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La que sería tal vez la última entrevista que Juan Gabriel le dio a un medio colombiano en los últimos años se la concedió a EL HERALDO, en exclusiva, a mediados del mes de septiembre de 2012, en Ciudad de Guatemala, quince minutos antes de subir al escenario en el que más tarde habría de ofrecer un show que hizo llorar a muchos.

'Hace como diez años que no hablo con la prensa', confesó al ser abordado por esta reportera en su camerino, cuando salió del área privada para atendernos, envuelto en una bata de seda blanca que cubría el elegante atuendo azul cielo que lució después en el escenario, peinado y maquillado para salir a escena.

En una charla de escasos nueve minutos reafirmó lo que ya habíamos intuido desde la llegada a esa ciudad en busca de una entrevista: que estábamos ante todo un señor: no solo un señor artista de más de 1.800 composiciones, 40 trabajos discográficos grabados, 1.500 discos de oro y platino en reconocimiento, 8 mil presentaciones en el mundo y más de 150 millones de discos vendidos, sino ante un ser humano respetuoso, sencillo en extremo, muy por encima de vanidades o soberbias.

Por eso las casi 50 personas que trabajaban con él –algunos con más de 25 años a su servicio– se referían al artista con gran respeto, casi con veneración. 'Es que don Alberto es muy buen jefe. Si no fuera así no duraríamos tanto con él. Es un gran señor', aseguró en aquella ocasión Rigoberto Gómez, trompetista del mariachi, en la prueba de sonido que se había realizado por la tarde, en el estadio de Ciudad de Guatemala.

Esa noche el llamado ‘Divo de Juárez’ –en alusión a Ciudad Juárez, donde creció– se apoderó del escenario por casi tres horas, acompañado por los músicos de su banda y los de su mariachis haciendo un recorrido magistral por sus rancheras, baladas, norteñas, pop y boleros.

Un espectáculo similar, aunque superior en emoción y entrega, ofreció cinco meses después en Barranquilla, el Domingo de Carnaval de 2013, en la que fue su primera y única presentación en esta ciudad en sus 44 años de vida musical. En esa ocasión lo trajo el empresario Enrique Chapman, a quien el artista confesó con satisfacción, al finalizar el show, 'no me arrepiento de haber venido a Barranquilla'..

Al frente de su organización musical ya estaba Iván Aguilera, un joven alto, apuesto y muy elegante que en aquel momento tenía 24 años, y de quien se supo extraoficialmente en ese viaje que es el mayor de los cuatro hijos que el artista tuvo, al parecer mediante el método de fertilización in vitro. Lo acompañaban, además, su contador, su peluquera, un cocinero y el equipo técnico que conoce al dedillo los altos y bajos en el registro vocal de su jefe, así como sus exigencias en el montaje del espectáculo.

Advirtiendo el nerviosismo de su entrevistadora y de la fotógrafa, que estaban medio ‘coladas’ en ese lugar al que muy pocos acceden, en la charla no ahorró bromas y apuntes jocosos. A continuación algunos apartes del diálogo:

Cuando ha recibido tantos premios y tanto cariño de la gente, ¿qué le falta por lograr?

Pues mire, parece mentira, pero hace 40 años lo que me hacía falta era descansar. Y yo me la pasé descansando todo este tiempo y ahora que voy camino a los 41 años, pues ya tengo que trabajar (risas). Bueno, si es que a esto se le dice trabajar, pero es que en realidad hago lo que yo más quiero, y me encanta hacerlo. Es mi profesión. Gracias a la música he conocido gente muy linda de todos los colores y sabores.

Cuando a usted le hablan de Colombia, ¿de qué se acuerda?, ¿en quién piensa?

Pienso en las arepas... ¡es que tengo hambre! (risas) Me acuerdo mucho de cosas muy bonitas. Pienso mucho en Claudia de Colombia, porque la conocí jovencito. Me acuerdo de Jorge Barón, de Monserrate, de Ibagué, de Pereira, de Medellín, de Cali, de sus fronteras y de San Antonio, cerca a Cúcuta… ¡Me acuerdo de tantas cosas! Es que son muchos años y tengo allá muchísimos amigos. Ahorita pues no me acuerdo de todos, pero cuando llego allá las ondas se me empiezan otra vez a acomodar y me acuerdo de mucha gente que he querido mucho y que ha participado en mi realización. Es que Colombia y México se parecen mucho, es como si fueran un solo país, porque tienen muchas afinidades, muchas significaciones.

