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En una calle de un conjunto residencial en Soledad suena un tambor de guerra y se libra una cruenta batalla, con palos que son golpeados entre sí. Un grupo de espectadores observa sentados por filas en una escalera, tal y como una gradería, mientras que sus manos y cabezas siguen el ritmo del tambor y sus ojos no se despegan de los golpes. Todos ellos, en algún punto de su vida, estuvieron del otro lado: luchando con palos. Son familia, descendientes de una sola mujer, Ángela Pedroza.

Ella se sienta en lo más alto de estas escaleras en una silla de plástico roja, con un ángulo de inclinación en el soporte de la espalda. Se pone de pie constantemente con las manos cruzadas frente a ella.

Su hija Beatriz está en el primer escalón y corrige cada movimiento de los luchadores gesticulando con las manos. Su hijo Ángel se sienta a su izquierda e intercala la mirada entre la lucha bailada y su madre. Mientras, Roberto, otro de sus hijos, hace palmas con las manos desde un escalón y hace caer en cuenta, a una de las parejas, que no están siguiendo el tempo correcto. Al mismo tiempo su esposo, Heberto Barrios, se sienta a un extremo cerca del jardín, en la acera, y permanece allí hasta el final de la canción.

Esta escena es durante los ensayos de un baile llamado Paloteo. Nació en Gaira, Magdalena, en 1916, pero fue en 1936 cuando Ángel Custodio Pedroza Torres, padre de Ángela, hoy conocida como la ‘palotera mayor’, añadió esta danza al Carnaval de Barranquilla.

La danza

La tradicional danza se ha caracterizado desde su creación en utilizar los mismos pasos básicos. Todos ellos representan una etapa de la guerra. La danza, que en principio era con todos integrantes masculinos, cambió a gracias a su padre.

'Antes la danza del paloteo era integrada por 12 hombres que hacían la marcha de la guerra que se disputó entre España y sus colonias por la soberanía. En esa época no se permitía mujeres, pero mi padre propuso que se agregaran como un homenaje a Manuelita Sáenz y Policarpa Salavarrieta, luchadoras que salieron al lado del libertador Simón Bolívar, por eso se llama Paloteo Mixto desde el año 1936', revela Ángela.

Para comenzar hacen una fila con una cabeza y una cola, se acostumbra a colocar a los menores en esta última sección. El objetivo de mayor importancia según Ángela es la 'coordinación, que no haya diferencia entre el primero y el último'.

Cada pareja de paloteros debe cantar un verso que representa a una de los seis colonias. Roberto, uno de los hijos de Ángela, recuerda los versos con los que hacia su saludo, cuando estaba en la cola y que hacían vibrar al público en las presentaciones en la Plaza de San Nicolás, 'Cuba/oh mi bandera cubana aquí te entrego mi carne / aunque derrame la sangre, siempre se mece altanera / luchando cuan fiera para vencer al tirano / eres de sangre guerrera y has sabido defender la patria de tu querer / y la vida de los cubanos'.

La danza comienza con el paseo. 'Es la marcha a la batalla, con las banderas en mano se representa el movimiento y asentamiento previo de los ejércitos a la guerra', explica.

Luego viene el cerrado, este es el enfrentamiento con los palos, que representan las espadas. Con una coreografía a cuatro golpes se crea el ritmo, dos golpes arriba, uno con cada mano como una especie de ataque dirigido al arma, y dos abajo, una mímica de una defensa.

Toda una vida

Ángela ha sufrido tres infartos, el último de ellos hace mes y medio, por eso vive con su hija Beatriz, quien es hoy la encargada de dirigir el grupo de Paloteo Mixto.

Este año ella será un personaje homenajeado en el Carnaval por la trayectoria de esta danza que cumple 80 años en las fiestas, y por la suya, que comenzó cuando tenía ocho años y se prolonga a la actualidad, a sus 79 años.

Al terminar el ensayo, Ángela se sienta en un sofá dentro de la casa, todos sus hijos y nietos la siguen adentro y ocupan sus lugares alrededor de ella.

'El Paloteo viene de Gaira directo a la calle Esperanza, en el callejón de Juan Retiro, barrio Rebolo donde vivíamos', recuerda. Su voz y su mente rememoran con lucidez los eventos y lugares en los que esta danza ha participado.

Es nacida de un romance carnavalero, 'mis padres se enamoraron en unas Comedias del Huérfano. Yo por eso es que nací un primero de noviembre, porque fui hecha en los Carnavales', termina la frase con una risa que sus hijos comparten.

Desde temprana edad estuvo metida en las fiestas. 'La primera vez que participé fue en una Batalla de Flores con mis primas. En ese entonces se acostumbraba a caminar hasta el Paseo Bolívar y, en el camino, a hacerle bailes a las personas que estaban en la puerta de sus casas, les dábamos nuestros sombreros y ellos los llenaban con monedas y billetes', dice con su mirada perdida en el techo, escarbando recuerdos de hace más de siete décadas.

Ángel Custodio también instauró los colores propios de este grupo de danza, camisa amarilla, pantalón y sombrero azul, zapatos, medias y capa rojos. En ese momento, Beatriz y sus hermanos comienzan a buscar en los libros que se han escrito sobre su madre y álbumes de familia, fotos que sustentan el archivo de los 80 años de la danza y, al mismo tiempo, de sus vidas.

Ángela se hizo cargo oficialmente de la danza en 1981, cuando su padre la eligió a ella para ser la líder, –sobre sus dos hermanos– porque, como ella recuerda, 'mi papá decía que mis hermanos no tenían disciplina'. Desde aquel entonces su familia siempre ha sido parte integral del grupo de Paloteo Mixto.

'Una vez me volaron una uña con un golpe, a mi prima le partieron la ceja y así terminamos el desfile', recuerda jocosamente Roberto, mientras los otros también se señalan manos y piernas, mostrando golpes que les ha dejado, tal y como a los guerreros que representan, el oficio del baile del Paloteo mixto.

Su hijo menor, Ángel, salió durante tres años en la danza, pero era muy inquieto y se inclinó por el redoblante, el cual tocó por nueve años. Su hijo mayor, Heberto, tocó el acordeón para la banda por muchos años. Beatriz salió desde los 10 años y fue capitana junto a su hermano Roberto. Hoy en día los hijos de ambos, Víctor y Kenia, son los capitanes del grupo que el próximo 10 de febrero estará presentándose en el homenaje a toda una vida de danza de su familia, en la Plaza de la Paz.