del complejo de colonia', una herencia negativa de la historia que ha tenido Latinoamérica, una zona vista como productora de materia prima y no como una productora de pensamiento.
'Con lo de complejo de colonia me refiero a la desconfianza que existe sobre lo que pensamos, creemos que no es digno de participar en el gran debate universal de la filosofía', explica Serrano. Y agrega que hacer filosofía no solo es importante para ganar autoconfianza, sino también para volver a pensar ideas, teorías y problemas que han surgido en nuestra tradición.
'Por ejemplo, cuál ha sido la visión que hemos tenido de nosotros mismos a lo largo de la historia del pensamiento latinoamericano. Y cómo hemos tenidos que hacer una interpretación peculiar de la tradición filosófica europea y norteamericana', comenta el docente de la Universidad del Norte.
En cuanto al desarrollo de la filosofía en el país, Leonardo Tovar, quien estudia el pensamiento filosófico en Colombia y en América Latina, ofrece una visión panorámica que va del presente al pasado.
'En Colombia, actualmente, hay alrededor de 60 programas de filosofía en pregrado. Algunos tienen un enfoque hacia preparar profesores y otros forman filósofos en un sentido más disciplinario', comenta.
Para Tovar, en espacios como el congreso confluye el trabajo académico que comenzó a consolidarse en el país con el origen del actual departamento de filosofía de la Universidad Nacional en Bogotá, en 1946.
Cuestionamientos a la educación
Desde principios del siglo XX está establecido por Ley que en los cursos de 10 y 11 grado en los colegios se dicte la cátedra de filosofía. Algunas instituciones lo extendieron a todo el bachillerato o han implementado estrategias como la llamada ‘Filosofía para niños’. Para Leonardo Tovar, doctor en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, a pesar de esos esfuerzos hay ciertos signos de inquietud que motivaron el tema de la educación como eje del reciente congreso. 'Uno de los signos es que desde hace dos años ya no hay en las Pruebas Saber de once un apartado sobre filosofía, solo se evalúa indirectamente con las competencias de lectura crítica y el segmento de competencia ciudadana', describe Tovar, y señala que esta acción demuestra una reducción de la importancia de la filosofía en la educación y como resultado hay falencias en el debate crítico de la sociedad. Jorge Aurelio Díaz apunta, además, que en bachillerato no se debería enseñar los mismos temas de la universidad. 'Muchos de los estudiantes universitarios salen de estudiar filosofía y van a los colegios a enseñar lo mismo, pero poquito, eso es un desastre porque no se estimula ese pensamiento crítico', comenta Díaz. Por otra parte, Guillermo Serrano dice que este fenómeno se repite en otras áreas del conocimiento. 'Parece que los saberes escolares fueran resúmenes diluidos y un poco falsificados de los saberes de referencia de las universidades', comenta Serrano. También señala la existencia de investigaciones sobre la historia de la pedagogía en Colombia donde abordan el desarrollo de un saber específico sobre cómo enseñar. 'En la filosofía se ha intentado implementar ese proceso, pero no sido posible porque la profesionalización ha sido muy reciente. Antes la clase de filosofía no la daban filósofos y se convertía en una reunión sobre proyecto de vida', analiza Serrano. Para Amalia Boyer a este panorama se suma la discusión sobre si la filosofía puede ser enseñada o no. 'Se hace la distinción que una cosa es enseñar filosofía y otra distinta es enseñar a filosofar'. Boyer explica que hay un punto relacionado con la profesionalización, pero el otro tiene que ver con esa función importante de la filosofía, la de brindar unas herramientas técnicas de lectura, escritura y argumentación que sirven para posicionarse frente al presente y cuestionarlo. 'No solo se trata de criticar de manera negativa, sino tener una cierta distancia para hacer un diagnóstico de ese presente que nos permitan construir un porvenir que no repita los mismo errores del pasado', comenta la filósofa y señala que, desde su punto de vista, en vez de sacar la filosofía de la educación media, se necesita buscar la manera de insertarla desde el comienzo. 'Hay una frase que me gusta de Gilles Deleuze que dice: el niño es un ser metafísico, es decir, el niño comienza por ser filósofo. Hay algo en el sistema de educación que nos hace perder la capacidad de filosofar', asegura Boyer.
