Está entrando en la Feria del Hogar Caribe. A su derecha, encuentra cerámicas de cobre martillado a mano, del municipio Dolores Hidalgo, Guanajuato, México. Esta tradición se remonta a la prehispanidad, cuando el pueblo indígena purépecha, en el estado de Michoacán, no sucumbía al dominio de los aztecas. Se creía que era un pueblo maldito, porque las heridas que producían sus armas eran una infección segura del sistema nervioso (tétano). A la llegada de los españoles a América, el cobre se empezó a transformar en objetos ornamentales.
A usted le podría parecer que los jarrones, lámparas, mantequilleras y lavamanos se ven iguales. Fíjese en los detalles, 'cada una de ellas tiene su esencia. Pues el artesano cambia día a día y hora a hora', explica el hombre de 'sarape' (poncho mexicano), José Francisco Barba. Lo acompaña Roger Triana, que asegura que las artesanías hechas con cerámica blanca están libres de plomo.
La mujer que está al lado de ellos es Stella Cárdenas, que se enorgullece cuando afirma que en Yestifer las mujeres cabeza de familia encontraron un espacio para elaborar tejidos a mano en hilo. En una red, como las que se usan para pescar, que está extendida y agarrada con puntillas sobre un marco de madera, se trabajan las prendas.
Si sigue caminando hacia la derecha, se va encontrar con un hombre vestido con esos trajes usados en clima templado, repartiendo bocadillo veleño e invitándolo a probar hormigas culonas. Cerca, esta Aura Tulia Guevara, oriunda de Curití, Santander, quien dice 'tenemos tapetes, morrales e individuales en fique, hechos a mano en crochet, dos agujas o en nudos, realizados por madres cabeza de hogar'. ¿Cuál es su historia doña Aura? 'Yo soy artesana por tradición, aprendí de mi papá', relata, mientras atiende con la mirada a una posible cliente que se acerca.
A la planta de fique, originaria de México, hay que lavarla, suavizarla, peinarla y quitarle todas las impurezas. Luego, se tintura y se suaviza otra vez, 'para hacer el hilito y ya ahí se teje a manito'.
Al frente, una mujer sonriente sostiene en su mano izquierda un curioso pesebre. Su nombre es Ana Virginia Ruiz y viene del municipio Páramo, Santander. Jupana Maiki es hoja, amero o tusa de maíz en wayuu y el nombre de la empresa en la que también las madres solteras hacen arte con sus manos. Son flores, vírgenes, accesorios y nacimientos de este material.
A la pregunta de cómo los hace, la señora Ana responde: 'Con mucho amor, lo que se hace con el corazón se refleja en el producto. Así que si estás triste (...)'. Esta artesana desea que sus 'angelitos' en tusa reemplacen las bolas 'traídas de China que se suelen colgar en los árboles de Navidad'. Las manualidades se tinturan con colores de origen vegetal, porque 'la naturaleza nos da y nosotros tenemos que retribuirle'.
Marcela de las Aguas, una de las asistentes, afirma que le 'ha encantado asistir a la feria, porque es diferente'. Lo que más le llamó la atención fueron las artesanías hechas con 'hojitas de mazorca'.
Más adelante, se encontrará con un estand lleno de colores, texturas y materiales. Este que ve ahora va viajando por todas las ferias en Sudamérica. Mezclados entre la gente se encuentran Ankit Garg y su esposa, de India, que traen al continente lo que las manos de indios transformaron en colchas, tapetes, ropa, cojines y muebles.
Un reloj ajuaco Art Déco que data de 1947 llama la atención en un stand atiborrado de antigüedades. 'Es un reloj exclusivo por sus líneas y curvas, no se hicieron muchos de esos', dice Marilú, asistente de Antigüedades Emmanuel, un anticuario en Barranquilla. Su dueño heredó la pasión de su abuelo por los objetos de tiempos remotos, que pertenecieron a fallecidos. Una pareja de novios bailando en un recipiente fabricado en Italia, parecido al cristal, al ritmo de una melodía lejana, el vestido de la mujer tiene pequeñas manchas rojas, y unas tallas de Cristo con ojos de vidrio cautivan al amante del pasado.
Costa Atlántica. En una isla, al frente de la entrada, se expone el arte local.
Con nácar, concha de coco, cuerno de res, Víctor Mendoza García afirma que hacen accesorios, portavasos, jaboneras y otros utensilios de decoración. Su producto más novedoso es el realizado con cáscaras de huevo.
Un mariapalito portavinero es la estrategia que comparte Patricia Muñoz para recordar que este insecto está en peligro de desaparecer. Así, rescatan sus tradiciones, mientras trabajan por la conservación de los animales.
Si pensó que lo había visto todo en caña flecha, la pequeña empresa de Tuchín, Córdoba, le ofrece zapatos hechos con ese material. Dayana Badrán vino hasta Barranquilla para mostrar esta y otras artesanías de su madre.
Mary de la Hoz y Luis Antonio Galindo se conocieron en una feria de artesanías. Hoy son esposos y propietarios de Aborígenes, que trabaja con totumo y fique.
Centros de mesa pintados a mano, copas y pinturas en tela muestra Pinceladas y algo más.
Emmanuel Orozco, asistente, dice que el evento 'es creativo y tiene todo lo que uno quiere percibir. Me gustó mucho la exposición de México, le ponen corazón'.
Adolfo Coronel aprecia con detenimiento la variedad de culturas de la muestra.