Sin duda, México ocupa un lugar importante en el corazón de los colombianos y en la cultura popular del país...

Así es. Y ahora que nos hemos hecho más amiguetes con el presidente Peña Nieto, quien ya estuvo en Colombia, los vamos a tener como hermanos de nuestro gobierno y nos vamos a ayudar a resolver nuestros problemas, porque es que siempre nos hemos querido mucho. Y siempre han dicho muchas cosas de nuestros países que no son ciertas. Nos vamos a defender, nos vamos a colaborar para que en nuestros pueblos haya más tranquilidad.

Hablando de las nuevas corrientes urbanas, ¿ha planeado incluir en su ‘show’ alguna fusión con unos de estos grupos?

A mí me gusta todo tipo de música, pero todo depende de mi estado de ánimo. Pero qué bueno que les vaya bien a todos esos grupos. Personalmente me gustan porque son las propuestas de las nuevas generaciones, y qué bueno que las disfrutan.

¿Qué piensa de artistas colombianos, como Shakira, Carlos Vives, Juanes…?

Toda la vida ha habido muchos artistas buenos en su país. Ahora les tocó el turno a Shakira, a Juanes y a Vives. Los conozco a los tres y creo que he sido pilar de ellos, que nacieron y crecieron conmigo y nos hemos conocido. He recibido palabras muy bonitas de ellos y, por supuesto, me encantan. Los estilos que tiene Colombia, como la cumbia, el vallenato y los ritmos tropicales, todos son hermosos, preciosos. No he conocido Barranquilla, pero dicen que tiene música muy bella.

Juan Gabriel, ¿cómo define usted la felicidad?

Para mí, la felicidad es la música, porque es ahí donde se manifiesta mi buena salud y mi alegría. Y si hay más alegría, pues la vida es mucho mejor.

Tras centenares de canciones compuestas, ¿de dónde sale toda esa inspiración?, ¿qué lo nutre espiritualmente para dar tanto en sus temas?

La verdad es que no sé qué contestarle, porque la composición es algo natural en mí, fluye sola. Simplemente me pongo a pensar cosas y me digo: tengo ganas de escribir, porque tengo muchas cositas que me inquietan, y la única forma que tengo para manifestarlas es musicalmente. Y qué bueno, digo yo, que puedo hacerlo musicalmente. Respeto mucho cómo otros manifiestan sus estados de ánimo, sus sentimientos, sus procesos. Yo lo hago con música. Cuando estoy triste, hago mucha cosa alegre para contrarrestar mi sentir. Y también cuando estoy alegre hago cosas muy románticas. El milagro es que todo esto le guste a la gente. Esa es una bendición. Desde los 14 años estoy escribiendo canciones y lo bonito es que les ha ido gustando a través del tiempo. Y aquí me tienen: con muchas ganas de ir a Barranquilla.

Qué bueno, maestro, que quiera ir a nuestra ciudad. Gracias por estos minutos para EL HERALDO…

No, qué bueno que vinieron desde tan lejos a acompañarnos. Bueno, aunque hoy ya nada es lejos. Estamos muy hermanados a través de los medios de comunicación…,

Es cierto. Pero es que, además, usted no está lejos de nosotros. Hace parte de nuestros recuerdos, y también de nuestra cotidianidad…

Ojalá, qué más quisiera yo. Para mí es una bendición encontrar una persona a la cual yo le gusto, y respeto a la que no le gusto. Les doy las gracias por quererme, es mutuo y es de toda la vida. No sé por qué no había ido aún a Barranquilla, pero siempre hay un momento para todo. Quiero decirle a Barranquilla que he esperado 40 años para ir a llevarles lo mejor de mi carrera en todo este tiempo. Y como llego en un Sábado de Carnaval, pues entonces vamos a ponernos aún más alegres.