Compartir:

Sobre los cielos del Caribe colombiano se despliegan las alas de diversas aves que conforman la riqueza ornitológica de la región. Aunque se trata de un patrimonio natural tan valioso, ha sido poco documentado en su conjunto. Por ello, un grupo de investigadores de la Universidad del Norte emprendieron la tarea de registrar las especies de aves que circundan el campus del alma máter, haciendo una guía que se extiende a los emplumados que habitan en Barranquilla y sus alrededores.

El resultado final de ese proceso se puede consultar en el libro Patrimonio emplumado de la Universidad del Norte, que fue presentado en la ciudad durante el Simposio de Biodiversidad realizado el 16 de agosto y se encuentra disponible para su descarga gratuita por internet.

Para Juanita Aldana-Domínguez, bióloga y autora de la guía, el objetivo principal del documento es hacer visible la riqueza natural que rodea espacios como la universidad y la ciudad misma. 'Las personas tienen una ceguera frente a la naturaleza, y como no la conocen, no la aprecia y mucho menos la cuidan', comenta la investigadora y docente de la cátedra ‘Aves del Caribe colombiano’ en Uninorte.

Desde la asignatura que imparte se emprendió en 2013 el proyecto de crear un material didáctico para mostrar la diversidad de aves no solo de la universidad, sino también de Barranquilla. El proceso comenzó con un estudio de biodiversidad dirigido por la Fundación Zoológico de Barranquilla, y en el curso de ‘Aves del Caribe’ se continuó alimentando el inventario con ayuda de los estudiantes.

'Colombia es el país con mayor diversidad de aves y es importante que las personas de acá nos vayamos familiarizando, porque hay gente del extranjero muy interesada en estudiar las especies nuestras y allí hay un potencial turístico', asegura Aldana.

El libro tiene información sobre las aves, sobre su comportamiento y sus costumbres y sobre cómo la gente de la región ha mantenido la relación cultural con ellas.

Cambios ambientales en el Caribe

Para el biólogo Rafael Borja, también catedrático del curso de Uninorte, las aves de esta región comparten una pasado común con las del Orinoco.

'Antes, la región de lo que es hoy Zulia, los Llanos Orientales y la región Magdalena-Caribe compartían varios tipos de hábitat donde se conjugaban los mismos elementos', relata Borja, quien añade que con el levantamiento de la cordillera de Los Andes separó las cuencas del Orinoco y del Caribe, desplazando los ríos y ocasionando unas condiciones climatológicas diferentes del Caribe, que resultó en un ambiente más seco y cálido que la Orinoquía, actualmente más húmeda.

'A pesar de esta separación, quedaron unas rutas que posibilitaron el intercambio de las aves en ambas direcciones. Por eso hay aves como el toche, de nombre científico icterus nigrogularis, común en ambas zonas', comenta el investigador. Otra especie evidencia de este proceso es el azulejo y un tipo de colibrí de nombre científico florisuga mellivora.

Las transformaciones bio-geográficas incidieron en un cambio evolutivo en la aves. A nivel del Caribe, el cambio en los puntos de la desembocadura del río Magdalena –por la formación de la Sierra Nevada de Santa Marta, los Montes de María, entre otras estructuras– también dejó sus huellas en la naturaleza actual.

En el estudio en el que participaron los investigadores Aldana y Borja se encontró que el mayor número de aves que habitan Barranquilla y sus alrededores son insectívoras, pertenecientes a la familia llamada tiránidos (Tyrannidae). Representantes de este grupo son el sirirí y el bichofué.

'El papel de estas aves como controlador de insectos es reconocido', señala Borja, y agrega que las otras aves que tienen gran importancia en número y diversidad son las que se alimentan de frutas, como los azulejos y los toches; y por otra parte están las que consumen semillas, como los canarios.

'De las que registramos se destaca la guacharaca (Ortalis garrula), que es endémica de la región Caribe, una especie que se alimenta de frutas y semillas'.