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Vestidas de un blanco impecable ante un fondo oscuro posaron 50 mujeres afrodescendientes, mayores de 70 años y vendedoras ambulantes en Cartagena, frente al lente de la artista Ruby Rumié. Agrupadas bajo la exposición ‘Tejiendo calle’, que se encuentra abierta en NH Galería hasta febrero, las fotografías buscan rescatarlas del olvido y construir nuevas miradas sobre ellas y su entorno.

En la jerga popular cartagenera, ‘tejer calle’ es una expresión usada por las abuelas para nombrar a quienes frecuentemente recorren vías. Nada mejor que el juego de palabras para describir una serie de las ‘invisibilizadas’ en una figura más del paisaje exótico de la ciudad turística; mujeres –dice Rumié- que hacen parte de la historia viva de la Heroica.

Aunque no se escuchan, la sola imagen regresa a la memoria las voces fuertes que vocean sus productos de puerta en puerta. Hacia ellas dirigió su mirada la cartagenera, quien hace un reconocimiento a sus vidas y a sus descomplicadas formas de estar.

Dominga Torres Teherán, una vendedora de pescado nacida en Tierrabomba (una isla frente a la capital de Bolívar) es una de esas mujeres anónimas que refleja la artista, y que representó para ella un punto de partida en lo que tenía en mente.

'Quería trabajar con mujeres mayores y la fortuna me puso enfrente a Dominga, una mujer que por más de 45 años ha caminado las calles vendiendo pescado. Luego de nuestra conversación le propuse fotografiarla y me sorprendió su belleza natural', señala Rumié. Así se puso en la búsqueda de otras mujeres en circunstancias similares.

Desde ese momento pasaron dos años entre visitas de campo, investigaciones y pesquisas que la llevaron por varios municipios y corregimientos de Bolívar, entre ellos Palenque, donde aún palpitan las huellas de la resistencia.

'Buscaba una mirada lo más amplia posible sobre las mujeres vendedoras ambulantes', afirma la artista, quien aclara que quería sacarlas del estereotipo, exaltar el cuerpo, los objetos de su oficio, el conocimiento del que son portadoras y, de esta forma, honrarlas y visibilizarlas. En general, quiere 'transformar el encuentro de los ciudadanos con las vendedoras, y de ellas consigo mismas'.

La exhibición está compuesta por fotografías de 60 x 90 centímetros cada una, dispuestas en una instalación de 5x9 metros. Además, hay un video de la ceremonia y un corpus de cinco tomos a manera de archivo histórico que se despliega espacialmente en la galería, compuesto por tres álbumes de fotografías (uno de estampillas) y un libro que recopila los años de trabajo.