'La vida permanecía dentro de un calabazo, en un huevo, bajo tierra, sumergida en el agua o en el pensamiento de la Madre y Padre original. Mucho tiempo después, cuando los seres humanos ya estábamos aquí, las plantas y los animales eran gente como nosotros, y podíamos hablar (...)', dice la antología Antes el amanecer, de las literaturas indígenas de Los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta.
A través de la historia colombiana, las comunidades indígenas y los colonizadores han utilizado las propiedades antioxidantes y curativas de las plantas para el tratamiento de enfermedades asociadas a desórdenes en el sistema nervioso central —médula espinal y encéfalo (cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo)—, como la ansiedad y la depresión, y las de tipo infeccioso (leishmaniasis), producidas por patógenos, como bacterias, hongos, o reacciones inmunitarias provocadas por la picadura de vectores biológicos (insectos) o serpientes.
César Augusto Martínez, magíster en neurociencias de la Universidad Nacional, adelantó un estudio para evaluar seis variedades de plantas que tienen propiedades para recuperar la viabilidad mitocondrial. 'Es decir, que sus extractos alcohólicos (extractos generales) poseen actividad neuroprotectora: evitan la muerte de las neuronas'.
Agrega Martínez que 'Colombia es una despensa de compuestos químicos beneficiosos para la humanidad que se albergan en sus bosques'.
Luego de revisar los estudios etnobotánicos de las universidades Nacional y de la Amazonia, el investigador escogió 46 plantas del piedemonte (nombre usado para indicar el punto donde nace una montaña) de Caquetá y la Reserva Natural Ucumarí (Risaralda).
A partir de la muestra, seleccionó cuatro variedades de la familia piperaceae y dos variedades de la familia euphorbiaceae —estas últimas fueron cortesía del docente Oscar Mosquera, de la Universidad Tecnológica de Pereira—.