Acompañados de dos orquestas internacionales, una agrupación de jazz de los Estados Unidos y un colectivo musical de ritmos colombianos, el público barranquillero se despidió este domingo de la edición número 20 del Barranquijazz.
Al compás de jazz y latin jazz, se abrió la tarde en la Plaza de la Paz. El guitarrista y compositor colombiano Greg Diamond se encargó de presentar al pianista connacional Héctor Martignon, al chelista Edward Pérez y a quienes lo acompañaban en la percusión y en la batería.
La primera canción que escucharon los asistentes fue Caprichosa, seguida por Turbulencia y Gabriela.
A modo de chiste, Martignon contó que cuando llegó a la ciudad 'sintió tanto calor que casi se devuelve', pero que el clima de la tarde lo refrescaba.
El momento que muchos esperaban llegó cuando a la tarima subió un hombre que vestía una camisa de estampado floral, gafas oscuras y trenza al estilo de los Cheroqui. Era Steve Turre, gran maestro del trombón de la década de 1980 y 1990. Interpretó Woody's delight y Sentimental Mood, que despertaron sentidos aplausos del público. Y como no podía faltar, Turre tocó sus caracolas. A este artista se le conoce por haber introducido las caracolas en el jazz. Al terminar su presentación, en su lengua materna, agradeció por su atención a los asistentes que pedían más.
La segunda parte del evento estuvo amenizada por los sonidos colombianos. Así los tradicionales Juventino Ojito y los Reyes del Porro compartieron tarima con los invitados especiales Carlos Piña y Ramón Benítez. Porro, fandango, mapalé, puya, merecumbé, cumbia, gaita y otros aires del Caribe se mezclaron con el jazz. 'Grande, sensacional, espectacular', gritaban a los músicos, la audiencia cautivada.
Al igual que los fundadores del jazz, estos artistas de la Sabana sucreña comenzaron esta fusión sin escuela, empíricos.
'Viva el porro, carajo, gritaba una mujer que bailaba los ritmos costeños'. El productor Juventino Ojito le anunció a los espectadores que iban a dar 'todo lo que tenían en el arsenal'.
Así lo demostró cuando invitó al legendario Carlos Piña a tocar su clarinete. En ese momento, empezaron los asistentes a moverse en sus sillas y a alzar sus manos. Pero ahí no acabaron las sorpresas; a las 7:12 p.m. el salsero Diego Morán apareció en escena para esta vez entonar con su voz un porro de vieja data.
Y siguiendo con canciones inolvidables, el soledeño Checo Acosta cantó El patuleco, acompañado del trompetista Rodín Caraballo, en representación de Momil, Córdoba.
Ojito también recordó al compositor Pablo Flórez Camargo, e invitó a Simoncito Char y a Verónica Vanegas a interpretar las letras de Porro bonito. La cantante aprovechó para improvisar, cuando cantó 'me sabe a un Juventino sentao en un cajón'.
Ricardo Martínez, hijo del líder de Los corraleros de Majagual Rosendo Martínez, tocó con su trombón Palo de agua.
Continuó el espectáculo Pachalo, homenajeando a la mejor bailadora de fandago de todos los tiempos. Como en todos los festivales de San Pelayo, el porro María Barilla se escuchó en la Plaza de la Paz en la voz del artista. Las trompetas, entre ellas la de Alberto Coronel, se sumaron.
Eran las 7:48 p.m. Con una explosión de sonidos; trompetas, clarinete y guitarra eléctrica terminó esta presentación.
Más tarde, apareció el cantante que esperaban los salseros del lugar; Isaac Delgado y su orquesta. Esta institución de la música popular cubana hizo que el público se parara de sus sillas.
La estrella de la salsa también puso a corear sus canciones al público.
'Familia, apenas estamos calentando los motores, quiero saber cómo está Barranquilla. Necesito que la gente se ponga sabrosa, porque esta rumba la pongo yo', fueron algunas de las palabras del intérprete.
Los que no se pararon para bailar, lo hicieron para ver a la orquesta que era tapada por los cuerpos de quienes bailaban.
A las 8:56 p.m. 'el sonero del elegante cantar', Ray de la Paz, se presentó diciendo 'lluvia no va a caer, lo que va a caer es salsa', haciendo alusión al pronóstico que se había hecho para este día.
Ni el alcalde Alejandro Char pudo evitar contagiarse del sabor cubano. Se les vio a él y a su esposa bailar juntos la salsa que se escucha en la 'isla bella'.
Algunos de los mejores músicos y artistas del escenario cubano, reunidos en la orquesta Havanna D’Primera, inundaron el espacio de una fascinante fusión rítmica y musical de la salsa, jazz, funk y afrocubana. La voz melódica de Alexander Breu, su fundador y director desde 2008, sedujo al público.