Los mercados son espacios donde se pueden conseguir variedades de productos para la canasta familiar a un menor costo. En el caso de Barranquilla, este espacio no solo es importante por su función de abastecer la despensa de la ciudad y el departamento, también constituye un escenario de riqueza cultural e histórica que es evidente en los productos, la gente y hasta en la arquitectura.
Esas capas del mercado solo se pueden apreciar recorriéndolo a pie, atravesando sus callejones y hablando con su gente. Ese redescubrimiento del espacio fue el propósito de la tercera edición de la ruta Pa’l Mercado, organizada por el colectivo #Todomono en el marco de la feria gastronómica Sabor Barranquilla 2016. Fue un recorrido que emprendieron 23 personas, el pasado sábado, con el apoyo de Museo de Arte Moderno de Barranquilla, el acompañamiento del chef sincelejano Alex Quessep, el sociólogo y vigía de patrimonio Leonardo Romero, y el estudiante de arquitectura Daniel Cervantes.
Los tesoros culinarios
Una de las paradas obligatorias es el mercado La Magola, especializado en especias. Allí, Alex Quessep explicó la procedencia de los diferentes productos que ofrecen los comerciantes y también habló sobre las posibilidades culinarias de los ingredientes para diferentes preparaciones.
'Yo invito a la gente en Barranquilla a que camine la ciudad, a que un día deje el carro parqueado en algún lado o se transporte en un taxi y conozca y viva la ciudad', contó el chef mientras seguía el recorrido entre los estantes atiborrados de semillas, cereales y especias.
El mercado es un lugar apropiado para encontrar productos que no se consiguen fácilmente por ser parte de recetas muy típicas. Es el caso del millo, un cereal con el que se preparan las alegrías, los famosos dulces de las palenqueras que se disfrutan en el Caribe colombiano.
Este cereal se puede encontrar en el almacén El triunfo, uno de los pocos locales comerciales que sobrevivió del antiguo mercado de granos y también uno de los puntos que se visitó durante la ruta.
'Me gustaría que hicieran un bosquejo de cuando comenzó el mercado de granos y lo muestren a la comunidad, muchos no lo vieron', comenta Tomás Roenes, propietario de El Triunfo. 'Sería bueno que esto lo cogieran como patrimonio histórico y lo revivan nuevamente', agregó.
Dentro del mercado de granos
Al entrar a la edificación del mercado de granos se puede sentir un clima fresco y agradable, a pesar de que no cuenta con ningún abanico y mucho menos con aire acondicionado. Esto es porque la construcción cuenta con una arquitectura bioclimática, según explicó Daniel Cervantes.
'Anteriormente se trabajaba de la mano con la naturaleza. Esta edificación está completamente cubierta pero no está oscura porque permite el paso del sol, a pesar de esto no es caliente debido a la altura de la cubierta, que hace que el aire caliente se mantenga arriba'. También que el lugar permanece con ventilación por la orientación de los accesos, ubicados teniendo en cuenta la dirección de las brisas. 'Hacia donde fuera la brisa, así se orientó la puerta y las ventanas superiores', dijo.
Dentro del antiguo mercado de granos se puede encontrar ventas de ropa de segunda, quesos, hierbas, mochilas, artículos en tejido de junco, hamacas, sombreros vueltiaos, entre otros. Sin embargo, esto no era así en la época en que se construyó. El origen de este lugar no se podía dejar a un lado durante este recorrido. Según contó el sociólogo Romero, en 1913, el concejo municipal de Barranquilla organizó sobre ese espacio una renovación urbana que buscaba concentrar a todos los vendedores de granos, especies y frutas.
'Esa iniciativa fue liderada por Tomás Suri Salcedo y por otros concejales, en la cual desarrollaron y encontraron la financiación para este mercado', contó Romero a los asistentes. 'Desde esa época este lugar se ha constituido como un referente de este sector que se conoce como el Boliche, o la plaza Ujueta, aquí se consolidó esta actividad que ya está degrada pero que en los años 40 era una efervescencia total en tema de comercio e intercambio de producto'.
Daniel Patiño, quien vende sus quesos en el lugar hace 56 años, cuenta que las cosas han seguido cambiando. 'Aquí había venta de granos en todas las puertas, 11 ventas de queso, ahora solo quedamos dos. Había ventas de víveres, de todo, pero como se empezaba a meter el agua que mojaba el arroz y otras cosas, la gente dejó de vender sus granos por aquí', relató
Afuera del mercado de granos, un local contiguo ambientaba la jornada con un picó. Dos hombres que transitaban la zona se detuvieron espontáneamente a ‘tirar’ uno que uno pase de champeta, para ponerle 'sabor al día'.
Esta y otras escenas motivaron Quessep a comentar el valor de la dinámica social del sector. 'Abandonemos esos prejuicios que tenemos y acerquémonos a la cotidianidad auténtica barranquillera, la que sucede en el centro y sus alrededores'.
Una mirada a la plaza San Nicolás
Una parte importante del ese ‘microcosmos’ del mercado es la Iglesia y la plaza de San Nicolás, construcciones que han tenido muchas mutaciones a través del tiempo. 'Se dice que aquí comenzó la ciudad, en los alrededores', comenta Cervantes y agrega que la plaza fue teniendo varias transformaciones. 'La plaza mutó y se convirtió en una estación de buses, después pasó a ser un mercado público y después, con una renovación urbana, hace más de 5 años, esta plaza se recuperó como espacio público', comenta.
En el mercado, entre la mezcla de edificaciones nuevas y locales comerciales se pueden apreciar construcciones antiguas con huellas de toda la arquitectura que ha pasado por Barranquilla. Edificaciones de tipo ecléctico, combinación de la arquitectura gótica con la republicana, algo que barroco, entre otras.
Para el sociólogo Romero es necesario que la gente conozca estos espacios y los personajes que lo habitan. 'A nivel nacional hay una política de volver estas plazas, pero renovación debe tener en cuenta estas lógicas que componen la riqueza cultural del entorno'.
El Centro Histórico de Barranquilla fue declarado monumento nacional en 1999 por el Ministerio de Cultura. La zona de conservación patrimonial del Centro Histórico comprende barrios como San Roque, Rosario, Centro y Barrio Abajo.