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'Verlas crecer ha sido lo más satisfactorio de esta experiencia que he vivido', relató Efraín Mejía, padre soltero de Diana y Jeniffer.

Efraín Mejía tiene 51 años y desde hace 20 decidió asumir la responsabilidad de ser 'mamá-papá'.

Aprender a ver programas de princesas, realizar peinados de cabellos largo, hablar de temas incómodos o complicados, comprar toallas higiénicas o explicarles acerca de temas de sexualidad son algunas de las tareas que tendrán que llevar los hombres que, sin una mujer a su lado, se dediquen al cuidado de su hija.

Para la psicóloga Luz Marina Palis el modelo natural de familia más tradicional es que un padre y una madre se hagan responsables de la educación y formación de sus hijos. Sin embargo, en la actualidad se presentan 'familias monoparentales, que son las que están compuestas por un padre o una madre a cargo de sus hijos', asegura la psicóloga.

Es común escuchar de madres solteras, pero hoy también se habla de muchos padres que afrontan la responsabilidad de la crianza y la manutención de sus hijos.

Las razones que pueden llevar a los hombres a tener la custodia de los hijos son diversas, ya sea por un divorcio, viudez, o en otros casos las mujeres no cuentan con la capacidad económica para hacerse cargo de ellos, padres que desean tener un hijo a pesar de no tener una pareja y casos en que los padres tienen la custodia compartida de los hijos.

Dentro de este grupo de padres solteros se encuentran, aquellos que les ha tocado aprender a pintar uñas, hacer peinados, dejarse maquillar e incluso hablar de novios durante la adolescencia, porque la protagonista de su historia es una niña.

Relación padre e hija

Antes se solía ver a las mujeres como las amas de casa y las que se dedicaban a los hijos, casi que sin apoyo del esposo. Sin embargo, esto ha cambiado y, aunque el porcentaje de padres solteros es menor al de las madres con la custodia de sus hijas, los que se encuentran dentro del grupo menor indican que han cultivado una relación que a diario se fortalece.

Mejía contó que la separación de la madre de sus hijas, cuando estas tenían seis y ocho años, lo llevó a pensar en lo que sería el futuro de las 'niñas' y no dudo en pedirle la custodia. 'Sabía que ella no tenía la posibilidad de cuidarlas bien, lo hablamos y en las mejores condiciones accedió a darme la custodia'.

Agregó que 'tenía claro que no sería fácil', pues la crianza de dos niñas, que en algún momento crecerían, tendría dudas y necesidades que en palabras de él le corresponden a la mujer de la familia, implica una responsabilidad muy grande, pero también la satisfacción de verlas crecer. 'A medida que crecían nuestra relación se afianzaba y nuestra confianza aumentaba'.