La deuda histórica con las mujeres
Amalia Boyer, quien ha estudiado ampliamente la filosofía feminista, comenta que el rol de la mujer en el pensamiento filosófico es reciente. 'Desde el inicio de la historia de occidente la mujer fue puesta al margen de la educación y la participación política. Ya desde las primeras propuestas de democracia en Grecia se sostenía esa exclusión'. Boyer agrega que el cambio de este panorama en Colombia es reciente, y señala un decreto de 1933 como uno de los antecedentes porque autoriza, por primera vez, el acceso de las mujeres a la educación media y superior. 'Antes de eso había una pedagogía que educaba a las mujeres para ser buenas mamás y amas de casa, pero no para acceder al saber, ni a la participación política'. Para ella, el proceso de las mujeres en la filosofía ha sido un poco como el desarrollo del pensamiento en América Latina: aprender y replicar. 'Pero muchas veces se hizo sin cuestionar ese orden del saber, de por qué y cómo se da una exclusión tan larga de la mujer, en más de 2.500 años de historia'. Boyer señala que los grandes pensadores han tenido una responsabilidad porque participaron de manera activa construyendo argumentos que justificaron esa exclusión. Sobre este punto Jorge Aurelio Díaz comenta sobre personajes como Aristóteles, Hegel, Jean-Jacques Rousseau, Immanuel Kant, entre otras grandes figuras que justificaron este fenómeno. 'Hasta Spinoza, que fue un librepensador, escribió el último capítulo de ‘Tratado político’ sobre por qué la mujer no debe participar en política', comenta Díaz. Amalia Boyer retoma explicando que el proceso de cuestionar la relación entre mujer y filosofía se ha dado en Estados Unidos y Europa, pero poco en Latinoamérica. 'En Colombia las consideraciones respecto a la mujer y el saber no han sido en la filosofía, pero sí en la sociología, antropología o psicología'. Para ella las nuevas generaciones de filósofas son las que están obordando el tema por el panorama actual, donde los derechos de la mujer y la lucha por la equidad están en el centro del debate mundial.
Las crisis políticas y sociales del mundo
Jorge Aurelio Díaz comenta que algunos de los temas presentes en el centro del debate filosófico mundial tienen que ver con las crisis de la democracia, de la política y la sociedad actual. Los expertos señalan que es un tiempo de desencanto. 'Alguien decía, de manera provocadora, que estamos en una época post-metafísica, post-moderna y post-democrática. Hay una fuerte crítica a la cultura occidental, se siente un cambio de cultura muy fuerte y es muy difícil evaluarlo cuando uno está tan cerca', señala Díaz. Otro de los temas vigentes es el de la filosofía de la religión por la aparición del fanatismo islámico en un momento de la historia donde se creía que la religión iba a desaparecer. 'Además está toda la orientación de la filosofía de la mente, se trata de esfuerzos por participar en la discusión de los biólogos sobre el conocimiento, la estructura de la mente, sobre la materialidad de la mente, todos esos problemas están muy latentes'. Los expertos coinciden que la disciplina en la actualidad está muy dispersa, no solo en los temas, sino también en los métodos.
El posconflicto en el contexto de crisis
'Las posiciones ciudadanas frente al proceso de paz indican que no hemos madurado para el debate crítico, para la argumentación y, en ese sentido, podemos repetir que Colombia necesita de filosofía en la escuela, en la academia pero, más importante, se necesita en la sociedad', afirma Leonardo Tovar, para quien uno de los retos de los filósofos es darle elementos ayuden a la gente a entenderse así misma y logren ejercer sus derechos dentro de la sociedad, en eventos históricos como el desarrollo del proceso de paz. Amalia Boyer apunta que el posconflicto coincide con ese panorama mundial de crisis, donde los demás saberes parecen cerrar las posibilidades al cambio ante la desigualdad social, la pobreza derivada del sistema económico y la ineficiencia de los gobiernos para afrontar estas problemáticas. 'Entre la política y la economía nos dicen que todo está terrible, sin posibilidades de una transformación, nos cierran la imaginación. Por eso creo en la capacidad de la filosofía para dar un paso al lado y ayudarnos en el proceso de abrir las fronteras del pensamiento en un contexto donde no nos ofrecen soluciones', explica Boyer. Los cambios en un país como Colombia suceden de forma paralela al avance de una sociedad interconectada, pero profundamente atomizada. Así lo señala Guillermo Serrano, quien apunta que la revolución de la comunicación nos ha hecho vivir una vida nueva que hemos adoptado sin pensar y va en un ritmo tan rápido sin darnos tiempo de comprender. 'Vivimos más rápido de lo que pensamos; sobre todo ya somos otros hombres y no nos dimos cuenta de cuándo comenzamos a serlo', reflexiona Serrano. El docente de la Universidad del Norte coincide con sus colegas al señalar a la filosofía como una disciplina que tiene la misión de hacer una especie de examen de nuestra realidad, 'de las finalidades humanas para no dejarnos confundir por los medios de destruyen lo humano en la sociedad'.
¿De qué viven los filósofos en el país?
