Vestido con una camisa blanca y una gorra negra, reposaba en una cama de madera el 'arquitecto de la luz'. Sobre el armazón, una rosa blanca. En la capilla, amigos, familiares y ahijados. En la voz de una mujer y en el violín, el sonido de una composición de Giuseppe Concone. Así, despidieron a Luis Ernesto Arocha, el cineasta, el arquitecto, el artista plástico, el ser humano.
La luz —una palabra frecuente entre sus allegados al momento de describirlo — 'así era el ser de Luis Ernesto', dijo Silvia Pumarejo, que continuó expresando que 'en sus largas meditaciones matutinas se bañaba de colores'.
Durante cinco minutos, los presentes en la sala de Jardines del Recuerdo escucharon la voz del pionero del cine experimental, una grabación de su última entrevista con Pumarejo.
'Silvia, resulta que ahora soy famoso, fíjate que han descubierto que soy pionero del cine experimental en Colombia', le comentó entre risas a su sobrina, cuando esta le preguntó que 'por qué andaba tan perdido'.
'Hoy con mi tío Luis se acaba la familia Arocha Osorio', mencionó Beatriz Arocha, ‘la Nena’, como la llamaba su tío Luis. Agregó que 'él siempre fue como quiso ser, fue libre, vivió feliz. Él siempre transformó todo en luz y belleza'.
Arocha vivía en Puerto Colombia, junto con sus ahijados. Luis Carlos Camelo, y Darío Ospina contaron que vivieron con él mucho tiempo, 'desde pequeños, mi mamá trabajó en su casa. Más que al artista, nosotros conocimos de cerca al ser humano. Nos hablaba mucho del respeto, la honestidad y la integridad. Olwar Gracia manifestó que 'en la casa somos cinco ahijados, disfrutábamos mucho ir a la playa con él'.
Un amigo cercano, el arquitecto Francisco González, afirmó que Arocha era 'uno de esos artistas renacentistas que ya no existen. Él era muchas cosas, un Leonardo da Vinci del Caribe, se nos fue un grande'.
González también dijo que hace tres días se había reunido con él para hablar sobre el proyecto La Usurpadora, creado por María Isabel Rueda y Mario Llanos. 'Vamos a hacer un libro sobre su trabajo como arquitecto y artista a la vez'.
Este recordó su colaboración con Arocha en el trabajo con la luz y el color que hizo en las columnas del centro comercial Metropolitano. 'Su estudio de color (mezclar los colores de tal manera que sean contrastantes, armónicos y evocadores) fue premiado en la I Bienal de Arquitectura del Caribe'.
Christian Cabarcas, amigo, relató que se reunían todos los fines de semana en una casa común para hablar de arte y cine. 'Estuve el día anterior con él, su partida me tomó por sorpresa, estaba lleno de vida', expresó. Añadió que su filosofía de vida era una de tranquilidad y espiritualidad, reflejaba lo que era en lo que hacía'.
'Murió tranquilo, como era él', dijo el escultor Ramiro Gómez.
Arocha diseñó las casas de Alberto Velilla y Kenneth Loewy, en ellas integró la armonía de la naturaleza, un juego de luces y el arte (similar a los diafragmas en el cine, en el caso de la de Loewy).
La directora del Museo de Arte Moderno, María Eugenia de Castro, afirmó que en ese museo tuvieron la oportunidad de exponer sus piezas. 'Dejó una enseñanza sobre la arquitectura estética'
'Era un visionario, iba todas las semanas a la Cinemateca', dijo su directora, María Fernanda Morales, que además mencionó que desde su muerte vienen proyectando su Ópera del Mondongo antes de las películas. Desde hoy, antes de las funciones, pasarán algunas de sus obras. 'Posiblemente haremos un homenaje con La Cueva y el Museo de Arte Moderno'.