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'Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo limosnas para nosotros mismos'.

Luego de la festividad adoptada de Halloween llega una fiesta tradicional muy arraigada en la región Caribe: el Día de los Angelitos.

Cada primero de noviembre los infantes salen a las calles para pedir, según marcaba la tradición, los alimentos necesarios para preparar un sancocho.

'En nuestra sociedad se fue enraizando el celebrar el Halloween, que no es más que rendirle culto a un dios pagano al que se le ofrecían víctimas humanas y otras ofrendas y si no eran de su agrado liberaba espíritus que atormentaban a las personas.

Actualmente, no solo se trata de una simple fiesta de disfraces, y en algunos caso, recolección de dulces, va más allá de todo esto; es un día en el que se realiza con mayor insistencia rituales satánicos, brujerías y cualquier clase de rituales dedicados al diablo y sus secuaces', señala en un texto la Arquidiócesis de Barranquilla.

La costumbre del Día de los Angelitos va ligada a la Iglesia, de hecho es ella la que busca rescatarlo en la actualidad. Se dice que el festejo surgió por herencia de españoles que llegaron a tierras americanas con su cultura.

Una de las razones para identificar eso es con la similitud de las rondas los españoles con los cantos colombianos.

En la región española de Extremadura la costumbre entre los jóvenes y niños era que el día 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, pidieran productos como nueces, castañas o almendras y luego compartieran con sus amigos. A esta tradición se conoce con el nombre de la Chaquetía.

El Día de Todos los Santos es una fiesta religiosa celebrada por católicos el 1 de noviembre. Este día se veneran a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico de la Iglesia.

'Esta casa es de arroz, donde vive el Niño Dios' o 'esta casa es de aguja donde viven todas las brujas', son las respuestas de los colombianos a las personas que ayudaron o a aquellas que se negaron, respectivamente.

El rescate de la tradición está a cargo de la Iglesia en la actualidad, buscan que los niños vuelvan a emocionarse cuando escuchen resonar las campanas de cada parroquia a medio día como inicio de una jornada en la que deberán salir por su ‘Tintililillo’ a las casas de los vecinos.