'Voy a contar algo anecdótico', dice Jorge Aurelio Díaz en medio de la entrevista y después de una pausa prosigue. 'Estando en la Universidad Católica de Caracas el decano quería hacer una promoción de la carrera y tenía preparado un folleto para preguntarme qué opinaba de el. En el volante decía: 'Según la oficina nacional de estadísticas en el año 2000 se van a necesitar en Venezuela 400 filósofos'. Yo le dije, quite eso de ahí y si quiere promocionar la cosa ponga: 'Desde Tales de Mileto hasta hoy no se conoce ningún filósofo que haya muerto de hambre', cuenta entre carcajadas, luego más serio responde que el campo profesional en el país está vinculado directamente a la educación. Leonardo Tovar complementa explicando que la disciplina actúa de manera transversal en escenarios académicos, desde la formación básica en el colegio, pasando por los programas donde se forman filósofos y también incluye los cursos humanísticos de las diferentes carreras –desde ingeniería hasta las Ciencias Sociales– donde se abre una cátedra complementaria en esta materia. 'Dependiendo del talento y otros factores algunos filósofos se desarrollan además en la investigación'. También cuenta que hace unos años una revista cultural publicó una artículo sobre la pregunta ¿Donde están los filósofos?, básicamente porque no tenían presencia en los medios opinando sobre las coyunturas, ni tampoco presencia en las redes social. 'Creo que es una manera reduccionista de ver la filosofía', señala Tovar. Para Amalia Boyer uno de los conflictos de la filosofía es ese carácter como un saber experto, que en el panorama de la sociedad en la que vivimos se considera a veces como el menos experto por no tener impacto dentro de lo empírico. 'Las demás ciencias tienen elementos más cuantificables para medirse, mientras que la filosofía parece quedarse en el campo de las ideas'; sin embargo, tienen retos importantes frente al mundo actual y el futuro.
'Esa iniciativa tuvo entre sus precursores al filósofo barranquillero, autodidacta, Julio Enrique Blanco De la Rosa, junto con otros personajes', relata Tovar.
También agrega que, antes de esa presencia académica específica, la filosofía hizo parte –en un sentido más social– de las discusiones y debates políticos e ideológicos que se dieron en el siglo XIX. En esa época se destacan figuras como Miguel Antonio Caro, redactor de la constitución de 1886; Ezequiel Rojas, fundador del Partido Liberal, entre otros.
'Eran personas que tenían elementos filosóficos, en un sentido amplio, que incluyeron en esas discusiones que se hicieron para la conformación de la nacionalidad'.
Al remitirse a la fundación de Colombia con Bolívar y Santander, señala la influencia del utilitarismo y la ilustración en el proceso independentista.
'Como profesores de filosofía hacemos el énfasis académico, pero es bueno tener en cuenta ese fondo político y cultural que hace parte del contexto', advierte Leonardo Tovar y anota que existe una discusión sobre si se puede hablar de una filosofía propia de los pueblos que habitaban América antes del encuentro con Europa.
'Más allá de esos datos es ver que la filosofía ha estado presente en la cultura nacional desde distintos puntos de vista, no es algo añadido y hace parte de lo que somos como colombianos'.
Por su parte, Jorge Aurelio Díaz, docente pensionado de la Universidad Nacional, retoma la etapa de los años sesenta, cuando aparecen los primeros profesionales que se dedican a la filosofía. Para él, en ese primer periodo comienza un proceso que llama ‘inculturación’ de la filosofía en Colombia, porque el trabajo estaba enfocado en la trasmisión de conocimiento.
'Voy a decirlo yo que casi pertenezco a esa generación, a nosotros nos mandaban a Europa para aprender y enseñar lo que hacían los europeos. Esa era la mentalidad', cuenta Díaz, quien asegura que por eso las anteriores generaciones de profesionales en esta área fueron poco productores de conocimiento.
'A finales del siglo pasado se va transformando ese proceso y comenzamos a ser productores. Estamos tomando la actitud de que debemos aprender de los demás, pero también podemos opinar nosotros. Eso se ve en el Congreso y estamos en ese momento'.
Cuando se le pregunta al filósofo Jorge Aurelio Díaz sobre su impresión del impacto actual de la filosofía en Colombia, él señala, desde su visión, que la filosofía en el país no ha madurado lo suficiente como para tener una voz directa, todavía está en ese proceso de maduración propio.
'Hay unos intentos de analizar el problema de la violencia, el de los partidos políticos, pero esa producción hacia afuera no ha sido muy grande. Sin embargo la producción interna ha tenido un desarrollo, el nivel de los estudiantes de hoy es alto', comenta e insiste que sí hay un proceso de maduración, pero 'todavía falta que la filosofía se vuelque más hacia la sociedad'.
Desde este contexto, los filósofos analizan y opinan sobre los tópicos que son objeto de las investigaciones actuales en Colombia y el mundo.